René León
Ayer se puede decir comenzó otro nuevo año. Año de incertidumbre en el
país. Diferencias política en ambos partidos. Una ola de refugiados que llegan
a la frontera en busca de trabajo y comida.
La miseria y el crimen los persigue. Grupos armados que buscan en las drogas
una vida mejor.
La América de hoy o más bien dicho los Estados Unidos de América de hoy,
es muy diferente a la de los años 50 o 60 del siglo pasado. Estos grupos de
ideología socialista o “comunista” crean más problema al gobierno.
Pero porque esta conglomeración de refugiados llega a nuestras puertas,
se puede decir. No es un fenómeno nuevo, pero sí de creciente conciencia
pública en América.
A estos refugiados se les llama “homeless”, son personas de todos los
niveles sociales y antecedentes culturales, económicos y raciales, que de
pronto en un lapso de tiempo, se ven precipitados desde su pasiva vida en sus
países, a las calles del odio y la miseria cuando no de la violencia.
En los Estados de América, Homeless puede ser una pareja que no lo
previo todo, solo pensaba en la comodidad de sus vidas, pero no previo la
enfermedad y carencia de seguro de salud. Homeless es también el veterano de
guerra que se encuentra inadaptado a la “paz” posterior de la devastadora
guerra. Pero si lo miramos con fijeza,”homeless” en América, USA, lo puede ser
cualquiera, ninguno de nosotros está exento de la mala racha o mala suerte, que
nos puede poner en esa situación. Homeless puedo ser Yo, por nunca prever esta
larga enfermedad. (Piénsese cómo simplemente perder la salud de un cambio de
ciento ochenta grados a nuestras vidas).
Parece que esta condición de “homeless”, más
que un fenómeno temporal es un estado en que las personas caen y les cuesta
trabajo de salir de ella, y lo difícil que es desasociarse de ella. Las
personas encuentran, soledad, falta de afecto de amigos y familia,
inseguridad…que más tarde lo sustituyen por prostitución, drogas, violencia.
Luego la manera de salir de este mundo, es bien duro y complejo. Parece ser que
se requiere más el deseo de romper con la miseria, la intervención consejos
familiares de barrio, iglesia y del
“Estado”.
Yo quisiera por un momento no solo pensar en mí y en los míos. Es
posible que alguna vez este momento de intranquilidad y de miseria, pudiera
olvidarse. Es posible que algún día dejar de ver niños que lloran de hambre y
no saben lo que es la alegría.
Conceptos un tanto remotos, muchas veces dejados en nuestros países de
origen, empiezan a tomar su más ajustado sentido: la familia, amigos, vecinos,
la iglesia, no importa cual. El volver al AYER, cuando la vida se vivía más
feliz. Las reuniones familiares, o el vecino que nos invita a una barbacoa, o
ir a caminar y volver a soñar, reír y retornar por consejo a Dios.
La tragedia de nuestro día es creer que estamos derrotados, que no
valemos nada. Pero estamos equivocados. Miguel Martín Farto (Cuba), dijo:
“Aprendí que lo que sí es intemporal es el Amor; ese sentimiento tan poderoso que
ayuda a seguir adelante aún en las condiciones más adversas.” Al regresar de su
viaje a Cuba en 2006.
El término “homeless” se refiere a la pérdida de status, carencia de
techo, carencia material. Pero, por otro lado, tiene un significado aún más
radical, significa soledad, falta de amor, descuido, indiferencia y maldad.
Falta del hogar es falta de calor, ternura, falta de esa llama cálida que todo
corazón alberga.
Basta de lágrimas ante el dolor humano que nos arranca la tranquilidad
de nuestras conciencias, es mirar y no ver nada a través de los callos de
nuestra mirada, definitivamente pérdida para ser humana, cristiana, buena,
latina.
Este fenómeno, lleno de nombres y caras, vida social y recuerdos de
tiempos mejores, nos debiera despertar a todos
cada noche cuando nos vamos a dormir cuando en calles y plazas intenta
encontrar acomodo para padecer una noche más. Ser o estar “homeless” sin hogar
es una decisión que no siempre depende de la voluntad propia.
EXISTE AYUDA, EXISTE DIOS.
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