FOTO: Hospital de San Felipe y Santiago, que la población llamaba de San Juan de Dios. A partir de 1603 los religiosos de esta orden comenzaron a brindar los cuidados de enfermería |
León,
René, “Tomado de San Cristóbal de La Habana, en tiempo de la colonia”
Charlotte, NC, 1988.
El viernes 22 de abril de 1622, temprano en la mañana empezó el fuego en
una casa de la calle del Molino cerca de la Plaza y de la calle Muralla. Las
llamas avivadas por un fuerte viento, devoraron en menos de dos horas cinco
manzanas enteras de la parte principal de la ciudad. Noventa casas que iban de
la marina hasta lo que era el campo fueron destruidas. La intensidad del viento
hizo que se extendiera el fuego a los bosques que colindaban con la ciudad
destruyendo gran parte de ellos. Los vecinos trataron de salvar gran parte del
bosque pero les fue imposible. Trataron de salvar sus propiedades, y sus hijos.
El destino quiso que no hubiera muertos. Anteriormente ya había habido otros
incendios, motivados por descuidos de los vecinos. También, la construcción de
los bohíos que eran de guano. Según carta del Capitán general Don Francisco
Venegas al rey, decía:
“…han desaparecido
anteriormente otras cien casas, ninguna ha vuelto a reedificarse por
imposibilidad de sus dueños; y ansi queda el lugar tan despoblado y falta de
alojamiento para los vecinos y moradores de él, como para los soldados que
sirven en las compañías de la Punta y la Fuerza Vieja. Además, siendo esto
pasaje tan continuo de galeones, y flotas, fuerza es que es imposible de hallar
aquí reparo en los días que se han de detener, se resienten de esta falta. Lo
que mas confuso me tiene es averiguar el principio de estos incendios; ni desde
que hay población en este lugar se ha podido allar el origen de una desdicha
á que están sugetas las casas de paja que llaman guano; y ansi he
mandado prevenir en todas ellas tinas de agua y escaleras y varas largas de
prozor de picas…….innfantería rondando por cuartos en el lugar; y me tocan
cinco o mas veces al día de alarmas de fuego, me hacen tener a caballo todo el
día ensillado para acudir al remedio…..el cabildo habiendo visto la ruina tan
grande queda, me ha suplicado á V.M. les haga merced de prestarle por diez años
cincuenta mil ducados….para reedificar con este empréstito, pues ninguno á de
disponer de ninguna cantidad; y la confianza que á ellos y á mí nos queda es
que en otros lugares de menos han de menos importancia han recevido beneficio.”
(la escritura de la época)
La catástrofe ocurrida el 22
de abril hubiera podido ser menor, si la zanja que venía de la Chorrera, no se
hubiera obstruido y encontrado en mal estado. En el momento del fuego se estaban
haciendo reparaciones y el suministro del agua se había suspendido. El 11 de
abril la presa cedió completamente, y tuvieron que repararla con grandes
tablones, pues necesitaban el agua con urgencia para la llegada de la flota de
México de un momento a otro. El costo de la reparación fue 84,112 reales, que
se tomaron de la flota que llegó a La Habana. Para poder pagar el dinero
tomado, se impuso un impuesto de catorce reales por pipa de agua, cuatro reales
eran los que se cobraban anteriormente.
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