Foto tomada de: proterrasancta.org |
Rene León
Buscando y rebuscando entre mis papeles,
fotos, y documentos hasta hoy olvidados. Me encontré recuerdos de ese ayer que
nunca más volverá y me sentí huérfano de las vivencias del ayer…
Hoy es uno de esos días que me ha asaltado un
aviso de que pronto, pero muy pronto mi vida dará un cambio. Quisiera recuperar
en esos recuerdos del ayer los lugares, nombres y las caras de aquellas
personas que influyeron en mí. La premura de volver a renovar mis sentidos
inundándolos con el recuerdo de aquellos breves momentos de felicidad de
circunstancia fortuita. Sentir no la necesidad de recuperar lo perdido, sin la
mínima seña que se imprimió en mi alma para siempre.
Los recuerdos son fantasmas que conviven con
nosotros en nuestra conciencia, y cuando menos lo esperamos despiertan, surgen
como una copia de una fotografía, de aquellos recuerdos más perennes en
nosotros,
Tratamos de orientarnos en el tiempo es
descubrir que los recuerdos no se forman por días, sino de cosas pasadas.
Segmentos de alegría o de tristeza que nos devuelven en un paso acelerado en
esta carrera para tratar de encontrarnos nuevamente. ¿Los años ya pasados son
lo mismo que 24 horas? Trato de recuperar en mis recuerdos la sonrisa, mis
planes y proyectos de antaño y los más ansiados, que no podre concluir.
¿Es acaso el “ahora” mi futuro de ayer, y mi
edad la medida de años pasados? ¿Dónde quedaron mis sueños? ¿De aquel porvenir
ilusionado?
Me pongo a sobrepasar y hacer balances que
el yo de ahora no es el mismo que el yo de mis recuerdos del ayer. Quizás con
los anos nos sobrevive un cansancio que es más que un hastió y es una forma de
sabiduría.
Difícil es hacerse viejo. Difícil arte este
de permanecer fiel a uno mismo y tratar de preservar la energía de antes.
Cuando llevamos el secreto de aquellos olvidados momentos, de un amor sublime,
de un amigo fiel, de un hermano que nunca olvidamos. De un amor imposible, la
promesa jamás cumplida o simplemente la palabra que se nos ahogó en la garganta.
Y así encontré en mi busca del ayer, los
recuerdos no solo de lo ya vivido, sino de los que nunca más poder vivir. De
los sentimientos ausentes, y por fin, lo único que constituye nuestra intimidad
será el recuerdo, que le hacemos al alma, de rostros, palabras, momentos y
lugares.
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