Carlos Benítez Villodres
Málaga
No escribiré sobre la vida y la obra del poeta sevillano, pues un incontable número de personas las conocen, sino que, en este texto, daré unas pinceladas de ciertos hechos y pensamientos más importantes de nuestro Premio Nobel de Literatura (1977). En este escrito me atengo al hilo conductor de su vida como literato.
Tengo que destacar que uno de los innumerables rasgos fundamentales de nuestro poeta es destacar su práctica del surrealismo aleixandrino y la luz penetrante sobre su maravillosamente atrevido poema “El vals”, tan celebrado por Luis Cernuda, y que inspiró a García Lorca para crear sus poemas “Vals en las ramas” y “Pequeño vals vienés, incluidos en su libro “Poeta en Nueva York”, musicado éste de forma memorable, transcurridas varias décadas, por Leonard Cohen.
Asimismo, hay que prestar atención a los años anteriores y posteriores (1930-1949) de la Guerra Civil española, años de disturbios, de sangre, de hambruna…, cuando Vicente fue nombrado académico de la Real Academia Española (1950), rompiéndose con este nombramiento su constante alejamiento de sus amistades y de la sociedad española en general.
En cuanto, a la historia de su vida íntima referiré sus amoríos con la cupletista Carmen de Granada, mujer vivaz y promiscua, que le transmitió a Aleixandre la sífilis, enfermedad que arrastró toda su vida. Después vendría el “amor de amigos” con la profesora alemana Eva Seifert.
También en este proyecto quiero resaltar varios de los poemas más importantes de Vicente Aleixandre, tales como “Mano entregada”, “El vals”, “En la muerte de Miguel Hernández”, “Los besos” …
Comienzo mi andadura, escribiendo que, tras leer un poemario de Rubén Darío, a Vicente Aleixandre se le despertó su vocación poética, y al caminar por la senda de la poesía, Vicente descubrió el Surrealismo, que marcará gran parte de sus creaciones poéticas. Cernuda decía de Aleixandre que era el mayor poeta de aquel movimiento literario, pictórico, escultórico…
En 1931, para nuestro poeta la poesía es la “clarividente fusión del hombre con lo creado. Años más tarde, acuñó en su corazón y en el de los demás poetas la célebre frase: “Poesía es comunicación”. Y refiriéndose a los poetas escribió: “El poeta es una conciencia puesta en pie hasta el fin”. Según lo expuesto, a Vicente le preocupaba más que la poesía fuera “comunicación” que “belleza”. Para él las palabras que dan vida a los versos deben estar “vivas” o “muertas”, importándole muy poco, nada, que sean “bonitas” o “feas”. Por ello, su lenguaje es majestuoso, denso, penetrante.
Lo más fundamental en su estilo poético son las imágenes cósmicas, es decir, las metáforas visionarias y grandiosas, profundas y radiantes… Con este estilo crea, salvo excepciones, versos libres o versículos amplios, unas veces en total movimiento y, en otras ocasiones, en calma. En cuanto a cómo ve Vicente al hombre de su época, lo plasma en sus poemas: pesimista, imperfecto, angustioso, frágil y vulnerable.
Según percibimos en sus poemas, parece que Vicente siente envidia de los vegetales y de los minerales. Por ello, su anhelo más hondo es fundirse con la Naturaleza. Es evidente, que esta aspiración de nuestro poeta irradia de sus poemas una potente energía telúrica.
En su libro “La destrucción o el amor”, el amor es su principal protagonista. Aleixandre escribe al respecto: “No, el hombre no está solo. Hasta el amor es una conciencia de compañía”. Obviamente, el amor puede destrozar a los amantes o elevarlos a sus más altas cumbres. En mi libro “Guirnaldas de esencias” escribí las siguientes frases: “Es triste reconocerlo, pero a veces del amor no queda ni el nombre, ni las cenizas”, o “Cuando el amor se marcha, lo hace sin decir ni siquiera adiós”, o esta otra referente al amor fecundo al amor siempre soleado “El ser humano que cultiva en su corazón el amor, y cada día de su vida dona por doquier sus frutos sanos y maduros, no hay que reprocharle nada, hay que darle amor y más amor”.
En “Historia del corazón”, Vicente tiene ya una nueva concepción del hombre, es decir, que ahora él es para nuestro poeta un ser positivo, valiente, solidario…, aunque continúa siendo una criatura desvalida e imperfecta.
Vicente, ya anciano, en su obra “Poemas de la consumación”, ve a la juventud como “la única vida”, y canta, serena y trágicamente, la consumación de su existir. Nunca sabremos qué es más admirable, si la plenitud de su lenguaje poético o su inmensa y profunda entereza humana. Yo creo que ambas son encomiables, enriquecedoras, indelebles… para el hombre del presente y del futuro.
En el poema, “Unidad de ella”, el autor realiza una descripción del amor que siente hacia su amada, además de su manera de sentirlo y enfocarlo. Este amor hacia su amada es inmaculado, radiante, sin fosos ni murallas.
El tema del poema es el sacrificio que el amor puede llegar a ser en la vida del amante, hasta el punto en que la propia vida pase a un segundo plano y solo importe la de la amada/o. También aparece la idea de la inmutabilidad del mundo ante estos hechos.
Según el contenido podemos dividir el poema en tres partes:
En la primera parte, que se corresponde con las dos primeras estrofas, nos encontramos con una descripción metafórica y simbolista de la amada del poeta.
En la segunda parte, que se corresponde con la tercera, cuarta y quinta estrofas, Aleixandre justifica su sacrificio por amor mediante la fuerza de su deseo, que consiste en unirse junto con su amada de una manera total y apasionada. También se habla aquí sobre las consecuencias trágicas que puede acarrear ese deseo si no es satisfecho.
En la tercera parte, que se corresponde con la sexta estrofa, el poeta realiza una comparación de su amor con la clave de su felicidad o, en caso contrario, de su muerte. Aquí aparece también la idea de la indiferencia del mundo ante dichos acontecimientos. Dicho poema dice: Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, / rostro amado donde contemplo el mundo, / donde graciosos pájaros se copian fugitivos, / volando a la región donde nada se olvida. // Tu forma externa, diamante o rubí duro, / brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, / cráter que me convoca con su música íntima, con esa / indescifrable llamada de tus dientes. // Muero porque me arrojo, porque quiero morir, / porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera / no es mío, sino el caliente aliento / que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo. // Deja, deja que mire, teñido del amor, / enrojecido el rostro por tu purpúrea vida, / deja que mire el hondo clamor de tus entrañas / donde muero y renuncio a vivir para siempre. // Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, / quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente / que regando encerrada bellos miembros extremos / siente así los hermosos límites de la vida. // Este beso en tus labios como una lenta espina, / como un mar que voló hecho un espejo, / como el brillo de un ala, / es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo, / un crepitar de la luz vengadora, / luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, / pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo //.
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