Foto tomada de Pinterest |
Málaga (España)
Recientemente, fui a ver la película “Green Book”.
Sentía curiosidad por haberle sido otorgado el “Oscar a mejor película”. Narra
la historia del pianista y compositor Donald Shirley, denostado por su color de
piel a comienzos de los años sesenta del pasado siglo en Estados Unidos.
Como es bien sabido hacen falta años
y esfuerzo para modificar ciertos prejuicios establecidos, pero si no fuese por
el denuedo de nuestros congéneres poco se hubiese avanzado. En un momento de la
película escucho una de esas frases que no pueden caer en el olvido y que
impactan: “Hay que tener la suficiente valentía para intentar cambiar el
corazón de la gente”. John Fitzgerald Kennedy la tuvo y le costó la vida como a
muchos otros.
Existe
otra película, también basada en hechos reales, que narra la vida de la
escritora, oradora y activista por la paz estadounidense Hellen Adams Keller,
ejemplo de auténtica superación, pues una enfermedad a la edad de diecinueve
meses le provocó la pérdida total de la visión y la audición. Lejos de
amilanarse, supo dedicar su vida por lo que creía que, realmente, valía la pena
luchar. Frase de ella es: “Lo mejor y lo más bonito de esta vida no puede verse
ni tocarse, debe sentirse con el corazón”.
Aquello,
que toca la fibra sensible, es lo que mueve al mundo. El ámbito del arte suele
llevar implícito un mensaje que arraigue y dé los frutos esperados.
Cuando
el espectador siente como suyos esos momentos, y se abstrae de su realidad,
para reflexionar sobre el sinsentido de muchos acontecimientos acaecidos a lo
largo de la historia por el odio o por el afán ególatra de alguno de sus
protagonistas es, cuando se consigue avanzar en pro de las libertades y de los
derechos humanos para salvaguardar una existencia digna.
Aprovecho
para mencionar la loable creación del “Pen Club Internacional”, fundado en
Londres en 1921 por Catherine Amy Dawson Scott, entre cuyos objetivos
fundamentales están: luchar por la libertad de expresión y la importancia de la
literatura y de las letras, en general, como medio de entendimiento y
divulgación de la cultura y de esos derechos fundamentales que deben ser
reconocidos en todo ser humano sin menosprecio de los demás.
Una vez más, la acreditada escritora malagueña Lola Benítez Molina nos alumbra el entendimiento con unos comentarios breves pero ilustrativos en torno a dos figuras señeras de la Cultura y la Sociedad -ambas, estadounidenses-: el compositor y concertista de piano -tanto de música clásica como de jazz- Don Shirley, y la primera sordociega en alcanzar un títuio universitario, Helen Keller.
ResponderEliminarSi bien en campos de la ejecutoria social completamente diferentes entre sí, ambas personalidades se labraron ejecutorias paradigmáticas: ella, dedicada en los primeros dos tercios de su vida al sufragismo y al socialismo democrático propugnado en los EE.UU. por su histórico líder Eugene V. Debs durante las dos primeras décadas del siglo XX (y consignado a arder en las llamas del Infierno de las ideologías nada menos que por el propio Lenin) y cofundadora de la hoy en día todavía muy influyente Unión norteamericana de Libertades Civiles ("American Civil Liberties Union"); él, un intérprete de partituras clásicas de quien Igor Stravinsky dijo que "Su virtuosismo es digno de los dioses", cuya vida se desenvolvió constreñida en su mayor parte por la discriminación padecida en su propio país, donde hasta hace apenas cincuenta años las leyes de los Estados de Georgia, Alabama, Carolina del Sur, Mississippi, Luisiana y buena parte de los Estados de Texas, Arkansas e incluso la Florida aplicaban normas abiertamente racistas y opresivas contra la población negra -sin que esa situación haya desaparecido del todo al día de hoy.-
La glosadora de los logros en ambas vidas (Dª Lola Benítez Molina) acierta en toda la línea cuando dice que "Aquello que toca la fibra sensible es lo que mueve al mundo". Ese es justamente al denominador común en las conductas de las dos figuras, cuya ejemplaridad es magnífica y de quienes sigue fluyendo una energía que contribuye a seguir movilizando a los seres humanos sensibles en el avance constante, como dice nuestra autora, "en pro de las libertades y de los derechos humanos para salvaguardar una existencia digna".
El broche final -el recuerdo a la fundadora del Pen Club Internacional, Catherine Amy Dawson Scott- no podía ser más apropiado y justiciero: la invocación de "la importancia de la literatura y de las letras, en general, como medio de entendimiento y divulgación de la cultura" en cuyos tenaces esfuerzos por lograr dicha meta han contribuido tantos y tantos creadores, tales como Joseph Conrad, George Bernard Shaw, H. G. Wells, Anatole France, Paul Valéry, Thomas Mann, Benedetto Croce, Karel Čapek y su Presidente Emérito Mario Vargas Llosa.
Los articulos de Lola Benitez, son cortos, pero en ellos se pueden encontrar en su contenido, descripciones que atraeen a los lectores de habla hispana. La felicitamos de corazón.
ResponderEliminarR.León