Foto de: wikipedia |
Lola Benítez Molina
Málaga
Un lugar de
ensueño es sin duda el Palacio de Carlos V que, en las calurosas noches
estivales, acoge para deleite de autóctonos y visitantes el Festival
Internacional de Música y Danza de Granada, ciudad que nunca vive en el olvido.
Una vez más, la música, representada en el patio circular, rodeado de columnas
renacentistas y abierto al cielo, nos hace alcanzar el éxtasis de los sentidos:
vaivén de sueños, de nostalgias de juventud inquebrantables… Ejemplo de paraíso
terrenal, cuna de grandes poetas y amores. La fragancia de los que por allí
pasaron jamás morirá.
Escuchar la Novena Sinfonía de
Mahler o la de Beethoven a la luz de la
luna y bajo las estrellas, que parecen danzar gozosas de tan alta belleza, es
llegar a rozar lo atemporal, uno de esos instantes que daríamos cualquier cosa
por detener.
El palacio, que ordenó construir
Carlos V, en pleno corazón de la Alhambra, da muestras del gran poder que llegó
a alcanzar tan ilustre y venerable emperador, V de Alemania y I de España.
Nieto de los Reyes Católicos, en 1520 se convirtió en el monarca más poderoso
de Europa, al heredar las Coronas de Castilla y Aragón, con sus respectivas
posesiones en América y en el Mar Mediterráneo. Hijo de Juana, llamada “la
loca”, y de Felipe “el hermoso” y, por tanto, nieto del emperador Maximiliano I
de Habsburgo.
Bajo su reinado España se convirtió
en la primera potencia mundial: las artes, la cultura iniciaron el llamado
“Siglo de Oro”. Al mismo tiempo, misioneros y conquistadores españoles
extendían por América y el mundo sus dominios.
Carlos V hubo de lidiar numerosas
batallas para frenar el avance de los turcos, que bajo el liderazgo de Solimán
“el Magnífico”, llegaron a sitiar Viena. Hubo de enfrentarse también a la
reforma Protestante iniciada por Lutero, y a la animadversión de Francia y de
otros países abrumados por su hegemonía.
En los últimos
años de su vida, y tras abdicar a favor de su hijo Felipe II, se retiró al
Monasterio de Yuste, ubicado en plena naturaleza de la provincia española de
Cáceres, zona de robles y castaños. Allí se dedicó a la vida contemplativa y a
sus grandes aficiones (las matemáticas y la mecánica, en especial de relojes).
En 1555 padecía terribles dolores a causa de la gota y sostener su colosal
imperio habían terminado por agotarle.
El pintor veneciano Tiziano lo dejó
inmortalizado en los bellos retratos que se conservan en el Museo del Prado de
Madrid en los que, como queda constancia, reflejan: “su inextinguible tristeza
y su pertinaz melancolía”.
Tanto el Palacio de Carlos V como el
Monasterio de Yuste son de esos lugares que, cuando uno los visita, parece
contagiarse del duende y enigma que encierran.
Conocer la historia es muy
importante para, al menos, intentar subsanar errores del pasado. Existe una
frase del poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana muy
acertado: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario