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miércoles, 15 de noviembre de 2017

MARIO BENEDETTI, UN SOL INMORTAL



Lola Benítez Molina
Málaga (España)

  Tu Uruguay natal se engrandeció el día que te vio nacer. ¡Qué desdichada agonía tuviste que soportar para verte obligado, como tantos otros, a exiliarte a otras lejanas y desconocidas tierras! Sólo los que lo experimentan conocen la magnitud del desgarro emocional. Inquietud generadora de savia imperecedera. 
  Con tu alma dolorida, dejaste un legado para deleite de los que te conocieron y te continúan ensalzando. “Que el dolor, manifiesta Benedetti, no me apague la rabia, que la alegría no desarme mi amor…”. En tu obra, que toca todos los géneros con suma sapiencia se aprecia, en un primer periodo, el hondo palpitar de tus circunstancias vitales, así como los cambios sociales y políticos de Uruguay y de otros países de América Latina.
  Angustia que subyuga y que te hace derramar sobre el papel lo que el corazón llora, con una literatura sumamente realista, que sólo los genios saben expresar.
  Esta actitud dio lugar a un ensayo acre y polémico: “El país de la cola de paja” (1960), y su consolidación literaria con dos novelas importantes: “La tregua” (1960) y “Gracias por el fuego” (1965), en la que refleja una crítica más mordaz de la sociedad uruguaya.
  En un segundo periodo, sus obras reflejan la angustia y la esperanza de diversos sectores sociales por buscar caminos a una América Latina oprimida por represiones militares. Como consecuencia de ello, Mario Benedetti vivió en Cuba, Perú y España durante más de diez años, período en el que su literatura se hizo formalmente más enérgica. Al respecto, el escritor uruguayo refiere que “no te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños”. 
  El tema del exilio lo trató en su novela “Primavera con una esquina rota” (1982). Podemos decir que uno de sus méritos es saber reflejar los aspectos hirientes en los que a veces cae el ser humano, y que un alma blanca, como la de Benedetti, sabe dar constancia para que sea con la pluma y no con las armas como el hombre intenta solucionar las injusticias de la prepotencia y de la soberbia. Como todo exiliado que ama sus orígenes, los cuales quedan indelebles y magnificados por el sentimiento de la ausencia, Benedetti volvería a pisar su tierra amada, cuyos sentimientos y sensaciones dejaría reflejados en su novela “Andamios” (1997), marcadamente autobiográfica.
  En 1999, es reconocida su valía al concedérsele el VIII Premio de Poesía Iberoamericana “Reina Sofía”. En marzo de 2001, recibió el Premio Iberoamericano “José Martí” en reconocimiento a toda su obra.
  Desde 2009, resplandece, en el espíritu de Montevideo y del universo, una luz constante e imperecedera.

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