Las playas de Marianao devinieron centros de diversión espontánea e intenso, sobre todo a partir de la rotonda de Quinta Avenida y 112 y la rotonda del antiguo Habana Yacht Club. Los puestos de fritas cubanas se hicieron imprescindibles para los noctámbulos que asistían a diario a la espectacular playa de Marianao y no a bañarse precisamente. Estos puestos de fritas vendían pan con bistec, chicharritas, tamales, albóndigas de carne con pan y otros alimentos. Todos estos puestos emulaban con la calidad y por tanto sus productos resultaban exquisitos, existiendo vida para todos pues como se dice en Cuba: "la playa da hambre". Muchos años después, ya en la Revolución, el sitio se hizo famoso por haberse detectado que un vendedor de panes con bisté muy exitoso, utilizaba carne de tiñosa. Sin comentarios.
EL CHORI Y MARLON BRANDO EN LA PLAYA DE MARIANAO.
Existían varios cabarets de segunda categoría como “El Pensilvania”, “El Flotante”, “Mi Bohío”, “El Panchín”, “Los Tres Hermanos”, “La taberna de Pedro”, “La Choricera” y otros, construidos casi todos de madera, con piso de cemento y techos de zinc y que lindaban con lo marginal, pero que eran visitados por todas las clases sociales. El cabaret “El Rumba Palace” o Palacio de la Rumba, cabaret de segunda al igual que los demás, poseía un poquito más categoría que el resto. Algo muy especial de esta playa consistía en el uso exagerado de anuncios lumínicos.Pero había alguien que se destacaba en la Playa de Marianao: Silvano Shueg Echevarría, “El Chori”, experimentado percusionista y rumbero cuyo anuncio de Chori estaba escrito creo que en cualquier parte. Para su actuación se valía de sartenes, cazuela, pomos de agua con distintas cantidades del líquido, hierros con sonidos, sus tambores y un ritmo imperturbable.
Las visitas de personalidades y turistas para ver al peculiar músico eran numerosas. Lo visitaron entre otros el gran Marlon Brando, admirador de la percusión, Agustín Lara, María Félix, Pedro Vargas y el percusionista Tito Puentes.
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