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viernes, 1 de septiembre de 2017

Veleidades musicales, de Rowland Bosch

 Rowland J. Bosch (†)

Por: Roberto Soto Santana

            Veleidad suele significar ligereza, inconstancia. Pero aquí se refiere a las mudanzas que el canto sobre los escenarios ha tenido, dentro de los géneros lírico y dramático, en el transcurso de los últimos trescientos años. Para ilustrarnos sobre el particular, PUBLICACIONES CULTURALES René León ha reeditado “Veleidades Musicales” del Prof. Rowland Bosch, a quien podemos llamar merecidamente el sabio de North Bergen (New Jersey).
El Profesor Bosch nos lleva de la mano a un recorrido por la historia de la voz cantada en los escenarios, desde los siglos dorados del bel canto (el XVIII y el XIX)  hasta la actualidad (de los siglos XX y XXI). En el primer periodo, como decía Rossini, de sus intérpretes se esperaban tres características: una voz natural que supiera mantener un tono uniforme en toda su tesitura (es decir, en toda su extensión sonora capaz de ser modulada y utilizada musicalmente), un intenso adiestramiento vocal que les formara en la técnica para alcanzar sin tensiones los pasajes más esforzados y difíciles; y un dominio del estilo característico de los cantantes italianos. En el segundo periodo, que cubrió todo el siglo XX, predominó el canto lírico (ejemplificado en las registros de Luciano Pavarotti, Enrico Caruso, Plácido Domingo, María Callas, Teresa Berganza,  Alfredo Kraus, Monserrat Caballé, José Carreras, Giuseppe DiStefano y Franco Corelli).
            Rowland Bosch analiza magistralmente, con conocimiento de causa dada su formación musical personal y sus antecedentes como crítico y cantante en su propio derecho, las aportaciones artísticas a la escena operística que han llevado a cabo contemporáneamente los tenores españoles sobresalientes en el grupo arriba mencionado, amén de otros como Juan Pons y Pedro Lavirgen.
            Igualmente pontifica, pero con razón, sobre cómo “el cantante debe como cosa primordial conocer su voz” y entrenarla y administrarla, antes de lanzarse a abordar lo spinto –el matiz vocal que alcanza, por ejemplo, un tenor como Mario del Monaco en  “Colpito…un dia al azzurro”, de Andrea Chénier-
            Después de repasar las voces operísticas españolas a partir de Manuel García, autor en 1805 de la ópera en monólogo “El poeta calculista”, cuya aria “Yo que soy contrabandista” inspiró la obra teatral “El contrabandista” (1836) de George Sand, y la “Rondeau Fantastique” de Franz Lizst (del mismo año), así como “Der Kontrabandiste” a Robert Schumann (en 1849), y hasta Federico García Lorca utilizó la canción en su obra “Mariana Pineda”), el estudioso musicólogo Bosch dirige su mirada a los países hispanoamericanos, para glosar a los compositores e intérpretes de la música lírica popular de los años 20,30 y 40 del siglo XX, regalándonos un análisis de la acústica de la voz centrado en el tenor mexicano Pedro Vargas –que dejó un grato recuerdo en los escenarios teatrales, emisoras de radiodifusión y estudios de televisión en Cuba entre fines de los 40 y fines de los 50 del pasado siglo-, al señalar que en sus últimos años de ejecutoria profesional había tenido que abandonar la media voz, cuyo abuso le había causado su deterioro, a causa del endurecimiento de los músculos del aparato vocal.
            Las personalidades y la evocación de las voces de los tenores Miguel Fleta, Carlo Bergonzi, Alfredo Kraus y Franco Corelli, junto con los cantantes Tito Schipa, Alfredo Sadel y Andrea  Bocelli, completan el paisaje analítico pintado por el culto y sapiente Rowland Bosch, que cierra su libro de estudios musicales –un verdadero cofre de joyas literario e histórico, a través del cual casi se pueden escuchar los arpegios de las composiciones que glosa- con unos apuntes didácticos sobre los compositores veristas de ópera, y las figuras de los músicos cubanos Gonzalo Roig y Esteban Salas, y los castrati operísticos de la Italia dieciochesca.

            Enhorabuena al autor, Rowland Bosch(†) , el mismo que acostumbra regalar a la sensibilidad de sus lectores, también, armónicos poemas y penetrantes ensayos y crónicas, en sus otros libros.

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