Foto tomado de Wikipedia |
René
León
San
Cristóbal de la Habana era la escala de las flotas del oro y la
plata, en su regreso a España.
En
su puerto había momentos que se encontraban entre treinta y cuarenta
buques preparados para su regreso a los puertos españoles. Después
que se habilitaban de agua, carnes saladas y otros suministros,
esperaban que el tiempo fuera el mejor, para coordinar lo referente
al regreso. Se mandaban goletas al estrecho de las Bahamas y a la
punta de San Antonio para ver si alguna flota enemiga los estaba
esperando para ser abordados los buques en alta mar. Después de
todas precauciones se realizaban, era que las flotas daban comienzo a
su agitado viaje.
La
ciudad en estas semanas de estadía de las flotas, los comerciantes y
vecinos, se resarcían de la inercia de meses anteriores. El oro y la
plata corrían a manos abiertas. Las peleas y los duelos era la orden
del día. Los negocios florecían.
Uno
de los piratas que más merodeó las aguas del Caribe y en especial
la ciudad de San Cristóbal de la Habana, fue Cornelis Corneliszon
Jol, pero más conocido como “Pata de Palo”. Nace en Holanda a
finales de 1590. Desde niño navegó en los barcos. Ya mayor se
dedica a participar como marinero en los barcos piratas de su país,
en los ataques a las colonias españolas. En 1631 atacó
una
flota de ocho navíos que capitaneaba don Lope de Hoces, que se
dirigía a La Habana, pudiendo escapar este con algunos de sus barcos
y salvar parte del tesoro que llevaba para España. En mayo de 1631
después de no poder impedir la entrada en La Habana de las flotas de
Veracruz, Honduras y Campeche, se dirige hacia la bahía de Matanzas
donde deja cincuenta prisioneros españoles que había hecho
anteriormente. Coge agua y leña y regresa a Holanda.
Regresa
nuevamente al Caribe en el año de 1635. Al amanecer del 31 de agosto
descubre la flota de Tierra Firme, mandada por don Carlos de Ibarra
que se componía de siete galeones y cuatro urcas. “Pata de Palo”
contaba con dieciséis embarcaciones de guerra. Después de tres días
de combates y numerosos heridos por ambas partes, entre ellos “Pata
de Palo”, pudieron entrar en el puerto las naves españolas en muy
mal estado. El valor del tesoro que llevaban las naves era de diez
millones. Ibarra por su heroísmo fue nombrado por el rey Marqués de
Taracena.
En
el 1640 vuelve “Pata de Palo” a las aguas de la isla de Cuba, y
vuelve a amenazar a la ciudad de La Habana, pero esta vez la suerte
le falló. Jacobo de la Pezuela en su Historia de la Isla de Cuba,
dice lo siguiente con referencia al último intento de “Pata de
Palo” contra la ciudad.
“Entretanto
Jols con sus amagos tuvo una semana entera al vecindario a la tropa a
medio sueño y sin soltar las armas. El 10, después de algunos
disparos comenzados por el Morro, cingló hacia barlovento, y el 11
por la tarde, con profundo regocijo para el gobernador y los
españoles, rompió tan recio temporal, que dispersó las naves
holandesas y estrelló algunas urcas en la costa, ahogándose muchos
de los tripulantes. Sólo entre la Habana y el Mariel embarrancaron
cuatro buques. El sargento mayor D. Lucas Carvajal que de orden de
Luna acudió con su gente y prevenciones a los lugares del naufragio,
regresó a los pocos días con doscientos sesenta y un prisioneros,
diecisiete excelentes piezas de bronce, cuarenta y ocho de hierro, dos
pedreros, un esmeril y gran cantidad de pólvora y pertrechos, sin
contar con los despojos útiles que se recogieron de los barcos”.
Este
fue uno de los últimos ataques de los holandeses contra San
Cristóbal de la Habana. Otros piratas volvieron a infestar las aguas
del Caribe, pero no serían una amenaza a la ciudad.
Senor Leon muy interesantes sus escritos y los de Soto. Nos ensenan cada dia algo dewsconocido sobre la historia. Felicito atodos los que mandan articulos, sin escribir nada de politica actual.
ResponderEliminarEmiliano Ruano
Georgia