Roberto
Soto Santana, de la Academia de la Historia de Cuba (Exilio)
Bernabé
Fernández Sánchez fue un farmacéutico español que vino el mundo en Granada, en
1878, y que posteriormente se residenció en Montilla (Córdoba), adonde creó en
1907 la fórmula de un tónico alimenticio complementario que comenzó a venderse
en esta última población en la
Farmacia “Moderna” de Blanca Canivell Pascual, en la calle
Corredera número 49, donde se despachaban unos gruesos y oscuros frascos con
una sencilla etiqueta.
El éxito de
ventas llevó al Sr. Fernández Sánchez a patentar su creación (en 1912) y a
instalar una primera fábrica en Málaga (en 1921). En 1924 obtuvo la certificación como laboratorio farmacéutico
Comercializado
con el nombre de “Ceregumil”, alcanza medalla de oro en la Exposición de Palma de
Mallorca, seguida de presentaciones exitosas en la Exposición y Feria de
Muestras de Málaga (1924), en la Exposición Iberoamericana
de Sevilla (1929), y en la Exposición Internacional de Perú (1949).
Los
reconocimientos proseguirían con el transcurso de los años, al ser distinguida la Empresa , constituida
mercantilmente como Fernández y Canivell, S.A., como Miembro de Honor de las
Cámaras de Comercio de Buenos Aires (1959) y Venezuela (1973).
En Cuba, hasta
el sobrevenimiento del régimen comunista en 1959, el “Ceregumil” –en la forma
de jarabe que se adquiría en todas las farmacias- era un producto “estrella”,
favorito de las madres de familia con el fin de suplementar las carencias
alimentarias de los niños desganados. No resulta aventurado afirmar que dicho
jarabe era conocido en prácticamente todos los hogares de la Isla , que se consumía sin
efectos secundarios ni contraindicaciones de ninguna clase, y por supuesto se
despachaba sin necesidad de receta médica.
El producto
desapareció de la farmacopea popular como consecuencia de la estatización de
todo el mercado mayorista y minorista del país, y el consiguiente cegamiento
por mandato del Estado de toda posibilidad de continuar la importación,
distribución y venta de este complemento alimenticio –y de cualquier otra
mercancía o servicio, fuera agrícola, industrial o financiero- que durante el
escaso medio siglo de la era republicana había sido tan popular.
En España y
los demás países adonde el ofrecimiento y la venta de sus productos pudieron continuar
su exitoso transcurso, la
Empresa que tan buenos resultados había cosechado, en
especial con el “Ceregumil”, ha proseguido hasta el día de hoy con la
comercialización de éste y otros complementos dietéticos; a partir de 2009,
desde una nueva fábrica dotada de instalaciones automatizadas, con las que ha
actualizado sus procesos productivos, sin dejar de funcionar como una empresa
familiar.
El recuerdo de
éste y de otros muchos aspectos favorables previos a 1959 de la vida cotidiana en
Cuba se conserva en el nostalgiario de los cubanos de la Diáspora , y en las
hemerotecas y filmotecas a las que la población actual del interior del país tiene
negado el acceso –con lo que los nacidos allí durante las seis últimas décadas
desconocen la marca “Ceregumil”, al igual que todos los demás hechos
configuradores de la existencia real de la población de hace tres generaciones,
ya que esos hechos pretéritos se ocultan o distorsionan, o tranquilamente se
niega su realidad-.
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