Una curiosa leyenda nos cuenta la formación de la tierra cubana.

“…Sabido es que para los indios el sol, la luna y las estrellas salían de las cuevas de Jobobaba, en la isla de “La Española”. En estas cuevas habitaba Maniatibel, dios subalterno que vivía en perpetua oscuridad, hasta que un día asomándose a la boca de la cueva, descubrió la luz y se enamoró de ella. La poseyó, ignoramos como, y de ella tuvo una hija, Cuba.

Cuando esta virgen era ya una hermosa doncella, la persiguieron los dioses con sus lúbricos deseos; pero la hija de la luz, no podía ser manchada por el contacto carnal. Huyendo por todos los ámbitos del “Turey”, el cielo según los taínos, para no caer en los brazos de sus perseguidores, rasgó las nubes y se arrojó al mar. Allí quedó dormida, meciéndola suavemente las ondas.
Sus lágrimas fueron ríos; de sus senos surgieron los montes, de sus cabellos los bosques; de sus pestañas las palmeras; y fue por su origen divino la más hermosa y mejor y de las tierras, en donde eternamente debía brillar el sol y florecer la primavera…”
Esta hermosa leyenda es recogida por José Güell y Renté en sus “Leyendas Americanas” (Madrid, 1856), pero existen muchas otras leyendas que les podría relatar, semejantes en su espíritu poético y delicada invención de estos ensueños de la tradición. Pero de la historia verdadera de nuestros primeros pobladores poco o nada ha llegado hasta nosotros. Solo noticias confusas llevadas a las páginas de los cronistas del descubrimiento, con frecuentes contradicciones.
De la época de la Conquista, son conocidos los incidentes de Hatuey, que vencido por los españoles y que, antes de ser quemado en la hoguera, le mostraran la cruz para su conversión a fin de que pudiese ganar el cielo, negándose obstinadamente, sabiendo que a ese mismo cielo iban sus opresores; o el de la hecatombe de indios que dio nombre a la ciudad de Matanzas. Pero poco más conocemos.
Para Güell, los verdaderos héroes y símbolos de la historia nacional cubana fueron sus víctimas, proponiendo una interpretación radicalmente distinta de Colón y de sus legados. En lugar de un benefactor, consideraba a Colón culpable de exterminar a una civilización entera de la faz de la Tierra, permitiendo que se les explotara y obligara a trabajar en sus propias tierras como esclavos y que aprobara tantas crueldades, despoblando la Isla al filo de la espada de sus marineros y soldados.
ORIGEN DE CUBA -LEYENDA
De nuestros siboneyes comentaba “… era de los pueblos más mansos, más generosos y más hospitalarios del mundo…” los siboneyes sobresalían a los demás indios de América afirmando que no ha existido en ningún país del Universo un estado social tan perfecto en su género. No necesitaron de los impresionantes monumentos y construcciones que legaron otras culturas precolombinas, porque respecto a la felicidad humana, eran muy superiores al resto, tenían el paraíso.
José Güell y Renté, nace en La Habana en 1818 y es bautizado en la iglesia parroquial del Espíritu Santo el 14 de septiembre de 1818. Hijo de padre catalán y de madre oriunda de la villa de Guanabacoa. Cursó la primaria en el colegio de Cubí y Soler y el bachillerato en el Seminario. En 1838 se graduó de doctor en Derecho Civil en la Universidad de Barcelona. Colabora en el periódico La Guirnalda (1842), de Matanzas.
A pesar de todos los obstáculos clasistas, contrae matrimonio, en Valladolid, con María Josefa Fernanda Borbón y Borbón, hermana del rey consorte de Isabel II, don Francisco de Asís de Borbón. Es desterrado y se traslada a Francia, donde residió cuatro años y conspiró a favor de los generales isabelinos O’Donell y Espartero. Junto a ellos, en 1854, contribuye a la sublevación de Valladolid, ciudad en que poco después es designado como diputado para las Cortes Constituyentes.
Desde esta tribuna hizo público y reafirmó que su matrimonio “aristocrático” no le había alejado de sus ideas democráticas “…soy hombre del pueblo, venido aquí por el pueblo y para el pueblo…”.
Después de la paz del Zanjón, en 1879, en Cuba, fue electo senador por la “Universidad de La Habana”, abogando siempre por la abolición de la esclavitud, y también renovó el proyecto ya iniciado desde 1864, de erigir un gran edificio para la Universidad de La Habana.
Al igual que de la historia de los primeros pobladores de nuestra Isla, también es poco conocido por nosotros la vida de este cubano, que independiente a su vínculo con el poder español, tuvo una mirada tan amorosa y entrañable sobre la tierra que le vio nacer. Sirva esta publicación como recuerdo y homenaje.
CUBA EN LA MEMORIA 30/12/2014