Roberto Soto Santana
Comentario
Por: René León
Por: René León
Tenemos ante nosotros un pequeño libro de ensayos, todos muy interesantes
sobre la Historia de Cuba. Cada tema es analizado por el historiador Roberto
Soto Santana, con esa precisión a la cual nos tiene acostumbrado. El busca las
informaciones y las investiga una por una, para llegar a conclusiones
responsables.
Hoy nos aclara con una
investigación seria la “Invención del Teléfono”. Fue Bell o Meucci. La
propaganda en Cuba, siempre trata de restar valor a todo lo referente a Estados
Unidos. Sus investigaciones nunca llegan al fondo de la investigación seria,
por el motivo de restar valor a este país.
Soto con suficientes datos
encontrados en sus investigaciones nos aclara la verdad. El no trata de restar
valor a las investigaciones realizadas por Meucci, sólo dejar bien claro la
verdad. Meucci fue un hombre luchador que encontró múltiples escollos en su
vida: la enfermedad de su esposa, el idioma, y el dinero para pagar los
derechos de patente. Cosas estas que Alexander Graham. Bell no confrontó, o si
los encontró no fueron tantos como Meucci.
El ensayo tiene muchas notas para
poder encontrar la verdad sobre dicho tema. El Congreso de Estados Unidos,
aprobó una moción para honrar Meucci, y así tranquilizar a la colonia italiana
en Estados Unidos. Pero no quiere decir que Bell, había mentido cuando presentó
los papeles en la Oficina de Patentes de U.S.A.
¿Eran Anexionistas los
Constituyentes de Guáimaro? Aquí Soto analiza los dos grupos que en la guerra
de los 10 años como fue llamada habían en el campo de la revolución en su lucha por la independencia de
Cuba. En Guáimaro habían quienes deseaban ser libres y otros buscaban en la
anexión la mejor manera de salir del yugo español. Carlos Manuel de Céspedes
era de los que buscaba la liberación por las armas, sabiendo en el fondo lo
difícil que cada día se volvía. Por la parte de los simpatizantes anexionistas,
estaba Salvador Cisneros Betancourt, que era opuesto la guerra total, prefería ser parte de
Estados Unidos, como otro estado más de la Unión.
José Ignacio Rodríguez en su libro
la “Anexión de Cuba”, menciona que la primera propuesta hecha por un cubano al
gobierno de Estados Unidos, aparece en The Diary of John Quince Adams
(1794-1845), editado en 1928 por Allan Nevins. Según Ramiro Guerra en su libro En el camino de la Independencia, La
Habana, 1930. En él Diario” aparece que el 26 de septiembre de 1822 el,presidente Monroe reunido
con el gabinete, “para discutir una proposición de anexión de Cuba, que la había sido hecha por Mr. Sánchez”.
Según Ramiro Guerra, se cree fue don Bernabé Sánchez, camagüeyano y familia de
Gaspar Betancourt Cisneros. Más nada se vuelve a tratar en el gabinete. Sobre
la petición de Mr. Sánchez, pero el gabinete se pronunció a favor por parte de
Estados Unidos de la anexión de Cuba.
Al estallar la guerra de
independencia, los latifundistas y familias influyentes preferían la anexión a
la independencia, para proteger sus intereses. Sobre ello dijo Gaspar
Betancourt Cisneros: “El anexionismo es un cálculo, no un sentimiento”. Pero
los principales hombres que se lanzaron a la guerra preferían la independencia
a la anexión. Habían dos grupos dentro del gobierno , los primero no deseaban
una paz deshonrosa, preferían por sus ideales, otros esperaban con la anexión,
se eliminaba tanta sangre y pérdida de vidas. Todo esto motivado por la falta
de ayuda que llegaba de Estados Unidos, y que cada día los recursos escaseaban.
La actitud de Estados Unidos, fue de “Silencio e indiferencia”. Sólo esperando
que la “Fruta se madurara”. Del país del norte no se podía esperar nada.
Soto al final de su ensayo dice:
“Nuestros héroes de la lucha por la Independencia se perfilan tanto más grandes
cuanto más se profundiza en su trayectoria, y se aprecia la evolución que
muchos supieron emprender para enriquecer su comprensión del tiempo que les
tocó vivir así como su personal aportación a la conformación de nuestra
identidad nacional”.
En El Diario Extraviado del Hombre de La Demajagua, Soto describe como
vio la luz dicho diario, gracias a la señora Alice Dana que entrregó a Eusebio
Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, el mencionado diario que
había sido encontrado por las tropas españolas en el campamento de San Lorenzo,
y nunca se había reportado como encontrado, guardado por años siendo ignorados
por todos.
El “Diario” aporta mucha
información sobre la vida de Céspedes, lo mismo que su lucha constante con sus
propios compañeros de armas, en especial con Salvador Cisneros Betancourt, que
era parte del grupo de camagüeyanos que no perdonaban a Céspedes por haber
adelantado el levantamiento y adjudicado el cargo de Capitán General, ignorando
a los otros grupos. Su odio lo llevó hasta el final de la vida de Céspedes. De
ideas apartes ambos hombres. Céspedes que deseaba la independencia por las
armas, y Betancourt Cisneros por la anexión.
Es relevado del cargo de Presidente
por la Cßmara, y se retira a San Lorenzo. Le niegan el salvoconducto para salir
del país, así como ayudantes para su cuidado. El negro que lo acompañaba que
había sido de la dotación de Betancourt, es quien lo delata, cayendo muerto en
una emboscada.
Eusebio Leal Spengler, Historiador
de la Ciudad de La Habana, al final del libro del Diario Perdido, termina con estas sentidas palabras:
“Así terminan los días de quien defendió la libertad con su vida”. Gracias
al historiador Soto por traernos la información del “Diario” encontrado del
primer presidente Carlos Manuel de Céspedes.
El él trabajo sobre la orden de los
Padres Jesuitas en Cuba y su expulsión por parte del Rey, nos deja aclarado
muchos conceptos equivocados, y su estudio aporta información desconocida para
los cubanos. Como dice Soto: “Llama la atención que, de los 423 esclavos de los
que la Compañía de Jesús era propietaria en Cuba en el momento de su expulsión
(1767), apenas 96 eran utilizados como mano de obra en las haciendas ganaderas,
las fincas de labor, y el servicio personal de los frailes; los otos 327
trabajaban en la dotación de los tres ingenios azucareros de la Orden”.
Todas las propiedades fueron
declaradas bienes nacionales. Todo esto resultó insólito, en un país como
España, de gran fervor católico. Éste fue el acontecimiento de más repercusión
en él reinado de Carlos III.
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