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domingo, 1 de septiembre de 2013

Fernando Ortiz


Fernando Ortiz. La africanía de la música folklórica de Cuba.  La Habana, 1950. xvi-478 p., ilus. Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba. Prólogo de Alfonso Reyes. La Habana, 1951. xvi-466 p., ilus. Los instrumentos de la música afrocubana. La Habana, Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1952-1955. 5 vols.:-306, 344, 452, 472 y 530 p., ilus. Revista Interamericana de Bibliografía.
Book Reviews Gilbert Chase

  Los siete gruesos tomos de la magna obra del sociólogo y folklorista cubano Fernando Ortiz, conocido por sus múltiples y nutridos estudios afrocubanos, vienen a constituir un valioso y completísimo cuadro de la música afrocubana en todas sus ramificaciones. Los cinco tomos dedicados a los instrumentos de esa música, presentados con gran lujo de detalles, incluyendo numerosas ilustraciones gráficas y musicales, están precedidos por dos volúmenes que documentan, primero, la presencia africana en el folklore de Cuba, y luego los caracteres del baile y del teatro de los negros en este folklore.
  Antes de entrar en los pormenores de este copioso trabajo, quisiera comentar las bases tan amplias y tan profundas de su estructuración  ideológica. Me refiero a la ponderada consideración que el autor concede a los factores geográficos, históricos y sociales. Esta música es el producto de aquellos factores. Sería factible estudiar el producto, descriptiva y analíticamente, sin ocuparse de los factores formativos. Pero eso no sería hacer historia, puesto que la historia es siempre un proceso cultural, algo dinámico y no estático. La historia musical, en tanto que es un ramo de la historia de la cultura, algo dinámico y no estático. La historia musical, en tanto que es un ramo de la historia de la cultura, debe fundarse en la premisa de que la música es hecha por hombres y mujeres situados históricamente en un tiempo y un espacio cuyas dimensiones culturales son precisamente aquellos factores geográficos, sociales, etnográficos, lingüísticos, y hasta económicos, en lo que hace hincapié el autor.
  Es indudable que la música tiene contornos y modalidades bien definidas, que le confirieron una marcada y poderosa idiosincracia, y cuya influencia se ha dejado sentir en grandes sectores de nuestro continente. Toda la zona del Caribe es de fundamental importancia en el desarrollo musical de América, y dentro de esa zona la isla de Cuba ocupa un lugar céntrico por la complejidad y la pujanza de sus formas músico-folklóricas. También es indudable que la fuerza generatriz y la potencia extra-nacional de la música cubana se deben principalmente a la presencia africana en ella. La obra de Fernando Ortiz viene a tener entonces un doble valor. Por una parte, nos brinda un magnífico ejemplo de lo que debe ser  la historia musical de América, dentro de la línea de la disciplina que hoy llamamos “etnomusicología” (antes conocida como “musicología comparada”). En segundo término, nos ofrece una vasta y bien organizada documentación acerca de una música y una tradición popular cuya influencia ha sido tan preponderante en la evolución musical del hemisferio occidental.
  Para apreciar el aporte de la obra de Ortiz en su justo valor, habría que hacer una reseña detallada de cada uno de los siete tomos que la componen, y, desde luego, el espacio disponible no permite tan minucioso examen. Nos contentaremos, entonces, con trazar a grandes rasgos el contenido de la obra. El primer tomo (478 páginas) nos presenta un panorama general de la música africana, introducción  imprescindible para abordar cualquier aspecto de la música afroamericana, sea en el Caribe, en el Brasil, o en Estados Unidos. Con el segundo tomo (466 páginas), que ostenta un prólogo de Alfonso Reyes, entramos en el mundo fascinante del baile y del teatro popular de los negros, estrechamente ligado a formas litúrgicas y ritos tradicionales, ya que, como dice nuestro autor, el baile de los negros “no es cosa de juego”. Especialmente interesante es el capítulo III, sobre “La pantomima entre los negros”, pues sabemos que la base del baile africano es pantomímica. En Cuba, esta clase se manifiesta en la mímesis de bailes como la rumba y el freme, así como en las litúrgicas danzas de máscaras de los cultos afrocubanos.
  Siguen después los cinco tomos destinados al estudio de los instrumentos de la música afrocubana, distribuidos del modo siguiente: I, Los instrumentos anatómicos y los palos percusivos; II, Los instrumentos sacuditivos, y los frotativos y los hierros; III, Los tambores xilofónicos y los membranófonos abiertos, A a N; IV, Los pulsativos, los fricativos, los insuflativos y los aeritivos. El último tomo contiene también los índices generales, que incluyen el índice bibliográfico, índice de figuras, e índice de instrumentos. Son, en total, 2,103 páginas a la descripción de los instrumentos musicales afrocubanos.
  Para los que indagamos en la historia cultural del Nuevo Mundo, la obra de Fernando Ortiz es fuente inagotable de datos, de ideas, y de sugerencias. Tal vez sería deseable que para el lector menos especializado se hiciera una versión condensada, que pusiera a su alcance los datos, los antecedentes básicos  para el entendimiento de la música y el folklore afrocubanos como aspecto fundamental en el proceso cultural de nuestro continente. Sea como fuere, los estudiosos de la materia tenemos que agradecerle al doctor Ortiz su ardua y proficua labor en este campo fecundo donde –él mismo lo reconoce- aun queda tantos surcos para labrar.

University of Oklahoma,
Norman,  Oklahoma, E.U.A.




1 comentario:

  1. Todo lo que sea de Don Fernando Ortiz es interesante. Fue el que promovio los estudios africanos en Cuba. Dejo una gran collecion de libros sobre el tema africano. Sus estudios siempre aclaradores sobre ese tema.

    Antonio Gilbert
    Orlando, Fl.

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