María Eugenia Caseiro y el Dr. Luis Angel
Casas. Foto: Ivelisse Torres
Por Luis Ángel Casas (Cuba) (†)
Señoras y señores:
Importa María Eugenia Caseiro. Ella es lo importante, y muy importante. Lo que mucho importa y la que importa mucho. No importa la presentación que se le haga, afortunada o desafortunada. Allá el presentador. Después de todo, quien la presente no tiene por qué aspirar a lucirse. La que tiene que lucir, no lucirse, es María Eugenia, y lucir como lo que es: una auténtica joya de las Letras, con un enorme talento propio y condiciones innatas que la capacitan para el éxito.
María Eugenia Caseiro es dueña
de una personalidad muy definida, y muy seria: muy madura desde que era casi
una niña, familiarizada desde entonces con la lectura de los clásicos españoles
de la poesía, cuyas obras se sabía y se sabe de memoria. Creció en un ambiente
hogareño exclusivo. Su Abuela, un personaje inolvidable, forjó su carácter con
sus enseñanzas que ella recuerda y agradece diariamente, poniéndolas en
práctica sin dudar un solo momento, rindiendo así homenaje a esa gran maestra,
de originalidad avasalladora, a quien pudiéramos llamar “dama de hierro”,
“profesora de energía”, “dadora del buen consejo”, “antóloga del refranesco decir
y del oculto saber”, y de agudezas y sutilezas propias.
Nada en María Eugenia es falso
ni producto de un esfuerzo por querer ser. Más que una niñez alucinada, fue la
suya una iluminada niñez reveladora de una gran evolución espiritual. Así, cuando mira al cielo, no sólo es capaz
de ver allá arriba La ciudad del sol, de Campanella, sino “la ciudad de Dios”, con gente entregada
a múltiples quehaceres; y cuando ve las paredes de su casa, esas paredes se
transforman en pantallas de cine donde se proyectan las escenas más increíbles
y a veces aterrorizadoras. Todo en María Eugenia es auténtico, nunca hijo de la
fantasía. Por eso hay que leerla con respeto, y por eso me he detenido en una
somera presentación de su niñez, que es un anticipo de lo que ha llegado a ser
esta presentación de hoy, avalada por
una infatigable labor, cuyo reconocimiento la ha llevado a ocupar el cargo de
Miembro Colaborador de la Academia Norteamericana de la Lengua Española ,
Correspondiente de la
Real Academia. Y a esto se unen los innumerables
reconocimientos que le han otorgado distintos países del mundo. Baste decir que
integra la Muestra
Permanente de Poesía Siglo XXI de la Asociación Prometeo
de Poesía.
“Nueve cuentos para recrear el
café” se titula el libro que hoy me honro en presentar, escrito por María
Eugenia Caseiro y publicado en Francia, en edición bilingüe: español y francés,
por la
Editorial Equi-Librio. Un libro cuya lectura recomiendo sin
temor a equivocarme. No he de ser yo como el imprudente que la otra noche,
sentado detrás de mí en la sala de un cine, comentaba en voz alta, con otro, la
película que ya había visto y que yo estaba viendo por primera vez,
anticipándose a los acontecimientos y descubriendo el desenlace, o sea, no voy
a hacer lo mismo con estos nueve cuentos, para dejar que recreen el café sin
intromisión mía y que los tomen de sorpresa a ustedes.
Me limito a felicitar, en
primer término, a la autora del libro, María Eugenia Caseiro, y a todos los que
han intervenido en esta materialización de un modo u otro. Como muestra, eso
sí, dejemos que María Eugenia Caseiro nos lea, haciendo gala de su bella voz y
de su impecable dicción, uno de estos nueve cuentos y después nos explique la
manera de adquirir este libro. Ya verán ustedes que acercarse a él resulta
fácil. Lo difícil es alejarse de él después de haberlo leído, porque se habrá
transformado en insustituible libro de cabecera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario