Eliana Onetti (Cuba) (†)
El 12 de octubre de cada año se celebra el Día de la Hispanidad que
conmemora con regocijo y respeto la hazaña de Cristóbal Colón y sus tres
carabelas: el descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492.
En América, fue D. Hipólito
Yrigoyen, presidente de Argentina desde 1916 a 1930 quien, el primer año de su mandato,
y a pesar de la oposición de una mayoría que negaba la herencia colonial
española, proclamó el 12 de octubre como fiesta nacional
por primera vez, porque... «era aquella una herencia inmortal que debemos
afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento». Desde entonces todos los
países hispanoamericanos comenzaron a conmemorar la fecha como «Día de la Raza ».
En España, fue la Casa de América de Barcelona
la que inició su conmemoración en 1915, pero no fue sino hasta 1917 que se
instauró como fiesta nacional. Curioso que América se anticipase a España en
esta celebración.
Tenía razón el presidente
Yrigoyen. La gesta de Colón inició un proceso de conquista y colonización que
tuvo como consecuencia la aparición de países que tienen una comunidad de
ideas, de cultura, y sobre todo, de idiosincrasia: la de la raza hispana.
Durante mucho tiempo ha habido
quienes pretendieran restar importancia al hecho de la influencia española en
América y quitar, por tanto, mérito a España aduciendo que Cristóbal
Colón no era español, sino genovés. Yo digo que poco importa cuál fue el lugar
de nacimiento de este marino soñador e intrépido. Lo que sí tiene importancia
es que, a pesar de la situación de la
España de ese momento, empeñada en la gesta de la unificación
y la expulsión de los moros, fueron los Reyes Católicos los únicos que se
avinieron a emprender la aventura. No hay que olvidar que Colón había peregrinado
por Italia, Francia y Portugal ofreciendo a las Cortes de los antedichos países
la hegemonía de las tierras que descubriese a cambio de patronazgo económico.
‘ Tampoco tiene demasiada importancia que
Fernando de Aragón, ya muerta Isabel de Castilla, se negase a pagar a Colón la
recompensa acordada por su hazaña. (Todos conocemos la avaricia de
Fernando y tampoco debemos olvidar el endeudamiento de las arcas reales,
consecuencia de la
Reconquista. )
Lo realmente importante fue que la España descubridora, la España Imperial , a
diferencia de las Francia e Inglaterra imperiales,
supo sembrar en sus colonias de América la semilla de la hispanidad; que los
hombres y mujeres que allí fueron asentaron sus reales en la nueva tierra de
manera tal que la hicieron suya y la amaron como suya enseñándole a esa nueva
tierra religión, lengua, cultura y tradición; y que sus descendientes se
sintieron criollos y no peninsulares de paso. Eso es lo verdaderamente
importante.
En cualquier país
hispanoamericano sus gentes tienen similares virtudes y parecidos defectos a
los que perviven en el pueblo español, dando por sentado que hay ligeras
diferencias determinadas por la. desigualdad climática, igual que un gallego y
un castellano y un andaluz, aunque españoles, son diferentes porque el clima de
sus regiones determinadas los remodela. Y tanto es así, que hay más puntos de
comunidad y conocimiento entre un hispanoamericano y un español que entre dos
hispanoamericanos de diferentes países.
Esa hispanidad es la herencia de
España en América. Ésa es la hispanidad que pervive
a pesar de las diferencias políticas y económicas que sentaron las bases de la
independencia de las colonias. Y esas colonias, ya libres e independientes
políticamente, siguieron siendo hispanas.
Lo que no sucedió con las
colonias inglesas y francesas, la
India y Argelia, por ejemplo, que, liberadas del yugo
colonial, siguieron siendo lo que eran antes de la conquista: hindúes y
musulmanes eran y son. Y los siglos de vida colonial apenas si representaron un
ligero barniz en sus culturas, barniz que perdió lustre en muy pocos años,
perdurando sólo la lengua, como lengua extranjera, en los estratos políticos y
administrativos; nunca en el pueblo llano.
Por eso, afirmamos y defendemos
los hispanoamericanos esa herencia inmortal de España, y debemos ser agradecidos.
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