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viernes, 1 de julio de 2016

Sintesis Histórica de Palos de la Frontera - Primera Parte



por

Dr. Julio Izquierdo Labrado
Palos de la Frontera
Agosto, 1987


  A pesar de que existen diversas versiones que atribuyen a Palos de la Frontera unos orígenes legendarios muy remotos, documentalmente, esta localidad nace a la historia en 1322, fecha en que Juan I de Castilla la dona a Alonso Carro y Berenguela Gómez, su mujer. De esta forma se separa de lo que había constituido el reino almohade de Niebla al que seguía perteneciendo aún después de su reconquista a mediados del siglo XIII.
  Palos era por estas fechas, como presumiblemente lo fue en toda su anterior historia, un pequeñísimo núcleo de población que subsistía de la pesca litoral aprovechando las cualidades que como puerto interior, al abrigo del viento y los ataques piráticos, ofrecía el Tinto.
  Alvar Pérez de Guzmán, al que debemos considerar como verdadero padre y fundador de la villa de Palos, contaba sólo de catorce años cuando Alfonso XI, en 1379, le concede las Villas de Palos y Villalba como compensación por haberle arrebatado las localidades de Huelva y Gibraleón para cederlas a la Duquesa de Medinaceli. Alvar Pérez consiguió del monarca el privilegio de eximir de cualquier impuesto real a las primeras 50 primeras familias que se instalasen en Palos acudiendo a su iniciativa de repoblación, estableció con su legislación las bases del ordenamiento jurídico   municipal y dedicó las escasas poco fértiles tierras del término Palermo al cultivo del olivo y la producción de aceite. Después de la prematura muerte de D. Alvar, su viuda, Doña Elvira de Ayala, hija del Canciller de  Castilla, prosiguió su labor hasta que muere en 1434.
  Cada una de las hijas de D. Alvar y Dña Elvira, llamadas Isabel y Juana, heredaron una mitad de la villa  de Palos que por sus respectivos matrimonios pasaron  a ser señoríos, una mitad del Conde de Miranda y la otra del Conde de Cifuentes. Los Miranda enajenaron  en 1480 la sexta parte de su señorío en favor de D. Enrique de Guzmán, Duque de Medina Sidonia y Conde de Niebla. Por su parte, los Cifuentes vendieron la mitad de la villa a los Reyes Católicos en junio de 1492, cuando se preparaba la partida de la expedición colombina.
  Esta triple fragmentación del señorío sobre Palos provocó la complejización del ordenamiento municipal y de la estructura interna del Consejo Palermo, pese a la cual –tal vez gracias a ella- Palos fue una villa bien administrada. Los cargos de nombramiento señorial eran los tres alcaldes mayores, uno por cada señor, que constituían  la máxima autoridad en el Concejo, y el alcalde del castillo, nombrado directamente por el Conde de Miranda y cuya misión específica era la custodia del castillo y tierras colindantes con cuerpos armados. Los alcaldes mayores a su vez, bien por designación, elección, sorteos o subasta, se encargaban de seleccionar a los llamados cargos de nombramiento concejil; Alcaldes Ordinarios (eran tres, similares a los Tenientes Alcaldes actuales), Regidores (eran seis, semejantes a los actuales Concejales), Escribanos, Alguaciles, Mayordomos, etc.
La tripartición señorial, a la que se sumó a partir de 1492 la hostilidad contra el Corregidor por los Reyes Católicos, unida al hecho de que la mayoría de los cargos del Consejo estaban ocupados por una oligarquía municipal emparentada entre si –destacaron los Prieto- y con intereses análogos a la población, hizo a la villa disfrutar de una pseudo-autonomía que se tradujo en buena administración y prosperidad económica. Tan sólo cuando esta oligarquía emigró mayoritariamente a América, relevándola en sus cargos funcionarios enviados por la Corona, se materializó la decadencia de Palos.
  Para comprender el interés de tantas familias nobiliarias y de la Corona por adquirir la villa de Palos, hay que estudiar su evolución demo económica en el marco general del expansionismo oceánico de las dos principales potencias colonialistas de la época; Castilla y Portugal.


Final de la Primera Parte

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