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jueves, 15 de marzo de 2018

UNA ESTAMPA DE LA MEMORIA DE LA NIÑEZ EN CUBA CUANDO EN EL PAÍS SE VIVÍA AMABLEMENTE: EL “CEREGUMIL”

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             Roberto Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)

Bernabé Fernández Sánchez fue un farmacéutico español que vino el mundo en Granada, en 1878, y que posteriormente se residenció en Montilla (Córdoba), adonde creó en 1907 la fórmula de un tónico alimenticio complementario que comenzó a venderse en esta última población en la Farmacia “Moderna” de Blanca Canivell Pascual, en la calle Corredera número 49, donde se despachaban unos gruesos y oscuros frascos con una sencilla etiqueta.
El éxito de ventas llevó al Sr. Fernández Sánchez a patentar su creación (en 1912) y a instalar una primera fábrica en Málaga (en 1921). En 1924 obtuvo  la certificación como laboratorio farmacéutico
Comercializado con el nombre de “Ceregumil”, alcanza medalla de oro en la Exposición de Palma de Mallorca, seguida de presentaciones exitosas en la Exposición y Feria de Muestras de Málaga (1924), en la Exposición Iberoamericana de Sevilla (1929), y en la Exposición Internacional de Perú (1949).
Los reconocimientos proseguirían con el transcurso de los años, al ser distinguida la Empresa, constituida mercantilmente como Fernández y Canivell, S.A., como Miembro de Honor de las Cámaras de Comercio de Buenos Aires (1959) y Venezuela (1973).
En Cuba, hasta el sobrevenimiento del régimen comunista en 1959, el “Ceregumil” –en la forma de jarabe que se adquiría en todas las farmacias- era un producto “estrella”, favorito de las madres de familia con el fin de suplementar las carencias alimentarias de los niños desganados. No resulta aventurado afirmar que dicho jarabe era conocido en prácticamente todos los hogares de la Isla, que se consumía sin efectos secundarios ni contraindicaciones de ninguna clase, y por supuesto se despachaba sin necesidad de receta médica.
El producto desapareció de la farmacopea popular como consecuencia de la estatización de todo el mercado mayorista y minorista del país, y el consiguiente cegamiento por mandato del Estado de toda posibilidad de continuar la importación, distribución y venta de este complemento alimenticio –y de cualquier otra mercancía o servicio, fuera agrícola, industrial o financiero- que durante el escaso medio siglo de la era republicana había sido tan popular.
En España y los demás países adonde el ofrecimiento y la venta de sus productos pudieron continuar su exitoso transcurso, la Empresa que tan buenos resultados había cosechado, en especial con el “Ceregumil”, ha proseguido hasta el día de hoy con la comercialización de éste y otros complementos dietéticos; a partir de 2009, desde una nueva fábrica dotada de instalaciones automatizadas, con las que ha actualizado sus procesos productivos, sin dejar de funcionar como una empresa familiar.
El recuerdo de éste y de otros muchos aspectos favorables previos a 1959 de la vida cotidiana en Cuba se conserva en el nostalgiario de los cubanos de la Diáspora, y en las hemerotecas y filmotecas a las que la población actual del interior del país tiene negado el acceso –con lo que los nacidos allí durante las seis últimas décadas desconocen la marca “Ceregumil”, al igual que todos los demás hechos configuradores de la existencia real de la población de hace tres generaciones, ya que esos hechos pretéritos se ocultan o distorsionan, o tranquilamente se niega su realidad-.

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