Fernando Ortiz. La africanía
de la música folklórica de Cuba. La Habana , 1950. xvi-478 p., ilus. Los bailes y el teatro de los negros en el
folklore de Cuba. Prólogo de Alfonso Reyes. La Habana , 1951. xvi-466 p.,
ilus. Los instrumentos de la música
afrocubana. La Habana ,
Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, 1952-1955. 5 vols.:-306, 344,
452, 472 y 530 p., ilus. Revista Interamericana de Bibliografía.
Book Reviews Gilbert Chase
Los siete gruesos tomos de la magna
obra del sociólogo y folklorista cubano Fernando Ortiz, conocido por sus
múltiples y nutridos estudios afrocubanos, vienen a constituir un valioso y
completísimo cuadro de la música afrocubana en todas sus ramificaciones. Los
cinco tomos dedicados a los instrumentos de esa música, presentados con gran
lujo de detalles, incluyendo numerosas ilustraciones gráficas y musicales,
están precedidos por dos volúmenes que documentan, primero, la presencia
africana en el folklore de Cuba, y luego los caracteres del baile y del teatro
de los negros en este folklore.
Antes de entrar en los pormenores
de este copioso trabajo, quisiera comentar las bases tan amplias y tan
profundas de su estructuración
ideológica. Me refiero a la ponderada consideración que el autor concede
a los factores geográficos, históricos y sociales. Esta música es el producto
de aquellos factores. Sería factible estudiar el producto, descriptiva y
analíticamente, sin ocuparse de los factores formativos. Pero eso no sería
hacer historia, puesto que la historia es siempre un proceso cultural, algo
dinámico y no estático. La historia musical, en tanto que es un ramo de la historia
de la cultura, algo dinámico y no estático. La historia musical, en tanto que
es un ramo de la historia de la cultura, debe fundarse en la premisa de que la
música es hecha por hombres y mujeres situados históricamente en un tiempo y un
espacio cuyas dimensiones culturales son precisamente aquellos factores
geográficos, sociales, etnográficos, lingüísticos, y hasta económicos, en lo
que hace hincapié el autor.
Es indudable que la música tiene
contornos y modalidades bien definidas, que le confirieron una marcada y
poderosa idiosincracia, y cuya influencia se ha dejado sentir en grandes
sectores de nuestro continente. Toda la zona del Caribe es de fundamental
importancia en el desarrollo musical de América, y dentro de esa zona la isla
de Cuba ocupa un lugar céntrico por la complejidad y la pujanza de sus formas
músico-folklóricas. También es indudable que la fuerza generatriz y la potencia
extra-nacional de la música cubana se deben principalmente a la presencia
africana en ella. La obra de Fernando Ortiz viene a tener entonces un doble
valor. Por una parte, nos brinda un magnífico ejemplo de lo que debe ser la historia musical de América, dentro de la
línea de la disciplina que hoy llamamos “etnomusicología” (antes conocida como
“musicología comparada”). En segundo término, nos ofrece una vasta y bien
organizada documentación acerca de una música y una tradición popular cuya
influencia ha sido tan preponderante en la evolución musical del hemisferio
occidental.
Para apreciar el aporte de la obra
de Ortiz en su justo valor, habría que hacer una reseña detallada de cada uno
de los siete tomos que la componen, y, desde luego, el espacio disponible no
permite tan minucioso examen. Nos contentaremos, entonces, con trazar a grandes
rasgos el contenido de la obra. El primer tomo (478 páginas) nos presenta un
panorama general de la música africana, introducción imprescindible para abordar cualquier aspecto
de la música afroamericana, sea en el Caribe, en el Brasil, o en Estados
Unidos. Con el segundo tomo (466 páginas), que ostenta un prólogo de Alfonso
Reyes, entramos en el mundo fascinante del baile y del teatro popular de los
negros, estrechamente ligado a formas litúrgicas y ritos tradicionales, ya que,
como dice nuestro autor, el baile de los negros “no es cosa de juego”.
Especialmente interesante es el capítulo III, sobre “La pantomima entre los
negros”, pues sabemos que la base del baile africano es pantomímica. En Cuba,
esta clase se manifiesta en la mímesis de bailes como la rumba y el freme, así
como en las litúrgicas danzas de máscaras de los cultos afrocubanos.
Siguen después los cinco tomos
destinados al estudio de los instrumentos de la música afrocubana, distribuidos
del modo siguiente: I, Los instrumentos anatómicos y los palos percusivos; II,
Los instrumentos sacuditivos, y los frotativos y los hierros; III, Los tambores
xilofónicos y los membranófonos abiertos, A a N; IV, Los pulsativos, los
fricativos, los insuflativos y los aeritivos. El último tomo contiene también
los índices generales, que incluyen el índice bibliográfico, índice de figuras,
e índice de instrumentos. Son, en total, 2,103 páginas a la descripción de los
instrumentos musicales afrocubanos.
Para los que indagamos en la
historia cultural del Nuevo Mundo, la obra de Fernando Ortiz es fuente
inagotable de datos, de ideas, y de sugerencias. Tal vez sería deseable que
para el lector menos especializado se hiciera una versión condensada, que
pusiera a su alcance los datos, los antecedentes básicos para el entendimiento de la música y el
folklore afrocubanos como aspecto fundamental en el proceso cultural de nuestro
continente. Sea como fuere, los estudiosos de la materia tenemos que
agradecerle al doctor Ortiz su ardua y proficua labor en este campo fecundo
donde –él mismo lo reconoce- aun queda tantos surcos para labrar.
Norman, Oklahoma, E.U.A.
Todo lo que sea de Don Fernando Ortiz es interesante. Fue el que promovio los estudios africanos en Cuba. Dejo una gran collecion de libros sobre el tema africano. Sus estudios siempre aclaradores sobre ese tema.
ResponderEliminarAntonio Gilbert
Orlando, Fl.