Foto tomada de: Cuba useo |
Josefina Ortega
Al amanecer del 2 de abril de 1893 un hombre era conducido por personeros de las autoridades coloniales españolas en Cuba al paradero donde atracaban los vapores de la empresa Nueva Luz, en la bahía de La Habana.
El detenido iba a ser embarcado hacia la entonces Isla de Pinos, al sur de Cuba, para cumplir domicilio forzoso en condena de deportación. A pocos metros del muelle mostró, de repente síntomas de falta de aíre y falta de orientación, que in crescendo, desembocó en una crisis cardíaca. Hoy los galenos dirían accidente vascular encefálico. En la época los médicos consignaron una apoplejía cerebral, ocurrida a las seis de la mañana.
Aunque la relación de datos sobre el cadáver consignaba: sujeto habanero, pardo (mulato), varón, sol tero y de unos 45 años de edad, en realidad tenía cumplidos 53 y se llamó hasta ese momento Jacinto Valdés, uno de los actores principales de la obra "Perro Huevero", que veinticuatro años antes desencadenarían los tristemente célebres sucesos del "Teatro Villanueva".
Para los lectores no avisados vale dar unas líneas aclaratorias: corría el año 1869 en Cuba. En la noche del viernes 22 de enero, en el "Teatro Villanueva" se presentaba la obra "Perro Huevero" (...aunque le quemen el hocico) una obra sin mucha altura dramatúrgica, pero con encendidas loas a la belleza de la geografia fisica y humana de la siempre fiel Isla de Cuba.
En consecuencia, en momentos de la escena IX en que uno de los actores declamaba "no tiene vergüenza ni buena ni mala, el que no diga conmigo ¡Viva la tierra que produce la caña! fue entonces el acabóse. Numerosos gritos a favor de la independencia y el tremolar de cintas blancas y azules -símbolos de naciente cubanidad- dieron rienda suelta al patriotismo en ciernes. Sobre el público se abalanzó un batallón del Cuerpo de Voluntarios concentrado fuera del teatro, que al parecer había sido movilizado para reprimir cualquier intento de júbilo. Resultado: una masacre que duró cuatro días y que del Villanueva, pasó al café El Louvre y luego al Palacio del patricio cubano Aldama. El saldo de los sucesos fue de 14 muertos, 16 heridos y 45 detenidos.
Pero el hecho no fue algo fortuito: tres meses antes, había estallado la primera guerra de independencia, así que los ánimos políticos estaban candentes. La noche antes a los "sucesos de Villanueva" el actor Jacinto Valdés había dado vivas a Carlos Manuel de Céspedes.
¿Quién era Jacinto Valdés ? Según ,los historiadores había sido un tabaquero sufridor de la mala vida de pobrezas y opresiones sociales, que cambiando de aires se integró a los Caricatos -grupo de cómicos bufos- y convertido en "guarachero", ganó fama y dinero. Comenzó a usar el alias de Benjamín de las Flores y llegó no solo a actuar y cantar, sino que además compuso obras de teatros a la usanza de entonces, aunque sin verdadero talento. Según un expediente judicial -de la colonia claro el vivio amancebado con Juana Relly, meretriz cartomántica, y había tenido varios encuentros nada edificantes con la justicia.
Después de la masacre del teatro habanero salió al exilio, a México primero y a Nueva York después, lugares donde sufrió penalidades junto a su mujer e hijas. De regreso a Cuba en 1877, olvidado por teatristas y público, nunca más volvió a subir a escena. Según se dice, se aficionó a la bebida y a una conducta marginal, que lo llevó a un intento de suicidio.Se le llegó incluso a vincular al famoso bandolero Manuel García, una especie de Robín Hood criollo.
Olvidando sus días de popularísimo guarachero en la escena bufa cubana, al morir de apoplejía, según contaba Eduardo Robreño, la publicación "La caricatura" mostraba un grabado de su cadáver sobre el mármol del necrocomio con un pie que decía "retrato del popular Benjamín de las Flores, borracho consuetudinario..."
Polémico, sin cultura, tachado de irresponsable por unos y valiente por otros, Jacinto Valdés fue uno de los "teatristas" que contribuyó a fomentar la escena cubana desde una perspectiva nacional.
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