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lunes, 15 de julio de 2019

Batalla naval de Santiago de Cuba

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Batalla naval de Santiago de Cuba
Parte de la guerra hispano-estadounidense
Cristobal-colon h63229.jpg
Fecha3 de julio de 1898
LugarBahía de Santiago de Cuba
Coordenadas20°01′11″N 75°48′50″OTomada de Wikipedia
ResultadoDecisiva victoria estadounidense
Beligerantes
Flag of Spain (1785–1873, 1875–1931).svg EspañaFlag of the United States (1896–1908).svg Estados Unidos
Comandantes
Almirante CerveraAlmirante Sampson
Comodoro Schley
Fuerzas en combate
4 cruceros acorazados
2 contratorpederos
4 acorazados
2 cruceros acorazados
1 cañonero
3 cruceros auxiliares
Bajas
343 muertos
151 heridos
1889 prisioneros
6 barcos perdidos
1 muerto
2 heridos
La batalla naval de Santiago de Cuba tuvo lugar el 3 de julio de 1898 a la salida de la bahía de Santiago de Cuba durante la guerra hispano-estadounidense.
Ha llegado el momento solemne de lanzarse a la pelea. Así nos lo exige el sagrado nombre de España y el honor de su bandera gloriosa. He querido que asistáis conmigo a esta cita con el enemigo, luciendo el uniforme de gala. Sé que os extraña esta orden, porque es impropia en combate, pero es la ropa que vestimos los marinos de España en las grandes solemnidades, y no creo que haya momento mas solemne en la vida de un soldado que aquel en que se muere por la Patria.
El enemigo codicia nuestros viejos y gloriosos cascos. Para ello ha enviado contra nosotros todo el poderío de su joven escuadra. Pero sólo las astillas de nuestras naves podrá tomar, y sólo podrá arrebatarnos nuestras armas cuando, cadáveres ya, flotemos sobre estas aguas, que han sido y son de España ¡Hijos míos! El enemigo nos aventaja en fuerzas, pero no nos iguala en valor. ¡Clavad las banderas y ni un solo navío prisionero!. Dotación de mi escuadra:¡Viva siempre España!. ¡Zafarrancho de combate, y que el Señor acoja nuestras almas!  Locución del Almirante Cervera antes del combate

    Antecedentes[editar]

    En 1898 Estados Unidos ordenó a su flota del Pacífico que se dirigiera a Hong Kong e hiciera allí ejercicios de tiro hasta que recibiera la orden de dirigirse a las Filipinas y a la Isla de Guam. Tres meses antes se había decretado un bloqueo naval a la isla de Cuba sin que mediara declaración de guerra alguna.
    El 15 de febrero explotó en el puerto de La Habana el acorazado Maine de Estados Unidos, que se encontraba en Cuba en una visita no anunciada previamente. La explosión, cuyas causas fueron objeto de controversia y de dos investigaciones separadas, llevadas a cabo por los gobiernos de España y de Estados Unidos, se produjo cuando parte de sus oficiales se encontraban en tierra en una fiesta ofrecida por los españoles, causando la muerte de 254 marinos y dos oficiales. Estados Unidos acusó a España de la explosión y de inmediato declaró la guerra con efectos retroactivos al comienzo del bloqueo. Las tropas de Estados Unidos rápidamente arribaron a Cuba.
    El 1 de mayo la flota del pacífico de Estados Unidos se enfrentó en batalla naval a la flota española de Filipinas. En aquel momento en España muy pocos creían que un país como Estados Unidos, que nunca había librado una guerra fuera de sus fronteras, pudiese atacar y derrotar a la Armada española, en otros tiempos considerada una de las mejores del mundo, a pesar de que Estados Unidos tenía la experiencia militar reciente de la Guerra de Secesión, en donde ya se dieron varias batallas navales. A pesar de la creencia en España sobre una supuesta superioridad naval, la escuadra española de Filipinas fue totalmente destruida en el llamado Desastre de Cavite.
    La noche del 2 al 3 de junio, los estadounidenses fracasaron al intentar bloquear la entrada a la bahía de Santiago hundiendo en ella el barco de vapor USS Merrimac, que fue avistado por las baterías costeras, el "Vizcaya", el Reina Mercedes y el Plutón. Lograron primero dejarlo a la deriva tras dispararlo de forma intensa y posteriormente hundirlo con torpedos antes de que bloquease el canal. Posteriormente rescataron a los supervivientes.

    Prolegómenos[editar]

    El gobierno de España decidió enviar a Cuba otra flota de la Armada, bastante similar a la recientemente perdida en Filipinas, en el Desastre de Cavite, al mando del almirante Pascual Cervera y Topete. La escuadra zarpó el 29 de abril. Estados Unidos, por su parte envió dos flotas a Cuba. En conjunto, ambas flotas eran claramente superiores militarmente a la española. Sin embargo, tenían la prohibición de enfrentarse por separado a la escuadra española.
    Pese a las soflamas lanzadas por la prensa española y el ánimo exaltado de la clase política, que unánimemente esperaba una aplastante victoria militar frente a Estados Unidos, los marinos españoles eran plenamente conscientes de que se enfrentarían a un enemigo claramente superior, con el consiguiente sacrificio inútil de las fuerzas navales españolas y las vidas de cientos de hombres. Antes de zarpar, Cervera escribió una carta a su hermano en la que, entre otras cosas, le decía: «Vamos a un sacrificio tan estéril como inútil; y si en él muero, como parece seguro, cuida de mi mujer y de mis hijos».
    A su llegada a Cuba, la flota española permaneció atracada en el puerto de Santiago evitando el combate en mar abierto contra las flotas estadounidenses. Era un lugar aparentemente seguro, pues al enemigo le resultaba casi imposible entrar, pero del que resultaría muy difícil salir si la escuadra estadounidense establecía un bloqueo. Cervera estaba convencido de la imposibilidad de su escuadra de mantener un enfrentamiento directo con los estadounidenses, dada la manifiesta inferioridad y disminuida operatividad de sus barcos.
    El capitán de navío Fernando Villaamil, jefe de la escuadrilla de destructores —y considerado un auténtico especialista en este tipo de barcos, diseñados por él mismo—, propuso realizar incursiones rápidas con sus ágiles y veloces destructores, atacando puertos de la costa este de Estados Unidos (Nueva Orleans, Miami, Charleston, Nueva York o Boston) para forzar así a gran parte de la escuadra estadounidense a volver para defender sus propias costas. De este modo, se habrían igualado las fuerzas navales de ambos contendientes en Cuba. En la postura de Villaamil pesó el conocimiento de que el puerto de Nueva York carecía prácticamente de defensas militares, hecho que hizo notar en su libro Viaje de circunnavegación de la corbeta Nautilus. De una u otra forma, estos planes no fueron ejecutados, tal vez por la oposición del almirante Cervera, que optó por que todos los buques permaneciesen en puerto.

    El Infanta María Teresa cerca de la isla de São VicenteCabo Verde.

    El Cristóbal Colon (izquierda) y el Vizcaya.

    El Almirante Oquendo cerca de San Vicente a mediados de abril de 1898.
    La escuadra estadounidense arribó el 19 de mayo al puerto de Santiago de Cuba. El 25 de mayo, Cervera envió un telegrama al ministro de Marina en estos términos: «Estamos bloqueados. Califiqué de desastrosa la venida para los intereses de la Patria. Los hechos empiezan a darme la razón. Con la desproporción de fuerzas, es imposible ninguna acción eficaz. Tenemos víveres para un mes». La escuadra del almirante Cervera permanecía bloqueada en el puerto de Santiago, sometida a todo tipo de presiones para que presentara batalla a la escuadra estadounidense del almirante Sampson. Sin embargo, Cervera se resistía a salir de la seguridad del puerto. La flota estadounidense permanecía fuera del puerto esperando la salida de los buques españoles. Por las noches siempre había dos buques estadounidenses vigilando e iluminando con sus proyectores la bocana de salida sin que las baterías de costa pudiesen molestarlos.
    El jefe de Estado Mayor de la escuadra de Cervera, el capitán de navío Joaquín Bustamante, propuso al almirante una salida nocturna escalonada para evitar la pérdida total de la escuadra, pero al igual que la propuesta de Villaamil, la idea fue desestimada. Desde el 19 de mayo hasta el 3 de julio de 1898, fecha en que tuvo lugar el combate naval, la escuadra española colaboró con el Ejército de Tierra defendiendo Santiago, y hubo un intenso cruce de telegramas entre Santiago, La Habana y Madrid acerca de cómo proceder a la vista del desarrollo de las operaciones militares en tierra y el bloqueo naval por la escuadra del almirante Sampson.
    En esta situación de bloqueo, Fernando Villaamil realizó una nueva propuesta, consistente en lanzar un ataque nocturno por sorpresa con torpedos con los dos destructores que le quedaban (el Terror había sufrido averías antes de llegar a Santiago de Cuba, por lo que regresó a Puerto Rico). Pero su idea fue nuevamente desestimada.
    Los estadounidenses trataron de encerrar la escuadra de Cervera provocando el hundimiento del vapor Merrimac, cargado de carbón y con un cinturón de jarras llenas de pólvora que se harían explotar en el momento oportuno. Se presentaron siete voluntarios para esta arriesgada misión. El teniente de Ingenieros Richmond Pearson Hobson y seis hombres. El buque fue descubierto por los centinelas y el fuego comenzó de inmediato desde la batería de Punta Gorda, mientras que al mismo tiempo, se dispararon dos torpedos desde los cazatorpederos, provocando el hundimiento del navío sin que llegaran a detonar las jarras de pólvora. El barco quedó hundido cerca de Cayo Smith y la entrada de Santiago continuó libre. El teniente Hobson y sus hombres fueron rescatados del mar en una balsa volcada y a la deriva, y hechos prisioneros de guerra y tratados por Cervera con gran caballerosidad y humanidad.
    El día 2 de julio de 1898 el capitán general Ramón Blanco ordenó desde La Habana a Cervera abandonar el puerto de Santiago ante la inminente ocupación de la ciudad por las fuerzas terrestres estadounidenses y el consiguiente peligro de captura de los barcos y la proximidad de la temporada de huracanes, que comienza en agosto, lo que obligaría a alejarse y buscar puerto a la escuadra norteamericana. Cervera, convencido de la imposibilidad de lograrlo y de que el intento constituiría un verdadero suicidio, escribió al ministro de Marina D. Segismundo Bermejo: «Con la conciencia tranquila voy al sacrificio, sin explicarme ese voto unánime de los generales de Marina que significa la desaprobación y censura de mis opiniones, lo cual implica la necesidad de que cualquiera de ellos me hubiera relevado».

    La batalla[editar]


    Combate en Santiago de Cuba. Pintura de Ildefonso Sanz Doménech
    Por diversas razones, en la madrugada del 3 de julio algunas unidades estadounidenses habían abandonado su posición de bloqueo (el acorazado Massachusetts se encontraba en la bahía de Guantánamo repostando carbón de uno de los barcos de apoyo allí anclados; asimismo el crucero New York se había alejado de la línea de bloqueo para recoger al almirante Sampson y transportarlo a la costa a petición del general Shafter, comandante de las fuerzas terrestres estadounidenses, para analizar la situación de dichas fuerzas y el posible apoyo que los barcos de Sampson podrían prestarle en el asalto a la ciudad de Santiago, dada la difícil situación en la que se encontraban —tal era ésta que incluso se planteó la posibilidad de retirar las tropas si no aflojaba la oposición española—, por lo que la escuadra española compuesta por un crucero acorazado (Cristóbal Colón) sin su armamento principal colocado, tres cruceros protegidos (Infanta María TeresaVizcaya y Almirante Oquendo, los tres de la misma clase) y dos modernos destructores contratorpederos (Plutón y Furor, de la clase Furor ambos) se enfrentaban a cuatro acorazados modernos (USS Texas, similar al MaineUSS IowaUSS Indiana y USS Oregon, estos dos últimos de la misma clase), dos nuevos cruceros acorazados (USS Brooklyn y USS New York; este último regresó justo a tiempo para participar en el final de la batalla), un cañonero (USS Ericsson) y tres cruceros auxiliares (USS GloucesterUSS Resolute y USS Vixen; el primero fue anteriormente el yate de J. P. Morgan conocido como Corsair, el segundo era un mercante reconvertido, y el tercero, un yate armado que fue propiedad del financiero Peter Arrell Brown Widener).
    Cervera, convencido de su inferioridad, decidió salir a primeras horas del día, el 3 de julio, navegando hacia el oeste y pegado a la costa para salvar el mayor número de vidas posibles. La decisión del almirante de partir para el combate con luz diurna se fundamentó en su preocupación por la seguridad de sus barcos. Esta decisión era, militarmente hablando, la peor de todas las posibles, pues probablemente una salida nocturna o en un día de mal tiempo hubiese evitado la destrucción total de la flota. Además, la estrechez del canal de salida del puerto obligó a los barcos a navegar uno tras otro.
    Cuando salieron los buques españoles Sampson se encontraba todavía en tierra y solo estuvo presente al final de la batalla, por lo que la flota estadounidense fue dirigida por el comodoro Schley. Sampson había decidido utilizar el USS New York para desplazarse a su entrevista con Shafter, en vez de utilizar una lancha auxiliar en esa calmada mañana. Esto privó a la flota estadounidense durante casi toda la batalla de uno de sus dos buques más rápidos. Hasta el regreso de Sampson, casi al final del combate, la flota estadounidense fue dirigida por Schley, embarcado en el USS Brooklyn.
    Siguiendo las órdenes especificadas por Cervera, los buques españoles salieron en orden decreciente de tamaño y potencia de fuego. Así, la escuadra española salió de puerto encabezada por el buque insignia Infanta María Teresa, en el cual se encontraba embarcado el propio Cervera. Los barcos dejaron el puerto a intervalos demasiado largos y siguiendo todos la misma ruta.
    Cervera dirigió su buque insignia hacia el buque estadounidense más cercano, el Brooklyn. Al observarlo el comodoro Schley, que se encontraba a bordo, hizo que éste diera media vuelta y se alejara para evitar un hipotético intento de espoloneamiento. Al comprobar que el Infanta María Teresa no intentaba dicha maniobra, sino huir, ordenó al Brooklynregresar a la posición original, momento en el cual estuvo a punto de colisionar con el Texas. Ambos buques estadounidenses pudieron rodear y cañonear a la vez al Infanta María Teresa, que fue atacado en desigual batalla de un único buque contra casi toda una escuadra.

    Daños en la parte posterior del Vizcaya.
    Al Infanta María Teresa lo siguieron en la salida el Vizcaya y el Cristóbal Colón, que se alejaron intercambiando disparos a larga distancia. Por ello, el fuego de la toda flota estadounidense se centró sobre el siguiente buque en salir: el Almirante Oquendo. Los últimos barcos en abandonar el puerto fueron los pequeños y rápidos destructores de Villaamil, Furor y Plutón, que sufrieron importantes daños en poco tiempo; con su pequeña artillería poco pudieron hacer contra el enemigo. El Plutón se hundió rápidamente. A bordo del Furor, murió Villaamil intentando subir a la torreta del cañón de proa para disparar contra los estadounidenses. Una vez liquidados los destructores, la escuadra americana persiguió al Vizcaya hasta dejarlo también fuera de combate.
    El Cristóbal Colón, la unidad más rápida y moderna de la flota española, se alejaba a toda máquina. Y hubiera quizá escapado si no se le hubiera agotado el carbón inglés de alta calidad, por lo que debió proseguir viaje con carbón cubano, de menor poder calorífico. Esto le hizo perder sustancialmente velocidad y la ventaja obtenida hasta el momento. Pese a que no recibió grandes daños gracias a su blindaje, su comandante, al ver que no podía escapar, decidió embarrancarlo. Los estadounidense pensaron que la actitud del Cristóbal Colón de huir sin siquiera combatir era debida a la cobardía, y solo después de la batalla supieron que el barco no tenía instalados todavía su artillería principal u otros armamentos y por lo tanto poco podía hacer.
    Todos los grandes cruceros, tras ser alcanzados por el fuego enemigo, aguantaron suficiente tiempo a flote como para ser embarrancados cerca de la costa sin hundirse, por lo que todos sus mandos y muchos de sus oficiales y marineros sobrevivieron a la batalla. Por el contrario, los pequeños destructores sufrieron daños más graves. Además de Villaamil, el militar de mayor graduación fallecido en la batalla, murió la práctica totalidad de sus tripulantes. El cadáver de Fernando Villaamil nunca fue recuperado.
    Siguiente fotos tomada de: latin american studies

    La Armada de los Estados Unidos destroza la flota española del Almirante Pascual Cervera

    Batalla naval de Santiago de cuba


    El yate convertido Gloucester atacó dos destructores españoles antes de que se uniera el USS Indiana.


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