René León
A través de la historia la pena de muerte fue
utilizada desde tiempos remotos como el medio de castigar a un enemigo, o un
criminal. Pero donde ese medio de castigar a una persona por sus ideas
religiosas, fue el crimen más grande del mundo el ajusticiamiento de “Cristo”
en la cruz. Desde ese día la historia del mundo cambiaría.
La Guillotina fue la máquina que se utilizó
en tiempo de la Revolución Francesa. En los países europeos antiguamente el
medio de condenar a los criminales era la decapitación, otros por la horca.
Pero al principio de la Revolución Francesa en 1789 es que se utilizaría la
famosa y sangrienta “Guillotina”. Se le
sugirió a la Asamblea Francesa buscar un
método de dar rapidez a las ejecuciones. Se le encomienda al doctor Antonio
Louis de Guillotine, la construcción de un aparato capaz de matar con rapidez a
los condenados. Los encargados de construirla, fueron mecánicos alemanes, de la
compañía Clairin y Schmidt. Ellos lo que hicieron fue modificar un modelo que
ya se utilizaba en Italia en el siglo XVI, su nombre original fue “Louisette”.
Fue utilizada por primera vez en Francia en abril de 1792, contra
Niccolás-Jacques Pelletier. Al ver resultado del primer cliente, los
revolucionarios franceses, empezaron a pedir más “cabezas” que pasaran por “La
Guillotina”. Aquello fue un éxito, había más cabezas que cortar, y se mandaron
a hacer cuchillas más poderosas y afiladas. Por
la maquina pasaron las cabezas más famosas de la aristocracia y la
política. Entre ellas los reyes de Francia Luis XVI y María Antonieta, y
miembros de la familia del rey. Siervos,
todo aquel que tuviera relación con ellos.
La máquina estaba pintada de un color rojo
vivo, la cuchilla brillante, cada vez que se cortaba una cabeza, se limpiaba y
afilaba. Estaba puesta en un estrado alto para que se pudiera ver en el momento
de cortar la cabeza. Muchas de las personas que habían sido importantes sus
cabezas eran esperadas para que cayeran cortadas para llevárselas y exhibirlas
en lugares públicos.
En horas de la mañana la plaza estaba ocupada
por personas que venían desde lejos por ver las ejecuciones. Las autoridades
para ser menos llamativo el ajusticiamiento, la máquina bajada de donde estaba, se puso a ras del
suelo, se pintaron de color oscuro o madera los pilares y la cuchilla se le
pinto de negro.
Uno de los iniciadores de las ejecuciones en
masa en París, Maximillien Robespierre, es acusado de traición y de ejercer una
política despótica por parte de algunos
miembros de la Convención, tiene que abandonar la sala de la Asamblea el 27 de
julio de 1794, insultado y herido de un
disparo en la cara para callarlo. Días después detenido, al igual que
muchos de sus seguidores, siendo llevado a la Guillotina, de la que no se
escaparía. Ese sería el final de Robespierre. Thomás Carlyle, dijo “Dejad, pues
que diga: todo grande hombre es como un relámpago del cielo. Los demás le
esperan como combustible, que él enciende y convierte en llamas”.
David P. Jordan, en su libro sobre Robespierre,
dice: “Incluso los aspectos de la revolución popular eran aceptados por él como
una parte inevitable, o por lo menos necesaria, de la Revolución. Los tumultos,
el saqueo, los horrendos linchamientos y asesinatos que siguieron a la caída de
la Bastilla –y es útil recordar que él no estuvo presente en ninguno de estos
hechos sangrientos – cuando las cabezas del gobernador de la cárcel y des
prévót des marchands (alcalde) fueron clavadas en picas y paseadas por las
calles, a él pareció que esto era una especie de justicia popular”.
Nunca Robespierre pensó que el fuera
ajusticiado en la plaza llamada de “La Guillotina” ese fue el pago del odio
creador por él.
Cuando Alemania se apodera de Francia, en la
Segunda Guerra Mundial. la “Guillotina” se puso de moda nuevamente. Bajo sus
cuchillas pasaron nuevamente miles de políticos, conspiradores, guerrilleros, y
espías extranjeros. Se dice que alrededor de unos 20,000, más que en la
Revolución Francesa. Al llegar la paz, sólo serían guillotinados delincuentes
de baja calaña.
La “Guillotina” no se utilizaría más. En
1977, oficialmente se aprobó la ley que prohibía su uso en Francia
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