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viernes, 15 de septiembre de 2017

Adiós Cuba.

Foto de: Travels with Moose

                   Es hermoso a mis cincuenta y seis años, pensar que aún se puede ser héroe o quizás, no sea más que esa obsesión de los años por intentar revivir lo perdido, como mi tío Luis cuando falleció demasiado joven mi prima Nereida y tío, iba todos los días al cementerio hasta que murió, pensando que con ver su tumba y hablar con ella a diario, cumplía su sagrado deber de padre. Sí que lo hizo, pero mi prima querida no regresó jamás de entre los muertos.
                    Se debe aceptar el destino tal cual viene, sin pensamiento románticos contra la corriente, es juzgarse y ser condenado a la máxima pena por uno mismo.
                     Nuestra nación se derrumbó, los solares tomaron por asalto la capital, se fusilaron los valores cívicos, se envenenó la decencia y se hizo hábito el robo, la maledicencia, la delación y el lenguaje carcelario se adueñó de las calles. Cuba es un país destrozado como nación, no hay valores, ni principios. La democracia no le importa a nadie, es supervivencia pura y dura. Un padre hambriento cierra los ojos a los hijos que se les prostituyen, se sueña con ser extranjero, la delación es un medio de vida.
                       El cubano ha traicionado a la tierra que lo trajo al mundo, dentro y fuera de sus fronteras y merece lo que tiene, lo merecen ellos, lo vivirán sus hijos y sus nietos. Es la condena a su servilismo. Los de fuera dan más tristeza aún, cargados de maletas revientan los aeropuertos de todo el mundo para ir a dejarles los dineros al tirano. Hablan mal de la dictadura, pero bajan la cabeza en los consulados del sátrapa. Me dan asco y lo confieso, pero lo pagarán con creces, con hijos y nietos sin patria, serán muy buenos abuelos, sin decoro y sin bandera, porque quien no grita por su tierra, no merece tumba en su tierra que lo acune.
                     Adiós Cuba, hace tiempo has muerto, el único consuelo que me llevaré el día que toque enfrentar la muerte, es la satisfacción de no haber claudicado ni comulgado con el tirano, pero también con la sonrisa perenne de verles rumiar entre sus maletas ya envejecidas, hablarles a sus nietos de su tierra esclava. Debemos de reconocerlo de una vez, nuestro pueblo degeneró, se embruteció, se hizo miserable. Los ves en las redes dónde nos venden como un país de prostitutas y nos vendemos como buenos bailarines, como máxima aspiración de un cubano mediocre.
                      Mi país es un país de esclavos listos, de disidentes luchadores de dólares y visas. Mi país es un asco, que debe bajar la frente cada vez que vea a jóvenes venezolanos muriendo en sus calles. Cuba tiene lo que merece, es justamente merecido que una joven tenga que venderse a un turista para comprarse una blusa en una tienda, es recíproco con la conducta de todos los cubanos. No somos ni buenos hijos, ni queremos más a la familia que nadie, somos desvergonzados y debemos admitirlo. Somos los perros de América, la isla de los cobardes donde una vez se alzó la Suiza de América.
                     Adiós Cuba.
                                        R.Muñoz.

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