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miércoles, 15 de julio de 2015

LOS FUSILAMIENTOS EN CUBA EN TIEMPO DE LA COLONIA Segunda Parte


    Como dije en la primera parte, en el tiempo de la colonia, el FUSILAMIENTO, fue una cosa normal por parte de las autoridades, ellos estimaban que era una forma de asustar a los cubanos para que no lucharan contra el colonialismo español. Otros de los castigos, fueron los maltratos y las deportaciones a las prisiones de África.
    Hay que recordar el fusilamiento del poeta Juan Clemente Zenea, fusilado por los españoles, en el castillo de la Cabaña, el 25 de agosto de 1871. Y muchos más pagarían con su vida. La Expedición del vapor “Fannie” que traía hombres y armas para los revolucionarios cubanos, fue apresada en el Departamento Oriental, en julio de 1872. El coronel Valera, que apresó a los expedicionarios pasó por las armas a 29 prisioneros , entre ellos al práctico capitán Ángel Torres, a Manuel Oliva, a dos tenientes, y el secretario de Julio Peralta. Se reportó que tenían cercado a 22 prisioneros, que se esperaba que pronto caerían en poder de los españoles. El coronel Valera capturó numerosa correspondencia a los revolucionarios. El cargamento del vapor “Fannie” (filibustero), fue traído a Santiago de Cuba, el que los expedicionarios habían enterrado.
    En toda Cuba se vivía con temor. Los voluntarios por cualquier motivo realizaban ataques contra los cubanos, hombres o mujeres, para ellos era indiferente. En Manzanillo hubo un caso, donde un capitán de infantería en estado de embriaguez, mandó a fusilar y luego a machetear a doce civiles, sin motivo alguno.
    Pero un caso de verdadera injusticia fue el del Fusilamiento de los Estudiantes de Medicina, todo por un incidente en Cayo Hueso, donde muere en duelo Gonzalo de Castañón, a manos de Mario Orozco, el 31 de enero de 1870. Su cadáver fue llevado a La Habana y los voluntarios provocaron incidentes callejeros atacando a los de origen cubano, muriendo siete cubanos y un norteamericano.
    El 23 de noviembre de 1871 un grupo de estudiantes de la escuela de medicina del primer año, asistían a las clases del primer año que se efectuaban en el anfiteatro anatómico, conocido por San Dionisio. Al ver un carro de mulas donde se transportaban los cadáveres, se pusieron a dar vuelta en el, que se encontraba en el antiguo Cementerio de Espada. Fueron acusados por un vil hombre don Vicente Cobas, que diría que los estudiantes habían rayado el cristal del nicho de don Gonzalo Castañón. La cobardía del catedrático don Pablo Valencia que se prestó a todo el rejuego de las autoridades españolas y la cobardía del gobernador Político Dionisio López Roberts, hombre sin escrúpulos, que pensaba sacar beneficio de la libertad de los presos, pidiendo dinero a las familias. El único que los defendió fue el catedrático don Manuel Sánchez Bustamante, que negó que los estudiantes habían profanado la tumba. El otro lo fue el capitán Federico Capdevila, que los defendió honestamente, sin manchar su reputación.
    A la una de la tarde del 27 de noviembre de 1871, el capitán don José Gener, abrió uno de los balcones del edificio del Gobierno Político de la Plaza de Armas, y en medio del silencio, leyó la sentencia: Fueron condenados a la pena de ser pasados por las Armas: don Alonso Álvarez de la Gamba, don José de Marcos y Medina, don Carlos Augusto de la Torre, don Eladio González y Toledo, don Pascual Rodríguez y Pérez, don Anacleto Bermúdez, don Angel Laborde y don Carlos Verdugo. El resto de los involucrados fueron condenados a años de prisión. Aquellos jóvenes estudiantes fueron fusilados por el único delito de ser cubanos.
    Al pasar los años gracias a las investigaciones de Fermín Valdés, se pudo conocer el lugar donde fueron enterrados. Al ser encontrados, se hizo una colecta entre los cubanos por suscripción pública, para levantar un mausoleo, y sus restos trasladados el 27 de noviembre de 1889. En el congreso del Círculo de Cultura Panamericano de 26 de abril de 1998, leí. “Hechos desconocidos Sobre los Estudiantes de Medicina Fusilados el 27 de noviembre de 1871”, donde aparece no sólo la descripción, sino también errores con respecto a sus nombres, en las diferentes placas donde se les honra y las fechas de nacimiento. Que aparece en Charlas sobre Cuba en tiempo de la Colonia (1868-1898)
    Otro de los grandes crímenes de los esbirros de la colonia española y que hoy en día los familiares quieren limpiar sus nombres, con datos falsos, como en el caso del gobernador de Santiago de Cuba, Juan N. Burriel y Lynch, por los fusilamienstos del “Virginius”, apresado en aguas de Inglaterra, pues Jamaica era parte del Imperio Inglés.
    Es verdad que el “Virginius” usaba la bandera de Estados Unidos en alta mar, estaba registrado en el país. Fue utilizado por la Junta en dos viajes con éxito, pero en el tercero, la mala suerte y el abandono en que se encontraba el vapor, exceso de armas y hombres, fue presa fácil del vapor de guerra español “Tornado”. Llevado a Santiago de Cuba, Burriel no perdió tiempo en ordenar los fusilamientos de los jefes de la expedición, y más tarde del capitán del “Virginius” y los expedicionarios, y de otro grupo de expedicionarios y marinos. En total fueron pasados por las armas 53 hombres, sólo por el odio que profesaba el gobernador Burriel, los Voluntarios y el archifamoso y centro de criminales como era el “Casino Español”, apoyados todos ellos y con el visto bueno del Arzobispo y la iglesia católica, que da pena. De nada sirvieron las protestas de los cónsules de Estados Unidos y de Inglaterra. Fue todo una burla. La llegada de la fragata de guerra inglesa “Niobe”, al mando del capitán Sir Lamton Lorraine, para por un momento los fusilamientos, y consigue que sean perdonados 13 ingleses y un francés. Pero es la llegada al puerto del valiente y héroe de la guerra Civil en Estados Unidos, capitán William B. Cushing, al mando de la fragata de guerra “Wyoming”, la que hizo que Burriel se decidiera a parar los fusilamientos, por las amenazas de Cushing “Albemarle” como era conocido, y días después de la llegada del “Kansas” y “Juniata”, hizo correr a Burriel a La Habana, para recibir nuevas órdenes. Tan valiente temía enfrentarse a las unidades navales americanas y a la “Niobe’.
    Se puede hablar de muchos Fusilamientos, pero estos demuestran el odio y la cobardía de los gobernadores militares en Cuba. Pero también hay que culpar al gobierno central y al reino, pues ellos daban visto bueno a todo.
    Muchas veces es triste recordar lo pasado a aquellos primeros luchadores de la libertad de nuestro pueblo, que sufre hoy una dictadura, tan mala o peor que aquélla.

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