Lola
Benítez Molina
Málaga
(España)
Con el deseo de
adentrarme en la historia de nuestras raíces, visité, hace escasos días,
tierras extremeñas, cuando los cerezos estaban en pleno apogeo y la naturaleza
te demuestra la grandeza que encierra en sus múltiples facetas. Entre otros
lugares, pude conocer Trujillo, pueblo que vio nacer a Francisco Pizarro, quien
lideró la expedición que inició la conquista del Perú (1531-1533). A escasos
metros de la casa de los Pizarro se halla otra no menos importante, la de Francisco
de Orellana, quien también participó en la conquista del Imperio Inca y fue el
descubridor del río Amazonas. Como otros muchos habrán experimentado, y como
decía René León al hablar de sus hermosas tierras Trinidad y Casilda, pasear
por sus calles es sentir como si el tiempo no hubiese transcurrido porque
encierra el enigma y la embriaguez de épocas pasadas.
El casco histórico de Cáceres es
imponente, pues parece que uno puede atravesar ese tiempo al entrar en las casas
señoriales que se mantienen y que, como sello de la importancia que sus
moradores adquirieron, tienen sus representativos escudos de armas en sus
fachadas. Una de ellas es el llamado Palacio de Toledo. Moctezuma, en el vivió
una de las hijas de Moctezuma, traída del Nuevo Mundo.
Todos ellos son ampliamente
conocidos, pero hoy quiero rescatar del olvido la figura de Isabel de Carvajal,
perteneciente a una de las familias de abolengo de la zona, y más conocida como
“La Serrana de la Vera”, leyenda, historia o ficción literaria. Mujer hermosa y
fuerte, que tras ser mancillada por el que debiera haber sido su esposo,
abandonó su casa familiar, que aún se conserva en el llamado pueblo “Garganta
de la Olla”, y avergonzada se fue a vivir al monte a una cueva, pero cuentan
que seducía a cuanto hombre encontraba y, tras agasajarlo con una suculenta
cena y haberle ofrecido todos sus encantos, los mataba. Transcurrió largo
tiempo hasta que las autoridades lograron apresarla. Leyenda o realidad, se
erige una estatua en su honor en aquellas tierras, y los mismísimos Lope de
Vega y Vélez de Guevara se inspiraron en el Romance de la llamada “Serrana de
la Vera” para escribir alguna de sus comedias, con dicha figura como
protagonista.
A
no muchos kilómetros de allí está el Monasterio de Yuste, lugar al que se
retiró y en el que murió el gran emperador Carlos V. Tras estar prácticamente
derruido y sufrir un fuego, se consiguió restaurar y, hoy día, constituye uno
de los lugares dignos de ser visitados.
A
continuación, aprovecho para citar la frase de Aristóteles: La historia cuenta
lo que sucedió; la poesía lo que debía suceder”.
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