Eliana Onetti (†)
Estamos comenzando un nuevo año: 2008. ¿Qué mejor momento
para reflexionar, especialmente, sobre la educación que los niños y jóvenes
merecen y a la que tienen derecho? Porque de la buena educación que demos a
nuestra prole dependerá que en el futuro puedan o no ser una esperanza de
mejoramiento para la sociedad en que viven.
Educación,
como concepción general, es el acto de transmisión de los valores y el
conocimiento de una sociedad. Debe la educación ser la guía para el aprendizaje
de una cultura y de un comportamiento compatible con la adultez que permitan a
cada persona llenar satisfactoriamente su cometido dentro de la sociedad en que
vive.
Educación es, por lo tanto, la acción de moldear el espíritu
y esculpir el carácter, y para ello es necesario trabajar con total dedicación
en el individuo desde su más tierna infancia hasta el momento de su muerte.
Educar es tarea de los padres en primer término; de la familia toda en segundo
y de la comunidad en pleno finalmente.
La enseñanza, parte inseparable de la educación, es la
actividad que permite al maestro y al profesor o quien haga las veces de tales
(que los padres también enseñan) transmitir una serie de conocimientos que
puedan ser de utilidad al individuo en su actividad diaria. Enseñamos buenos
modales, Aritmética, Gramática, Historia, etc.
La escuela es un centro de enseñanza y NO ES POSIBLE pedir
al maestro que se convierta en educador, porque entonces no tendría tiempo para
enseñar. No pidamos “peras al olmo” porque nos quedaremos sin peras y sin
sámaras.
La función de la escuela es, por tanto, instruir las mentes
y prepararlas para los distintos tipos de actividades intelectuales necesarios
en la sociedad; incluidas la ética y la cívica. La escuela debe enseñar
disciplina, respeto y las normas de comportamiento social y tener como objetivo
prioritario el enseñar a pensar, -que es como enseñar a ser- y sembrar en el
niño la semilla del amor al estudio y al conocimiento.
El Estado, administrador de los recursos de un país o
nación, o sea, de una sociedad cuya comunidad de origen, ideas, lengua,
costumbres y principios esenciales aglutina a sus componentes, tiene el deber
de garantizar una enseñanza de calidad a todos sus ciudadanos. Este principio
básico es indiscutible.
El Estado, por tanto, tiene la obligación de proporcionar
una enseñanza pública y gratuita de calidad, garantizando que la escuela
pública satisfaga las necesidades sociales de una instrucción
satisfactoriamente uniforme y plenamente eficaz en todos los centros públicos
de enseñanza. Logrado esto, desaparecerá “per se” la preocupación existente en
estos momentos en la sociedad española con respecto a la posibilidad de escoger
o no el centro de estudios más adecuado para sus hijos, ya que todos los
centros estarían uniformemente dotados en excelencia para cumplir su función.
Para lograr estos objetivos, es absolutamente necesario que
los parámetros regidores de la enseñanza no estén a merced de los vientos
políticos; sino basados en técnicas pedagógicas eficientes y duraderas; lo que
no significa que éstas sean inmovilistas, sino que, por el contrario, sean
capaces de adecuarse a los tiempos de manera tal que provean siempre
conocimientos acordes con las necesidades reales de la sociedad.
Si tenemos centros de enseñanza dotados de cuadros profesorales
vocacionales y adecuadamente instruidos; un plan de estudios pedagógicamente
acertado y una comunidad convencida de que el rigor, la disciplina y el
esfuerzo deben ser la tónica predominante en el entorno que relaciona
magisterio y aprendizaje, habremos dotado al país de sólida base para
desarrollar el entramado educativo que una sociedad necesita para progresar
intelectualmente.
Y si, además, logramos darnos cuenta de que la enseñanza
laica, sin tintes proselitistas de ningún tipo –ni religioso ni ateo- es
perfectamente compatible y adecuada al modelo de sociedad contemporánea, se
acabará de una vez por todas la fútil discusión sobre la asignatura de religión
en las escuelas públicas. Porque la religión es una opción personal y privada,
totalmente desvinculada de la enseñanza general. Son los padres los que deben
aportar los medios para que sus hijos puedan recibir adoctrinamiento en su
confesión religiosa, y para ello tienen los recursos del ejemplo personal y
familiar y de las iglesias, que es donde mejor pueden el niño y el adolescente
imbuirse de la fe de sus mayores. “Dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios”.
¿Y la escuela privada? Tiene ésta también su sitio en el
entramado educativo, pero debe la escuela privada cumplir fielmente con el
currículo de estudios diseñado por la enseñanza pública, de manera que sus
educandos tengan garantizada la obtención de similares conocimientos. La
escuela privada puede y debe ampliar su abanico de asignaturas, con
conocimientos y actividades que la escuela pública, por su masificación, es
incapaz de ofrecer, como la enseñanza en profundidad de idiomas extranjeros,
por poner un ejemplo. La escuela privada, porque puede seleccionar, viene a
llenar un espacio importante en el ámbito de la instrucción, ofreciendo a
aquellos alumnos mejor dotados el ambiente ideal para mejor aprovechar su
tiempo y su esfuerzo.
La buena educación se mama desde la cuna, se desarrolla y
fortalece a lo largo de la infancia y la adolescencia, se consolida en la
madurez y evoluciona con cada experiencia vivida, pero necesita, como planta
delicada, del cuidado y el afán amoroso de un jardinero devoto: la sociedad en
pleno.
Falta apenas un trimestre para que se cumplan cinco años de la desaparición física de Eliana Onetti, escritora cubana de poesía, relato y ensayo, nacida en La Habana (Cuba) en 1944 y fallecida en Murcia (España) el día de Navidad de 2008.
ResponderEliminarFormada en los cánones de la preceptiva literaria española, su precoz numen creador ya comenzó a destacarse en las métricas de los hexasílabos ("Yo soy así", 1975), octosílabos ("Lo funesto",1974) y endecasílabos ("No", 1972), aunque sus primeras creaciones datan de al menos 1960 -según se constata, recorriendo su cuaderno original de primeras obras escritas, en el que los textos originales conservan las fechas y las tachaduras y reelaboraciones de poemas, de relatos cortos y de textos analíticos, en su redacción prístina-.
También cultivó con donaire y gran riqueza de vocabulario el cuento corto, algunos de temas líricos aunque predominan los enmarcados en la resistencia de su Yo ante los embates de un mundo hostil que le infligió innumerables heridas espirituales, como víctima asendereada pero nunca capitulada ante la sociedad comunista fanatizada y su aparato gubernativo represor, que la persiguieron punitivamente desde los 16 años de edad y durante los próximos veinte años, hasta que pudo marchar como exiliada a España. En La Habana, fue Catedrática de Literatura Española, por rigurosa Oposición, en un Instituto Preuniversitario público, de cuya silla lectiva vitalicia fue erradicada sin formación de procedimiento -en una asamblea convocada festinadamente para expulsarla manu militari por razón de su rechazo a incorporarse al Régimen. A continuación, fue Profesora de Idiomas de miembros del Cuerpo Diplomático extranjero acreditado en la Isla, pasó a desempeñar durante varios años el cargo de Traductora e Intérprete de Inglés, Español y Francés en la Embajada de la República Arabe de Egipto en La Habana, y finalmente fue colaboradora de la Embajada y el Consulado General de España. En España, nunca abandonó la creación literaria, ya que colaboró constantemente en publicaciones de los EE.UU., España, México, Argentina, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica, empeño en el que recibió numerosos galardones -entre ellos, el Premio "José María Heredia" de 2007, otorgado por el Instituto Nacional de Periodismo Latinoamericano, con sede en los EE.UU.-.
Su realización señera fue la fundación de la Asociación Literaria Calíope (en un acto celebrado en la Casa de América de Madrid, presidido por el poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca, entonces Director de la Biblioteca Nacional de España y futuro Secretario de Estado de Cultura). La Asociación Literaria Calíope continúa siendo en la actualidad una entidad cultural sin ánimo de lucro que Eliana Onetti presidió desde su creación en 1996 hasta su óbito. Se publicó en esos años un total de 14 antologías de prosa y verso, con las creaciones de los narradores y rapsodas afiliados a la Asociación. Sendos ejemplares de esas ediciones se han incorporado a los fondos bibliográficos de los más destacados repositorios mundiales de la Literatura, tales como la Biblioteca de la Real Academia Española, la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, y las bibliotecas de las principales universidades españolas, estadounidenses y centro y sudamericanas.
LAS IDEAS PEDAGÓGICAS DE ELIANA ONETTI QUEDAN RESUMIDAS EN ESTE ENSAYO SUYO DE 2008, ESCRITO PRECISAMENTE CUANDO ELLA ERA CONSCIENTE DE SU DELICADÍSIMO ESTADO DE SALUD. Y EN ESE ENSAYO NOS HA DEJADO LAS SIGUIENTES VERDADES COMO PUÑOS, válidas para todos los países:
“La enseñanza, parte inseparable de la educación, es la actividad que permite al maestro y al profesor o quien haga las veces de tales (que los padres también enseñan) transmitir una serie de conocimientos que puedan ser de utilidad al individuo en su actividad diaria. Enseñamos buenos modales, Aritmética, Gramática, Historia, etc.
“La escuela es un centro de enseñanza y NO ES POSIBLE pedir al maestro que se convierta en educador porque entonces no tendría tiempo para enseñar."