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martes, 1 de octubre de 2013

Cantares de Primavera


Antonio A. Acosta (Cuba)

Llegó la primavera;
todo reverdece con la nueva estación,
y Natura muestra su evidencia.
Llegó la primavera con su esencia
y con la Pascua de Resurrección.

Llegó la primavera;
se despide marzo, ya es abril.
Hay fiesta de gala por los valles,
y en ofrenda de espigas y detalles,
del jardín han brotado rosas mil.

Llegó la primavera;
emociones y entusiasmo por doquier,
la oruga se torna en mariposa,
el capullo se convierte en rosa
y así el campo parece renacer.

Llegó la primavera
con su eterno brillo y esplendor.
Brindemos por la gran Naturaleza,
y haciendo reverencia a su belleza,
entonemos los salmos del amor.

Llegó la primavera
y con ella ilusiones y esperanzas.
¡Qué el Señor nos toque en lo profundo,
para acabar por siempre en este mundo
con rencores, odios y venganzas!

Llegó la primavera;
todo es más colorido en su brillar,
las estrellas parecen más cercanas
y se hacen de pronto más humanas
las ansias legítimas de amar.

  Llegó la primavera,
el alba de la vida se hizo empeño,
nuestras pupilas se impregnan de sol,
la penumbra se pinta de arrebol
y no queremos despertar del sueño.

Llegó la primavera,
sabemos que es tal vez la flor de un día;
música de alas en febril conmoción;
que es esplendor, capricho y emoción,
a veces realidad,  y a veces fantasía.

Llegó la primavera,
el pasado aparece con premura,
se abren de entusiasmo nuevas brechas,
almacenando agravios y recordando fechas,
donde anochece sublime la ternura.

Llegó la primavera,
que a mí se me antoja femenina,
con sus caprichos propios de mujer,
ya que es hecha por Dios y así ha de ser
la obra más perfecta y más divina.

Llegó la primavera,
el surco se ofrece a la semilla;
se cubren de flores los patios del regreso,
y el viento del norte esculpido en beso
llega jubiloso a la otra orilla.

Llegó la primavera,
y las risas infantiles son tan bellas,
que hacen eco en los montes y los llanos.
Las risas infantiles tienen manos
para alcanzar de noche las estrellas.

Llegó la primavera;
¡cuán generoso eres Dios Divino!
y enséñanos Señor de qué manera,
podemos rescatar nuestro destino,
si esto pudiera hacerse tan siquiera.




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