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viernes, 1 de septiembre de 2017

Tradiciones Camagüeyanas: LOS TINAJONES

Foto de: Pinterest
Por: Abel Marrero Companioni

Son los Tinajones de Camagüey, una de las más genuínas y criollas tradiciones de nuestra ciudad, a la que se le ha llamado justificadamente "Ciudad de los Tinajones" por haber sido la cuna de este uten­silio casero para depositar y recoger la.s aguas de lluvia y por haberse fabricado solamente en Puerto Príncipe (hoy Camagüey) varios millares de ellos, y que han sido usados durante más de 150 años.

En la primera mitad del siglo XVII, residía en esta Villa de Santa Maria del Puerto del Principe, un joven natural de Andalucía, cuyo nombre no ha recogido la historia, que habiendo casado y creado familia, apremiado por la falta de aqua, dificultado de tener donde recogerla y guardarla, y pensando quizás también en su nativo lares, recordó los depósitos de barro cosido que son usado en todas las provincias andaluzas, para guardar los aceites del olivo, de que son productores en grandes cantidades a los que denominan con el nombre de Botijas, Tinajas y Botifuelos.

Algo había de recordar de su fabricación. Ideó un molde de yaguas, para fundir una botija mucho mayor que las usuales para los aceites; con grandes esfuerzos construyó un rústico horno de ladrillos, consiguió barro amarillo en los alrededores de la ciudad, y moldeado el artefacto lo llevó al horno, en el que después de varios días de intensos trabajos y desvelos, quedó fundida la enorme Tinaja, a la que aplicó el aumentativo gramatical de TINAJON.
Foto de: tainotours.com
Con gran alegría a pesar de lo defectuoso y rústico de la tinaja, fué extraída del horno, y transportando agua de los ríos circunvecinos, llenó, su aparato, jubiloso de su éxito, y confiado en haber resuelto el grave problema de los depósitos para el agua; pero al amanecer del siguiente día, la tragedia apareció a su vista: durante la noche el tinajón se había desintegrado y en grandes pedazos aparecía a la vista de su afanado inventor y constructor.

Nuevos empeños, nuevos afanes y consultas, quizás es de suponer, alguna carta a España, solici­tando datos, -esto lo elucubramos-, al fin fué informa­do de la mala calidad de la arcilla o barro que ha­bía utilizado; se le recomendó recoger un barro ro­jo en las sabanas de Cubitas, próximo a la ciudad. Así lo hizo y se comprobó que el barro recogido en la primer prueba estaba carente de Kaolín, una arcilla que contiene mineral de hierro, y además el barro estaba contaminado con sustancias vegetales de las basuras depositadas durante años.

En sucesivos ensayos, al fin pudo construir algunos tinajones , aunque burdos y defectuosos le servían para sus necesidades de recoger y guardar las aguas para su hogar, y .sucedió lo que resultaba siempre con los inventos : una ola de constructores surgió de inmediato, se llenó la Villa de Talleres de Tinajones, la demanda aumentaba por días, todos los vecinos ansiaban el poseer uno o dos Tinajones , se introducían mejoras. Al principio sólo había hor­nos para un solo ejemplar a fundir, se construían rá­pidamente hornos mayores, en fin la industria se organizó, tenemos a la vista un Tinajón con la firma de su constructor y la fecha es el año de 1789, y dice lo siguiente: "meiso juan de dio".
Los precios en los primeros tiempos fueron altos, pero prontamente la competencia los rebajó. Cuando terminó la era de los Tinajones en el año de 1907, se vendían éstos a 5 y 10 pesos, y hasta se regalaban. Actualmente han subido sus precios, no se encuen­tra un Tinajón de regular tamaño por menos de Cien Pesos. Advertimos a los compradores de tinajones que .se están fabricando de cemento pintados de rojo imitando burdamente los legítimos.
  El Tinajón Camagüeyano, no solo dió el nombre a esta ciudad, sino que se convirtió en su símbolo, su escudo, su sello; con solo ver un Tinajón en cual­quier grabado o pintura surge la idea de Camagüey; un Tinajón es más conocido que el propio escudo de la ciudad. En cada hogar, era casi un miembro de la familia, se relacionaba su tamaño y número en los contratos de compra-venta, el tinajón era definido y cuidado amorosamente, por las amas de casa, se hacía cada año una especial limpieza para recoger las primeras aguas de Mayo, se reglamentaba su uso, se ponía al uso y los otros se conservaban tapados para irlos usando de acuerdo con los meses de la recolección de las aguas.
El agua nunca se recogía al primer aguacero de Mayo, se dejaba pasar el primero, para hacer la lim­pieza de las tejas y aunque la lluvia llegara a me­dia noche el dueño o dueña de la casa se levantaba para abrir las tapas y recoger el agua para el año; agua pura, limpia, caída del cielo, que dió lugar a la afirmación que el que tomara agua de Tinajón se quedaba en Camagüey. Un cálculo aproximado nos da la casi seguridad que al terminar la Guerra de Independencia había en Puerto Príncipe mas de Diez Mil Tinajones en uso; pero otro informe rendi­do por una comisión sanitaria de la Malaria hace muy pocos años, arrojó solo la existencia de un poco más de Mil Tinajones en la ciudad. Todos han sido vendidos al extranjero o a otros lugares del país. Los Jardines de Coral Gables, en Miami y en los jardi­nes habaneros, yacen los tinajones exhibiendo sus barrigas como un traste inútil y de Museo, después de dos siglos de servicios en sus viejas casonas Camagüeyanas.
En el año de 1907, un Jefe de Sanidad Local, de nacionalidad americana, ordenó su clausura y pro­hibió el uso de sus aguas, pretextando que los Tinajones eran productores de mosquitos. La disposición se ha cumplido en parte, y aún hay docenas de viejas familias Camagüeyanas que siguen usando el agua pura caída del cielo enviada por Dios.
Conocemos una anécdota, relacionada con los Tinajones,que tenemos interés en relatar. En la cam­paña por la Independencia, allá por los años de 1875, un matrimonio residente en la Plaza de San Juan de Dios, cuyo jefe de familia se encontraba en las filas del Ejército Libertador, al conocer el grave estado de un hijo en la ciudad, una noche hizo su en­trada para ver al hijo moribundo. El caballo amarrado a la ventana de la casa delató al visitante, y pron­tamente informada la Civil, la casa fué asaltada y registrada sin haber encontrado al Mambí, que pron­tamente al sentir la llegada de los guardianes, se introdujo en un Tinajón casi lleno de agua, salvando así su vida.

Muchas familias camagüeyanas aún resisten desacerse de sus Tinajones, pero los pocos que van quedando están condenados a desaparecer; las nue­vas construcciones, la falta de espacio en las ciuda­des, y la moderna civilización los harán desaparecer por completo. Dentro de 50 años nuestros nietos conocerán en algún Museo lo que fué un Tinajón.
Innumerables cuartillas se han escrito referente a los Tinajones. Los Poetas y escritores han cantado su criollismo y elogiado esta región no solo por sus patriotas y eruditos sino por el sabor regional del Tinajón. Para terminar esta verdadera historia del Tinajón Camagüeyano, vamos a transcribir la bellísima espinela de nuestra ilustre Poetisa Camagüeya­na, Aurelia Castillo de González, cuando al regreso de un prolongado exilio o destierro de la Patria, se inspiró al beber nuevamente el agua de Tinajón.

AGUA DE TINAJON

Agua santa de este suelo
Donde se meció mi cuna,
Agua grata cual ninguna
Que baja pura del cielo.

Al beberte con anhelo,
Casi con mística unción,
Pienso que tus gotas son
De mi Madre el tierno llanto
al ver que me quiere tanto
Camagüey, tu corazón.

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