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viernes, 1 de marzo de 2013

UN ESPÍA NAZI EN CUBA





            El mismo día (11 de diciembre de 1941), Cuba le declaró la guerra a la Alemania nazi y la Italia fascista –ya se la había declarado a Japón, al día siguiente del bombardeo de Pearl Harbor, que había tenido lugar el día 7-. La embajada alemana en La Habana estaba situada en la calle H número 408 esquina a la calle 19, en el Vedado.
            En septiembre de ese mismo año, se había establecido en La Habana el espía nazi Heinz Kunning –nacido en Bremen el 28 de marzo de 1912, y graduado como ingeniero electricista en el Instituto Politécnico de Berlín, quien dominaba el inglés y el español y otros tres idiomas-, bajo la falsa identidad de Enrique Augusto Lunin, un supuesto comerciante nacido en Honduras, que se alojó primero en un hotel y después definitivamente en el segundo piso de una casa de huéspedes en el número 366 de la calle Teniente Rey entre Villegas y Aguacate, abriendo en la calle Industria número 314 una casa de modas con el rótulo de “La Estampa”.
            Para sus tareas de espionaje, disponía de un receptor-transmisor de radio, una antena de doble línea, y dos manipuladores telegráficos, así como la posibilidad del envío de informes escritos en tinta invisible.
            Las averiguaciones que logró hacer entre los marinos mercantes que frecuentaban los bares próximos a los muelles le permitieron transmitir la información necesaria para que la flota submarina nazi que merodeaba por el Caribe comenzara –a partir de mediados de 1942- a hundir buques de carga cubanos, que salían de los puertos de Manzanillo y Santiago de Cuba y emprendían viaje hacia los EE.UU., Europa y otros destinos.
            La contrainteligencia cubana –el Servicio de Información de Actividades Enemigas (SIAE), creado el 21 de marzo de 1942- se había instalado inicialmente en una casona del Malecón y después se trasladó al edificio de la sección de Radio Motorizada de la Policía Nacional, en la calle Sarabia entre las calles Unión y Arroyo, en el barrio habanero del Cerro, bajo las órdenes del capitán Mariano Faget Díaz. Al personal cubano se unieron pronto agentes estadounidenses y británicos, en la búsqueda del servicio de espionaje nazi obrante en Cuba.
            En las Bermudas funcionaba un servicio conjunto de los EE.UU. y Gran Bretaña dedicado al examen de la correspondencia originaria de los distintos países del Continente, dirigida a destinos sospechosos. Así se detectó una carta procedente de La Habana, escrita en tinta invisible. Al mismo tiempo, un avión rastreador de señales de radio, que sobrevolaba La Habana, determinó que unas transmisiones en clave se producían desde la zona comprendida entre la calle Belascoaín y los muelles.

 DESENLACE

            Bajo la suposición de que el agente o los agentes nazis recibían giros desde el extranjero a fin de financiar sus actividades (ya que habían sido cerradas las embajadas de los países del Eje nazi-fascista y éstas no podían ser la fuente de esa financiación indispensable), el cabo Pedro Luis Gutiérrez Fernández siguió la pista de los residentes de La Habana Vieja que recibían regularmente envíos de dinero, resultándole llamativa una firma en la sucursal del Banco Boston en Cuatro Caminos. Fue al Ministerio de Comunicaciones, entonces sito en el convento de San Francisco, en Teniente Rey y Oficios, y les mostró la firma a todos los carteros; uno de éstos, José Francisco Rojo, recordó que la firma correspondía a uno de los inquilinos de una casa de huéspedes de la calle Teniente Rey. El cabo Gutiérrez encargó al cartero Rojo que entregara una carta certificada a dicho destinatario, y a continuación comparó la firma en el acuse de recibo con la firma en el recibo del giro enviado a Luni (es decir, Kunning). Ambas firmas eran idénticas.
            El domicilio de Kunning fue registrado y él, llevado a prisión en el Castillo del Príncipe, y encausado. Se le encontraron mapas, croquis de centros comerciales cubanos, equipos de radiocomunicación, y un bolígrafo-pistola (que hoy se conserva en el Museo y Biblioteca Pública “Oscar María de Rojas”, en la ciudad de Cárdenas). El arma, con un calibre de 12 mm, tiene 14.5 centímetros de longitud y 2.5 cm de ancho. Había sido fabricada por The Lake Erie Chemical Co., en Cleveland, Ohio. Era de un solo disparo, con percutor en forma de botón.
            El 19 de septiembre de 1942, el Tribunal de Urgencia condenó a Kunning a muerte por fusilamiento. Resultó el único espía del Tercer Reich sentenciado a muerte en todo el continente americano. Fue ejecutado el 10 de noviembre de 1942, en los fosos del Castillo del Príncipe, en presencia del teniente coronel Quirino Uría, supervisor militar de la prisión de La Habana. Éste le contó posteriormente al escritor José Lezama Lima –entonces, secretario del Consejo Superior de Defensa Social- que Kunning había exhibido “una marcialidad tremenda” y que en el momento del fusilamiento al general Uría le temblaron las piernas, impresionado por la sangre fría del alemán.
           
(3) http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic. (4) Cable en edición del New York Times 11/11/1942. (5) U-Boats del Tercer Reich en Cuba. Maximino Gómez Álvarez. Entrelíneas Editores (Madrid), Primera Edición, junio de 2009.

1 comentario:

  1. Es muy interesante la informacion sobre el espia Nazi en Cuba cuando la Segunda Guerra mundial. Hubieron muchos en diferentes paises, tambien hubo colaboradores nacionales en muchos paises, total para nada. Lo que si que fue valientela actitud del espia que le hizo frente al peloton con valor. Eso se llama ser un hombre y tener "cojones" mcomo dicen los cubanos.

    Agustin Paz
    Argentina

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