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domingo, 1 de mayo de 2016

Gregorio Ifimovich (Rasputin)


 René  León

  Mujic, campesino. Vivía en las afuera de Moscú. Hombre de 2 metros y pico de estatura. No sabía leer y menos escribir. Rústico, hercúleo. Fogoso con las mujeres, incansable bebedor de vodka. Jamás se le vio borracho. Por su extraordinaria salud se decía que tenía el poder de curar por medio de pases y magnetismo algunas enfermedades entre los vecinos de su aldea. Se comentaba que su fija mirada hipnotizaba, de cuyo don se aprovechaba para embaucar a las campesinas y robarles su virginidad.
  Era un salvaje en toda extensión de su corpachón y su analfabetismo lo compensaba con su aguda y astuta inteligencia. Sin embargo, una enfermedad, para algunos, para él no, lo llevó o llevaron a las habitaciones interiores del palacio Real.
  Padecía de priapismo. Es una enfermedad que hace que el hombre permanezca en erección permanente. Cuando está dormida o despierta su virilidad está en posición de atención, en estado de vigilancia.
    Es una enfermedad dolorosa, pero para aquel energúmeno su dolor representaba placer; deleite sexual en miembro súper desarrollado. Remedo al del Dios Príapo (Dios griego y romano, principalmente griego, Dios de la fecundidad. Dios representado con un monstruoso falo)
  En 1895, en Moscú, había unas costumbres muy relajadas. Sin importar el grado de realeza o no todos confundían sus cuerpos en juegos sexuales escandalosos.
  Se corrió la voz entre la servidumbre del Palacio Real que había un campesino que padecía de priapismo. De inmediato fue llevado a Moscú. Desde su llegada fu recibido con admiración y lujuria.
  Sus relaciones amorosas comenzaron en la cocina; después, con las sirvientas; se lo disputaron los príncipes homosexuales; las damas de compañía de la Reina; cuando al fin, llegó a los aposentos de la Zarina, estaba enloquecida con la fuerte virilidad del campesino.
  La Zarina estaba totalmente satisfecha. Gregorio, no se agotaba en las relaciones sexuales, podía estar haciendo el amor con ella 6 u 8 horas. Ya la Zarina se disputaba a él campesino con todo su poder.
  Para Gregorio comenzó la senda de la fortuna y su gran influencia sobre la Zarina. Como a ojos vista se notaba su gran falo por la pernera del pantalón. La Zarina dio órdenes a su sastre para que le confeccionara al campesino algunas sotanas de color gris, de material grueso, para disimular su constante erección.

  El Zarévich padecía de hemofilia. Un estado patológico caracterizado por la excesiva fluidez de la sangre. Y, el Monje Gris, como se le empezó a llamar así por su vestimenta, convenció al Zar y la Zarina, de que él con la potencia de su magnetismo podía lograr la cura o el alivio del Zarévich. Lo autorizan. Y ante los asombrados padres el Príncipe se recuperó de su malestar. Su ascendencia ante los Zares fue total.
  Los mismos príncipes que tuvieron relaciones íntimas con el monje, dieron comienzo a sus intrigas  y formar complot para su asesinato. El monje representaba un peligro para sus ambiciones personales.
  Con su instinto de animal, olfateando un gran peligro, comenzó a prepararse. En la Corte se practicaba el asesinato o la eliminación de un personaje que estorbaba por medio del veneno.
  En su vivienda, un palacete regalo de la Zarina a orillas del río Neva, donde acostumbraba a recibir la alta nobleza femenina, las cuales manipulaba a su antojo con sus fantasías de gran vidente y adivino, con el marcado fin de poseer las y recibir a cambio de sus favores joyas y dinero, dio comienzo a ingerir pequeñas dosis de variados venenos –arsénico y cianuro- aumentando la porción en forma diaria, hasta acostumbrar a su organismo a resistir una gran dosis de veneno proveniente de un posible atentado a su vida.
  El Príncipe Yussupov con selectos amigos, invita al monje a una cena íntima en su palacio; sobre la lujosa mesa había profusión de escogidos manjares, los mejores y variados vinos de las bodegas del anfitrión y paseándose lánguidamente por el gran comedor variadas féminas en llamativas prendas de vestir donde la transparencia de los tules mostraba más que insinuaba los encantos secretos de las bellas y hermosas jóvenes dedicada al entretenimiento de ricos potentados.

  El monje, se mostraba confiado, pero vigilante. En fracción de segundos pudiera surgir un imprevisto y habría de defender su vida palmo a palmo.
  Pasan las horas. Nada indica la posibilidad de un altercado. Confiado comienza a saciar su incontenible apetito. Era un gran comilón. Se atraganta como un Calígula y bebe como un dios Baco. Hace el amor con varias de las muchachas en presencia del Príncipe y sus amigos. Quedan asombrados de la dimensión de su pene y su capacidad para la fornicación.
  Se levanta. Siente un gran vahído, abre desmesuradamente los ojos, se ha dado cuenta que ha sido envenenado. Se desploma. Cae sobre la alfombra dando un gran golpe con su corpachón.
  Es recogido del suelo por varios sirvientes del Príncipe. Éste ordena lanzarlo al río Neva, que se encuentra semi-congelado. Han eliminado un enemigo de cuidado.
  Inconcebible. El monje se salva del envenenamiento y de la helada agua del río Neva. Ni aún el semi-congelamiento ha hecho mella en su priapismo. Era un verdadero y potente animal salvaje.
  Yussupov, se entera que Rasputín está vivo. Llega de improviso al palacete del Monje. Fuerza la entrada y con varios de sus amigos, matan a balazos a él Monje Gris.
  Según una antiquísima leyenda manuscrita, relata que un famoso chamán siberiano habría pronosticado que “un monje gris sería el causante del derrumbe y desaparición de la Casa Real”

    En 1917, fue derrocado el Zar Nicolás II; fusilado junto a todos los familiares. Toda la nobleza tomó el camino del exilio hasta el día de hoy.  


La última zarina, Alejandra Románova (1872-1918)


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