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domingo, 1 de septiembre de 2019

UN IDEAL DE LIBERTAD LA GUERRA CUBANO-HISPANO-AMERICANA (SU EPÍLOGO EN 1898) (Primera de tres partes)


Spanish-American War; Cuba
U.S. troops on the march in Cuba during the Spanish-American War, 1898,
drawing by William J. Glackens.
Foto tomada de:  Britannica Kids

Por:  René León 
        Círculo de Cultura Panamericano 

"que las intrigas del gobierno español están bien conocidas, y que se aproxima el tiempo en que los europeos residentes en América conozcan que los americanos no son, como creen, sus enemigos, sino sus hermanos, y que aún los mismos ilusos que tienen la ingratitud de trabajar por la esclavitud del país que los ha enriquecido se convencerán de que el odio que se les tiene, no es a sus personas, sino a su conducta."1

Padre Félix Varela. 

  Sólo por la revolución se podía conseguir la conquista de los ideales de libertad y justicia en Cuba. España había abusado demasiado. No había sabido darle o había querido darle al pueblo lo que éste se merecía. El pueblo cubano deseaba la independencia de España por medios pacíficos, pero conociendo el carácter de aquellos que los gobernaban y los intereses de los peninsulares en la Isla, sabían de antemano que sólo con las armas podían ser libres. Antes de que se registraran las primeras conspiraciones libertadoras cubanas, los Estados Unidos de América empezaron a maquinar por la anexión de Cuba. 

  El precursor de la anexión, se puede decir, fue el presidente Thomas Jefferson, quién en noviembre de 1805 notifica al ministro de Inglaterra en Washington que en caso de una guerra con España los Estados Unidos se apoderarían de Cuba por necesidades de seguridad para sus defensas de Luisiana y la Florida. La declaración de John Quincy Adams, que era secretario de Estado del presidente James Monroe, hace famosa la sentencia de "la fruta madura" (1823). Estados Unidos consideraba que Cuba por necesidad le pertenecía, y esperaba que España, al menor descuido, podía perderla. Adams aseguró: 

"...hay leyes de gravitación política como las hay de gravi­tación física y así como la fruta separada de su árbol por la fuerza del viento, no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norte americana." 2

  El 2 de diciembre de 1823 es presentada ante el congreso de Estados Unidos la " Doctrina Monroe", donde se afirmaba "América para los Americanos", siendo Cuba la causa directa y principal de la nueva doctrina. 

  En 1825, Colombia y México preparan planes de invasión. Los Estados Unidos se oponen enérgicamente a sus propósitos. En mensaje entregado por el secretario de Estado del presidente Adams, Henry Clay, a España, el 27 de abril de 1825, decía: 

"... los Estados Unidos prefieren que Cuba y Puerto Rico permanezcan dependientes de España... y con sus puertos abiertos a nuestro comercio como ahora lo están." 3

  Años más tarde, en sus memorias, Henry Clay, diría sobre los planes de invadir la Isla concebidos por Bolívar en 1827, con el ejército al mando del general José Antonio Paéz: 

"...el gobierno de Washington, lo digo con pena, se opuso de todas formas a la independencia de Cuba, dando por razón entre otras, una que debe servir siempre de enseñan­za a los hispano americanos." 4

  En el Congreso de Panamá, Clay dirige a los observadores de su gobierno la siguiente nota: 

... y que por lo que respecta a nosotros no deseamos nin­gún cambio en la posesión ni en la condición de la Isla (Cuba), y no veríamos con indiferencia que el poder de España pasase al de otra potencia europea. Tampoco querríamos que se transfiriese o agregase a ninguno de los nuevos Estados de América." 5

En 1829 se descubre un plan inglés para promover una revuelta en Canarias y Cuba. El secretario de Estado americano, Van Buren, envía una nota, el 2 de octubre, a Van Ness, su ministro en Madrid, para que le asegurara a España .. "cómo se había evitado antes (referencia al Congreso de Panamá) que cayese sobre las islas el golpe que estaba preparado." 6 

  En 1848 se vive una situación tensa entre los cubanos y las autoridades españolas. Las bases económicas de la isla se hallan asentadas sobre el sistema capitalista. Los peninsulares controlan todos los empleos públicos en las ciudades y el mercado extranjero y gran parte del nacional, mientras que los cubanos se ocupan de la agricultura. Sus rentas sirven para mante­ner a flote el gobierno de la isla, y al mismo tiempo, sus contribuciones sostienen el despilfarro de los gobernantes en Madrid. Los adelantos que se introducen se deben al capital de los nacionales y a los préstamos de bancos extranjeros. Mientras Cuba mejora la industria del azúcar, la taba­calera, la ferroviaria, España se encuentra atrasada por la falta de moder­nización. Las contribuciones aumentan para los cubanos, al mismo tiempo que se incrementan los gastos en el gobierno, emperrado en ideas estúpi­das de reconquista de territorios perdidos por las luchas de liberación nacional. Al imperio "en que no se ponía el sol" sólo le quedaba la Isla de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Ese había sido el resultado de la política nefasta de los Austria y los Borbones. 

  En el censo de población de 1841, Cuba tenía 418,291 habitantes blancos, 152,550 negros y mulatos libres, sin contar más de trescientos mil esclavos africanos, inmigrantes chino y militares que estaban destacados en la isla.

  Grupos de descontentos se reúnen en las Logias Masónicas. Dan comienzo las primeras conspiraciones, entre ellas "Los Soles y Rayos de Bolívar". La agitación entre la población esclava se acrecienta, provocada por el Cónsul inglés en La Habana, Turnbull. En la noche del 27 al 28 de marzo de 1842 los esclavos del ingenio "Alcancía", "La Luisa", "La Trini­dad", "Las Nieves" y "La Aurora" se sublevan. Los del cafetal "Moscú" y trabajadores en los ferrocarriles de Cárdenas y Júcaro también se rebelan. Todos fueron perseguidos antes de que tuvieran tiempo de reunirse con los sublevados en "Alcancía". Muchos de ellos pagaron con su vida. Otros prefirieron el suicidio . Otros se salvaron y se unieron a los "palenques" en la región de Matanzas. Sobre las torturas recibidas por los prisioneros, a los que se les sacaba la información que les convenía a las autoridades, tenemos la información de uno de los abogados más ilustres de la época, Vidal y Morales, que dice:

"A un cuarto de milla de la calzada de San Esteban, que atraviesa la parte sur de la ciudad de Matanzas, existe una pequeña finca llamada la "Estancia de Soto"; en su batey, además de la casa de vivienda, se encontraba una fábrica en estado ruinoso, que parece haber sido un almacén destinado a depósito de café; ese fue el lugar escogido para ergástula de tormentos de las infelices víctimas: allí se arrancaban por el dolor las declaraciones que se exigían; allí se representaban escenas comparables sólo a las que se refieren en los "Anales de la Inquisición" y nos horripilan cuando las vemos relatadas en el "Infierno de Dante"... Los que sobrevivían al tormento eran transportados en una carreta a la casa conocida por de Española, situada en las principales ca­lles de Matanzas, elegida por hospital provisional de los presos enfermos de la conspiración de la gente de color, y de donde diariamente salían para el cementerio dos o tres cadáveres y se les daba sepultura inscribiéndolos en los re­gistros como fallecidos de diarrea.7

  Así morían aquellos esclavos africanos, acusados de querer formar una "república etíope". Después sobrevendría la conspiración de "La Escalera", en la que estuvieron involucrados muchos negros y mulatos pudientes, los cuales pagarían grandes sumas de dinero para alcanzar la libertad; pero otros pagarían con su vida, entre ellos el poeta Gabriel de la Concep­ción Valdés.

Los primeros movimientos liberación 

  Al estallar los primeros movimientos de liberación contra España, los Estados Unidos no prestaron ayuda, como hicieron algunos países hispa­noamericanos, sino que adoptaron una posición de hostilidad, ofreciendo su apoyo a España en caso de que su soberanía fuera afectada. 

  En 1848 el general Narciso López inicia sus preparativos para invadir Cuba, contando con la ayuda de americanos influyentes sobre todo en el Sur de los Estados Unidos. El 11 de agosto de 1848 el presidente Zacarías Taylor condena a quien trate de perturbar la paz en la Isla, al que califica de "... criminal en alto grado, y comprometedor del el honor nacional."8 

  Las expediciones de Narciso López fracasaron, porque el pueblo cubano no estaba preparado en aquel momento para liberarse de España, pero habían dejado sembrada la semilla de la libertad. 

  William R. Marcy, secretario de Estado del presidente Pierce, propone en 1854 una reunión de sus ministros en Inglaterra, España y Francia. Estos se reúnen en la llamada "Conferencia de Ostende", celebrada en esa ciudad los días 9, 10 y 11 de octubre, con el fin de lograr la compra de Cuba . Entre sus acuerdos destaca uno que dice: 

  "Si después de haber ofrecido a España por la Isla (Cuba) un precio superior a lo que ella vale, resulta que nuestra oferta rechazada, el momento habrá llegado de considerar si Cuba española expone o no nuestra paz interior y la existencia de nuestra amada Unión." 9 

  El historiador cubano Ramiro Guerra (†), al referirse al comercio con los Estados Unidos, dice: 

  "Las relaciones mercantiles entre Cuba y los Estados Uni­dos, sobre todo, eran tan estrechas y tan considerables, que 25.056.321 de pesos fuertes a que había ascendido en 1844 la importación cubana, cerca de $ 10.000.000 procedían de los Estados Unidos; y de los $ 25.426.591 que exportó Cuba, más de 
$5.000.000 se despacharon para la Unión norteam­ericana, y éstos por su parte tenían en Cuba su mayor mercado después de las dos grandes y ricas naciones de In­glaterra y Francia ." 10 

  En 1842 los anexionistas cubanos deseaban la unión con los Estados Unidos, creyendo que así podían prosperar y tener menos trabas políticas y económicas. Pero tropezaron con un enemigo peligroso: la hostilidad de Inglaterra, que no deseaba la expansión del poder norteamericano. En Cuba se temía entre muchos cubanos pudientes y españoles recalcitrantes que el anexionismo no pudiera resolver la situación política en la isla. El 24 de mayo de 1854 se publica en la Gaceta de Reales Órdenes, una orden del gobernador Pezuela, aumentando la tropa militar, donde se incluía la formación de treinta y dos compañías de morenos y pardos con un total de 7.680 plazas. Esta resolución hizo poner el grito en el cielo a los que decían que las sublevaciones de años anteriores se había debido al intento de establecer una república negra; su lema era "Cuba: africana o española". La idea anexionista ha quedado liquidada . Los conatos de liberación son ahogados con medidas drásticas, tomadas por los gobernadores militares. Se solicita de España derechos políticos para Cuba. Las autoridades españolas están pendientes de cuantos movimientos efectúan los hombres más prominentes. Son deportados a Ceuta y desterrados los que se consideran más peligrosos: Los cubanos van llegando a comprender que la lucha armada es el único medio de liberación. Todas las intentonas anteriores habían fracasado. El 10 de octubre de 1868, en el ingenio". La Demajagua", al grito de "Independencia o Muerte", un grupo de hombres dirigidos por Carlos Manuel de Céspedes se lanzan a la manigua, a la lucha por la libertad de Cuba. El 15 de octubre en la finca de Céspedes "Palma Alta" se da la libertad a los esclavos. El grito de "Viva Cuba Libre" no se apagó, ni se iba a apagar: los liberados se unieron a la revolución. Fue el crisol donde se fundieron los elementos étnicos que iban a integrar la nacionalidad cubana. 

  Las autoridades, al principio, no se dieron cuenta de la importancia del acontecimiento; pero al pasar los días y semanas, y saber que las fuerzas revolucionarias que empuñaban las armas contra España iban en aumento , se mostraron inquietos. Ofrecen el perdón a los principales dirigentes, y conceden mejoras políticas en  la isla. Todo fue en vano. La guerra seguiría su agitado curso a lo largo de dos lustros. 



  Fueron años duros para el pueblo cubano: vejaciones, maltratos, perse­cuciones. Pero el destino estaba escrito: la revolución era imparable. En las tres provincias occidentales, el gobierno mantenía un control absoluto a base del terror; se amenazó a los cubanos terratenientes que si se unían a la revolución, o la apoyaban económicamente lo perderían todo. 


  La guerra llega a su fin en 1878. Pero el espíritu de lucha había queda­do latente en el pueblo cubano. El Pacto de Zanjón fue otra de las burlas del gobierno español contra el pueblo cubano. España había perdido en diez años de lucha armada más de 200,000 soldados (veinte mil por año, entre muertos en combates y enfermedades). 

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