Primera parte.
El volumen de expresiones que comprende las manifestaciones culturales y tradiciones de un pueblo, y cuyas vertientes abarcan todo el saber de ese pueblo, su arte popular y sus creencias, es denominado folklore.
La palabra folklore sale a la luz por primera vez, en un artículo publicado en la revista londinense Athenaeum, el 22 de agosto de 1846, bajo el seudónimo de Ambrose Merton, escritor inglés dedicado a estudios etnográficos, cuyo nombre real era William John Thoms. La etimología del vocablo folklore o folclore, proviene de la raíz folk (pueblo, gente), y lore, (ciencia, saber del pueblo).
Además de la música, la danza, los elementos religiosos y la historia oral (proverbios, chistes, creencias populares y otros), forman parte del folklore, las tradiciones y las costumbres de los pueblos, en las que intervienen, además, personajes fabulosos. Al hablar de tradiciones es importante mencionar estos seres que dan color a las leyendas de las diferentes culturas, como también sucede en la cultura cubana, en cuyas raíces se empalman personajes pintorescos característicos de nuestro folklore.
Luego del exterminio por parte de la colonización española, de la población indígena que habitaba en las diferentes regiones de Cuba, la necesidad de fuerza bruta para las labores agrícolas y otros trabajos pesados, dio origen y fomento a la trata de esclavos. Los negros procedentes de diversas tribus africanas, arribaron a Cuba producto del tráfico humano, arrancados de su hábitat, pero nunca pudieron desposeerles de sus culturas a pesar de un pertinaz y a veces encarnizado intento de arrancárselas con el fin de hacer valer la religión y costumbres imperantes de los colonizadores de la época. El momento histórico solo pudo afincar en ellos aún más, el culto a sus tradiciones y, aferrados a ellas, las fueron enmascarando bajo las nuevas exigencias y dentro de su impuesta condición esclavos; sin embargo, no pasaron inadvertidas a esa nueva población mulata compuesta por la unión entre los españoles y los negros africanos, a la criolla, a todas las mezclas a las que posteriormente se sumaron etnias y culturas como la francesa, la haitiana, la asiática y otras, y las religiones y costumbres africanas terminaron por permear el cerco de las imposiciones.
La música y la danza comienzan también a sufrir las transformaciones de esa mezcla de etnias profundamente vinculadas a elementos religiosos que encontramos cohabitando con expresiones paganas. Hoy día muchas de las danzas que tuvieron su origen en lo místico en las culturas africanas, se han incorporado al repertorio de los conjuntos de danza y artísticos, pasando muchos movimientos y pasos, a formar parte de las danzas populares de salón. También como consecuencia de las fusiones de culturas, los llamados personajes legendarios fueron trascendiendo barreras de lenguas y etnias al tiempo que se emplazaron en la cultura y tradición cubanas de manera que hoy día son parte integral de su folklore. Encabezando la lista encontramos uno de los más pintorescos: el diablito o Ireme. Sus danzas son, probablemente, las más características entre las danzas del folklore cubano.
El Ireme Abakuá ha pasado a ser un símbolo de cubanía por lo que se le puede ver en grabados de diferentes épocas, afiches, pinturas, y toda clase de exponentes de la industria artesanal cubana.
Es tradición y orgullo de los Abakuá, la fabricación de estos muñecos, de los que existen diferentes tipos. Los hombres Abakuá visten el traje de Ireme o diablito durante las ceremonias de esta sociedad secreta, fundada en 1836.
El diablito es espíritu reencarnado, personaje de la Sociedad Secreta Abakuá, donde se sitúa como elemento indispensable en la dramaturgia del rito ceremonial de Ireme. Sus orígenes se remontan al Calabar, una región de África en el sudeste de la actual República de Nigeria y parte del Camerún. Este grupo étnico formó en Cuba la Sociedad Abakuá a principios del siglo IXX, especie de hermandad secreta solamente de varones que se preocupaba por la emancipación de los esclavos y que rápidamente fue asimilada por negros esclavos o emancipados, mulatos y blancos de estrato humilde. A pesar de que en África existen hermandades parecidas a ésta, la Abakuá es una sociedad únicamente localizada en Cuba. Los colonizadores les llamaron ñáñigos, que quiere decir arrastrados.
Los ñáñigos eran perseguidos y maltratados. Finalmente supieron imponerse y, primero cada Día de Reyes, luego durante el carnaval, sacaban sus diablitos a la calle a bailar y festejar. Por ello el diablito danza en las diferentes festividades religiosas de la secta Abakuá y en las paganas, como los carnavales.
El diablito, o los diablitos, representan a la naturaleza, se destacan por su expresión corporal que es muy rica y se aviva cuando hacen sonar el cinturón de campanitas llamado enkaniká, que forma parte de su atuendo. Examinan los pasos de los participantes y además intervienen haciendo las veces de protagonistas. Su danza ha influido notoriamente en la manera de bailar otros ritmos cubanos.
El folklore cubano y todas sus manifestaciones, son fuente inagotable de color y belleza para los amantes de las raíces de las tradiciones populares.
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