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viernes, 15 de julio de 2016

SINTESIS HISTORICA DE PALOS DE LA FRONTERA - Segunda Parte



Por:
Dr. Julio Izquierdo Labrado
Palos de la Frontera
Agosto, 1987

A comienzos del siglo XV, Portugal, impelida hacia el Sur por el impulso que la Reconquista había dado a los reinos cristianos de la Península y por la interrupción de las rutas comerciales tradicionales del Mediterráneo, se había convertido en una potencia marítima que iniciada su colonización en las costas africanas. Casi desde su inicio, los marinos palemos, acuciados por la escasa producción  de sus insuficientes tierras y la pobreza de su pesquería litoral, comenzaron a seguir las expediciones  de los algarvios. Desafiando a la poderosa armada portuguesa esquiván-
dola, pescaron en aquellas aguas y comerciaron en sus tierras; arrebataban a los portugueses sus migajas, sus despojos, hasta que poco a poco se convirtieron en excelentes marinos, superiores a todos los de la costa suratlántica peninsular, incluidos sus propios maestros portugueses, impres-
cindibles en las armadas que Castilla enviaba a aquellos lugares, participaron en la conquista de las islas Canarias.
  Sin que ningún puerto de esta costa, exceptuando al Puerto de Santa María, contase con hombres suficientemente expertos y desesperados para adentrarse en el litoral de Guinea, los palermos fundamentaron allí la base de todo su comercio y prosperidad económica. La abundante pesca, el tráfico de esclavos y la comercialización de los rescates en oro, especies, tintes y otros exóticos productos que los palermos  distribuían en ulteriores cambios por todos los países ribereños del Mediterráneo –especialmente Italia- y el Atlántico Nororiental –Bretaña y Flandes, convirtieron a Palos en una villa muy próspera, su Flota controlaba las pesquerías de toda la comarca y llegó a contar con una población, en 1476, de unas 3000 personas (población que no recobraría hasta mediados del presente siglo) dedicadas en su mayoría a las actividades marítimas en una cincuentena de carabelas.
  Sin embargo, esta coyuntura favorable, que hubiese hecho de Palos una  importante ciudad, apenas duró unas décadas. El período de mayor auge para la villa fue el de la guerra peninsular entre Castilla y Portugal (1474-1479). Dicha contienda, motivada por la disputa por el trono castellano entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, esposa de Alfonso V de Portugal, supuso para Palos –al fin- el apoyo de la corona a sus incursiones a Guinea, a su pesca y su comercio, que se tradujo en seguros, facilidades fiscales y financieras y todo tipo de apoyo a los únicos marinos que podían entorpecer la soberanía de la escuadra portuguesa en aguas africanas, seccio-
nándole al país vecino una copiosa fuente de ingresos. La numerosa correspondencia de esta época entre la corte castellana y las autoridades palermas ponen de manifiesto la gran importancia de los servicios prestados por los marinos de Palos y la alta consideración en que los tenían los Reyes. De esta época (1/2 XV) datan las principales aportaciones arquitectónicas a la Iglesia de S. Jorge, y el pueblo  abandona definitivamente su estructura urbana cónica alrededor de Iglesia y Castillo, pasando a ser el Puerto el corazón de la villa y la calle de la Ribera su arteria o eje primordial.
  Pero en 1479 los diplomáticos castellano-portugueses firman en Alcázovas el Tratado que ponía fin a la guerra. Isabel la Católica obtenía el trono de Castilla a cambio de ceder a Portugal la soberanía de las colonias de Africa, excepto las Canarias, y renunciar a toda expansión  por la zona. Ambas renuncias eran duras, pero los diplomáticos de ambos países convencieron a sus respectivos soberanos concertando el matrimonio entre los herederos de Castilla y Portugal, cuyo hipotético descendiente reuniría los tronos y colonias. La prematura muerte de Isabel, hija de los Reyes Católicos casada con el prícipe portugués, desbarató estos planes. Para Palos el Tratado de Paz de Alcázova supuso la prohibición expresa de los Reyes Católicos casada con el príncipe portugués, desbarató a sus marinos de adentrarse en las aguas atlántico-africanas que habían cedido a Portugal. Se impedía a los marinos palermos sus pesquerías y su comercio, se les pedía que renunciaran  a unos derechos que habían adquirido tras generaciones de luchas y esfuerzos, se les quitaba la base de su prosperidad, el único medio de sostener a una población que había crecido por encima de las posibilidades de mantenimiento que podía generar su escaso e infértil término, se traicionaba sus esfuerzos en la pasada guerra, se les recriminaba como delitos lo que antes se les alababa como hazañas. Lógicamente, Palos no podía obedecer estas prohibiciones, y no las obedeció., De esta época datan multitud de condenas y sanciones reales a los palermos por sus incursiones a Guinea –uba de ellas, de 1486; la que ordenaba a Palos poner dos carabelas al servicio de la Corona, que los Reyes pondrían al servicio de Colón-, esto unido al intervencionismo centralista, que se materializaría con el envío de Corregidores al Consejo Palermo, tuvo como resultado un clima de franca hostilidad entre la oligarquía (y el pueblo) de Palos y la Corona.
  Sin duda alguna la Paz de Alcázovas hubiera arruinado a Palos, pero no hubo tiempo debido a la irrupción de un hecho trascendental que originaría una nueva coyuntura: el Descubrimiento de América.


Fin de la Segunda Parte

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