Yamira Rodríguez Marcano
El edificio que ocupó el hotel Regis, es el resultado de un largo proceso constructivo que comenzó en el siglo XIX y alcanzó la primera mitad del siglo XX. Así, la fusión de las casas Prado 51 y 49, y las números 14, 12, 10 y 8 de la calle Colón, dio origen a una sola fábrica, con fachada principal hacia el Paseo del Prado aunque su mayor extensión corra por Colón.
La edificación de estas casas está relacionada, en tiempo y espacio, con el proceso de urbanización del Reparto Las Murallas, iniciado tras el derribo de éstas en 1863. Como afirma el historiador Carlos Venegas, en su estudio La Urbanización de Las Murallas: dependencia y modernidad, toda la actividad que se desarrolla en el terreno del antiguo glacis y la muralla, estimuló una remodelación paralela alrededor del Prado y el entonces Campo de Marte. Precisamente, la acera este del Prado, donde se levantaron estas viviendas, estuvo en un inicio colmada de establecimientos provisionales, construidos con materiales efímeros, que eran los permitidos en esta faja cercana al glacis de la muralla.
Mas la existencia de las viviendas de Prado 51 y 49, data de mucho antes de la demolición de la muralla. Por los asientos del Registro de la Propiedad se sabe que en el primer tercio del siglo XIX, la esquina de Prado y Colón era un gran paño de terreno con una sencilla construcción de mampostería, al que se le fueron incorporando nuevas edificaciones a partir de la venta que hiciera, de parte de sus terrenos, su primer propietario Don Agustín Seballos.
Pero no es hasta 1906, cuando Don Serafín León y Elordi compró este solar, que se retoma la idea de levantar una nueva edificación. Hasta ese momento permaneció como un solar yermo y abandonado, objeto de quejas por parte de sus vecinos y de amonestaciones por la Alcaldía Municipal. Escrituras de la época mencionan que el sitio era explotado con la siembra de calabazas, tomates, cría de gallinas, y depósitos de desperdicios; era también hospedaje de trasnochadores y al tratar de fabricar en él, se hicieron excavaciones sobre rocas que habían formado acumulaciones de agua que se corrompían y daban un mal aspecto al lugar.
Finalmente, se construye un edificio de planta baja, principal y segundo piso con portal, muros de cantería y techos de azotea, concebido desde el inicio para establecimientos comerciales en planta baja, el primer piso para vivienda y el segundo para la renta de habitaciones independientes, o sea, como casa de huéspedes. Fue concluido en 1909 y frente al proyecto estuvo el Maestro de Obras José Planes.
En 1920 el inmueble es vendido y en las décadas siguientes correría igual suerte al cambiar en reiteradas ocasiones de propietario, sin embargo, mantenía la misma función. En los años de 1930, según los documentos de Amillaramiento, los bajos se componía de un local de 4×10, de mampostería antigua, 3 cuartos, servicio y patio de cemento. El primer piso contaba con 10 habitaciones, comedor, servicio, cocina, comedor y 1 cuarto; y el segundo piso, 13 habitaciones, corredor, servicio y 3 habitaciones en la azotea, todo destinado a casa de huésped. En 1937, se refieren 26 habitaciones ubicadas en el primero y segundo piso, y la azotea, de las cuales 19 poseían baño.
En 1939, la Real Estate Comercial Company, vendió la finca al señor Mariano Ferrero y Regales, en 50 000 pesos moneda de los E.U. El nuevo propietario alquiló asimismo todo el inmueble por tres años a Gustavo Padrón Lima, y mantendría las funciones del edificio, compartidas entre la comercial en los bajos y la habitaciones en los altos con la permanencia de la casa de huéspedes.
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