Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
La Tierra es un planeta y, por consiguiente, sin luz
propia que recibe la energía del Sol. Esta estrella es una de los cien
mil millones de astros de la constelación llamada Vía Láctea. Una
estrella roja, situada más cerca del borde externo de la galaxia que de su
centro, y que no es ni de las más grandes ni, especialmente, distinta de otros
muchos millones de estrellas similares a ella; pero de la que procede la
energía que hace posible la existencia de los únicos seres vivos que conocemos
en el Universo.
La
magnitud del Universo, formado
por miles de millones de nebulosas similares a la Vía Láctea, es tan enorme que
nos resulta imposible de imaginar.
Al
nacer la Tierra, hace unos 4600 millones de años, se produjo a la vez la
formación de todo el sistema solar. Suponemos, aunque no es fácil saber cómo
ocurrió, que masas de unos pocos kilómetros de diámetro llamadas planetoides, fueron chocando entre sí
hasta formar, al cabo de unos cientos de millones de años un planeta del tamaño
del actual. Su superficie estaba fundida y rodeada por una atmósfera formada por
las grandes masas de vapor de agua y otros gases liberados por las rocas al
colisionar.
Al
cabo de unas decenas de millones de años, la Tierra se había enfriado lo
suficiente como para que gran parte del vapor se hubiera licuado formando los océanos. Los
gases predominantes en la atmósfera
de esa época eran el vapor de agua, el dióxido de carbono y el nitrógeno junto
a hidrógeno, y monóxido de carbono que originaban un ambiente ligeramente
reductor.
Hace
al menos 3600 millones de años,
en un océano primitivo que suponemos cargado con distintos tipos de moléculas
orgánicas, aparecerían los primeros seres vivos, similares a las actuales
bacterias.
Surgieron
después organismos capaces de hacer fotosíntesis, que comenzaron a producir el
oxígeno que compone la atmósfera. Hace unos 1000 millones de años, la atmósfera
ya era similar a la actual. Oxígeno y nitrógeno eran sus principales
componentes y de reductora había pasado a oxidante.
Nuestro
planeta posee una atmósfera rica en oxígeno, temperaturas moderadas, agua
abundante y una composición química variada. La Tierra se compone de rocas y
metales, sólidos en el exterior, pero fundidos en el interior.
También
posee un campo magnético, una capa de ozono y una ionosfera que protegen la
superficie terrestre de las radiaciones solares dañinas y del impacto de muchos
meteoritos.
La
vida surgió 1.000 millones de años después. Aquí viven ahora millones de
especies de seres vivos, incluyéndonos a nosotros, los humanos.
Hace
unos 700 millones de años se aceleró
el ritmo de aparición de nuevos tipos de vida. Todos los grandes grupos de
organismos que ahora conocemos: animales vertebrados e invertebrados, aves, plantas,
fueron apareciendo en unos pocos cientos de millones de años. Durante el Paleozoico
los seres vivos dejan de estar limitados a la vida acuática y conquistan el
medio terrestre y aéreo.
El clima terrestre es fundamental
para los seres vivos e inertes. Por consiguiente, el cambio climático es el mal
de nuestro tiempo y sus consecuencias pueden ser devastadoras, si no reducimos
drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de
gases de efecto invernadero. De hecho, los impactos del cambio climático ya son
perceptibles y quedan puestos en evidencia por datos como: El aumento de la
temperatura global en 2016 fue de 1,1 grados, el mayor de la historia de la
humanidad, la subida del nivel del mar, el progresivo deshielo de las masas
glaciares, como el Ártico, etc.
Fue,
en 1961, cuando por vez primera el cosmonauta ruso llamado Yuri Gagarin, vio la
Tierra desde el espacio. Al describir lo que veía comentó: "desde el
espacio contemplaba una bonita vista de la Tierra, que tenía un precioso halo
azul muy visible. Pasaba suavemente de un azul pálido a azul, azul oscuro,
violeta hasta un negro absoluto. Era un cuadro magnífico". Desde entonces
cientos de vuelos espaciales nos han familiarizado con la espectacular imagen
del planeta azul, nuestro hogar. El único que conocemos que acoja vida. Por
ello, La Tierra, es el planeta de la vida.
Gracias
al avance de la ciencia podemos no sólo conocer muchas características de
nuestro planeta, sino que también conocemos detalles de la azarosa historia de
este astro. Desde su formación en los orígenes del sistema Solar, hasta la
actualidad, muchas cosas han cambiado en el planeta. Los choques con
gigantescos meteoritos y otras catástrofes han dejado su huella, pero sobre
todo la lenta pero continuada acción de la atmósfera, la hidrosfera; el
desplazamiento de las placas y la importante actividad de los seres vivos son
los que han modelado la Tierra tal como hoy la conocemos.
Los humanos
somos seres visuales y hemos inventado el dibujo. Desde la antigüedad se han
elaborado mapas para representar la Tierra. Con la llegada de la fotografía,
los ordenadores y la astronáutica, la superficie terrestre ha sido estudiada
con detalle, aunque todavía queda mucho por descubrir.
(Del libro EL CANTO DEL RUISEÑOR. Editorial “Granada
Club Selección”. Molvízar, Granada, 2019)
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