Al salir de las estrechas ypor este motivo calurosas calles, que causan mas sufrimientos que placeres al pedreste que las transita, se ve uno sorprendido al encontrarse en el centro de la ciudad con una espléndida y anchurosa vía bordada de árboles frondosos, que parece algo del Edén con que sueñan los europeos cuando piensan en estos países tropicales, de maravillosa vegetación, descritos con vivos colores, y que arrancaron al descubridor tan concisa como descriptiva frase al contemplar a Cuba: “Es la mas fermosa tierra que los ojos vieron.” Casi todo el ancho de la ciudad está atravesado por la alameda, que tomando nombres distintos segun sus divisiones, comienza en la calle del Príncipe Alfonso, antes calzada del Monte, y termina en el castillo de la Punta a la entrada del puerto. Parque de la India, Parque de Isabel la Católica, Parque Central y Paseo del Prado, son las denominaciones que toma la vía, sin rival no solo en la Habana sino en muchas ciudades de más encopetado tono. Comodidad, fresco y aseo de que se carece entre las calles se encuentran allí reunidos, y gracias a este respiro puede soportar la vida el hombre espansivo, que sin estos lugares le sería penosa.
La fuente de mármol quo adorna el parque de la India y que por la obra toma el nombre, es una bella y magnífica escultura y de lo mejor que puede encontrarse en América. Se debe al espíritu patriótico y artístico del Intendente Pinillos, que fue hijo de esta ciudad y a más celoso de su esplendor, cosa que no ha tenido muchos imitadores después. La india Habana que preside la fuente, es un mito, pero recuerda con las formas de la más bella estética a la raza aborígen que cedió el puesto a la íbérica y a la africana, trasplantadas aquí. Es un monumento necesario y reparador, y digno del espíritu poético y caballeresco español. A la verdad que es de lo mas simpático que encierra la Habana y difícilmente encontrarían los hombres de estos tiempos creación que satisfaga mejor.
El parque de Isabel la Católica no tiene nada especial que describir, pues que el arte no ha reclamado desde hace mucho tiempo a nuestros administradores ningún gasto. El centro de este tramo del paseo está adornado con retazos de fuentes viejas, gracias a que los hombres de otras épocas se ocuparon de ernbelleeer su residencia, y algunos restos quedan de lo que adquirieron. Bancos de hierro aunque escasos, brindan descanso al paseante, que encuentra alegría no solo en el coposo verdor de los árboles, sino en el bullicioso pitar de millares de pájaros que se anidan en sus ramas. A uno de los lados se ostenta correcta línea de edificios nuevos, de buen aspecto aunque monótonos en su conjunto por la igualdad y por las gruesas columnas de los portales. El sistema anticuado de construcciones que en la Habana no se reforma da un aspecto melancólico a la ciudad, que contrasta con la alegría del cielo. ¿Para qué tantas piedras? No se ve la ventaja que ofrece ese modo de fabricar ni en la solidez ni en nada. El paradero y depósitos del ferrocarril de Villanueva ocupan el lado opuesto, causando mal efecto y dando pobre idea del espíritu emprendedor de esa Empresa.
Viene despúes el Parque Central, más anchuroso que los demás y verdadero centro donde se esparce el ánimo yse refresca por las noches el cuerpo agobiado por el calor del día. Está bien trazado y mejor alumbrado, pero sin otra cosa digna de alabanza. Han puesto en el centro y precisamente en el sitio que reclama un kiosco y caja armónica para la música, a una estatua de poquísimo mérito artístico, por solo representar a una ex-reina y cuya obra no satisface a la vista siendo rémora de una necesidad. A la entrada de alguno de los otros parques haría buen efecto la estatua, y el kiosco daría mayor lucimiento al Central y a las bandas militares que obsequian con sus conciertos al público, en noches deliciosas que convidan a sentir y a gozar.
A las retretas mencionadas, que actualmente tienen lugar los lunes, miércoles y viernes, acude más público que los demás días, contándose bastaste señoras y señoritas que de otro modo no concurrirían al paseo, ni buscarían el fresco y el esparcimiento en beneficio de su salud, pues la mujer habanera está imbuida de rancias preocupaciones y cree que su concurso solo es natural cuando algún atractivo lo justifica. De esta como de otras ideas extravagantes son culpa la monotonía y falta de aliento que encuentra el hombre en todas partes, casi desiertos como los lugares públicos se ven por el sexo femenino, que es al que le toca embellecer la vida no solo con su presencia y sus galas sino con su contento. No es empero grande el número de personas de ambos sexos que concurren al Parque en las noches de retreta, exceptuando ciertas solemnidades, dada la población y siendo el único punto de esparcimiento de la ciudad, pues si bien parece lo contrario al que se sitúe en la parte que hace frente al teatro de Tacón, es, porque para mayor amaneramiento y falta de gracia, los paseantes no salen de ese corto tramo, apiñándose como si no hubiese más espacio. Todos andan graves y como pagados de su propia importancia; parece más que paseo una imposicion obligatoria que tienen las damas y los caballeros de codearse por el espacio de dos horas sin decirse oste ni agoste, y volverse a sus casas con tanto spleen como trajeron. Falta de las muchachas la naturalidad y el despejo que tanto realzan a las mujeres de las grandes ciudades y a los hombres el entusiasmo y la franqueza elegante de la juveatud europea.
Las damas que tienen carruage no se apean y pretextan escuchar la música, formándose por esta causa una molesta aglomeración de vehículos por la parte exterior de aquel indispensable tramo. Cuando se sabe que estas sibaritas no ejercitan sino muy raras ocasiones las piernas no puede uno menos que exclamar: ¡qué fastidio! Los amigos se acercan a saludarlas y a endulzar los oídos de la pretendida, y es el único conato de sociedad que se forma en el Parque aunque pocopropio en la forma, pues que quedan los caballeros obligados a permaneeer entre un maremagnum peligroso.
Algunos grupos de hombres se forman sin erubargo, y aunque en dos o tres de estos que son habituales se notan personas instruidas que cultivan con su conversación asuntos elevados, la mayoría son de jóvenes que no llevan otro objeto aparente sino reírse de sus propios dicharachos, siempre faltos de gracia y oportunidad y que molestan los oidos del hombre juicioso, dando pobrísima idea del estado mental de una generación que tiene elementos sobrados de perfeccionamientos. Con semejantes galanes, cómo han de brillar las mujeres!
Todo el rededor del Parque está poblado de vistosos edificios, alguno paralizada su construcción por causas imprevistas, yen el lado en que está el teatro de Tacón, de fama universal, están muy buenos cafés, restauranes y hoteles, resplandecientes de luz y de animación, mereciendo el café el Louvre por su fisonomía que le dediquemos uno de nuestros capítulos así como a la bulliciosa acera que toma su nombre y que se extiende hasta la calle de Neptuno.
Sigue después el paseo del Prado que nos lleva hasta el mar y que nada particular ofrece de mención a no ser su constante brisa y marítimo panorama. En este trayecto están el magnífico establecimiento hidrotepiraco de Belot, el Centro de Dependientes, sociedad de instrucción y recreo y el Círculo Militar, elegante casino de los hijos de Marte, con muchas comodidades yque como de reciente creación no se sabe aún de qué pié cojea.
El parque de Isabel la Católica no tiene nada especial que describir, pues que el arte no ha reclamado desde hace mucho tiempo a nuestros administradores ningún gasto. El centro de este tramo del paseo está adornado con retazos de fuentes viejas, gracias a que los hombres de otras épocas se ocuparon de ernbelleeer su residencia, y algunos restos quedan de lo que adquirieron. Bancos de hierro aunque escasos, brindan descanso al paseante, que encuentra alegría no solo en el coposo verdor de los árboles, sino en el bullicioso pitar de millares de pájaros que se anidan en sus ramas. A uno de los lados se ostenta correcta línea de edificios nuevos, de buen aspecto aunque monótonos en su conjunto por la igualdad y por las gruesas columnas de los portales. El sistema anticuado de construcciones que en la Habana no se reforma da un aspecto melancólico a la ciudad, que contrasta con la alegría del cielo. ¿Para qué tantas piedras? No se ve la ventaja que ofrece ese modo de fabricar ni en la solidez ni en nada. El paradero y depósitos del ferrocarril de Villanueva ocupan el lado opuesto, causando mal efecto y dando pobre idea del espíritu emprendedor de esa Empresa.
Viene despúes el Parque Central, más anchuroso que los demás y verdadero centro donde se esparce el ánimo yse refresca por las noches el cuerpo agobiado por el calor del día. Está bien trazado y mejor alumbrado, pero sin otra cosa digna de alabanza. Han puesto en el centro y precisamente en el sitio que reclama un kiosco y caja armónica para la música, a una estatua de poquísimo mérito artístico, por solo representar a una ex-reina y cuya obra no satisface a la vista siendo rémora de una necesidad. A la entrada de alguno de los otros parques haría buen efecto la estatua, y el kiosco daría mayor lucimiento al Central y a las bandas militares que obsequian con sus conciertos al público, en noches deliciosas que convidan a sentir y a gozar.
A las retretas mencionadas, que actualmente tienen lugar los lunes, miércoles y viernes, acude más público que los demás días, contándose bastaste señoras y señoritas que de otro modo no concurrirían al paseo, ni buscarían el fresco y el esparcimiento en beneficio de su salud, pues la mujer habanera está imbuida de rancias preocupaciones y cree que su concurso solo es natural cuando algún atractivo lo justifica. De esta como de otras ideas extravagantes son culpa la monotonía y falta de aliento que encuentra el hombre en todas partes, casi desiertos como los lugares públicos se ven por el sexo femenino, que es al que le toca embellecer la vida no solo con su presencia y sus galas sino con su contento. No es empero grande el número de personas de ambos sexos que concurren al Parque en las noches de retreta, exceptuando ciertas solemnidades, dada la población y siendo el único punto de esparcimiento de la ciudad, pues si bien parece lo contrario al que se sitúe en la parte que hace frente al teatro de Tacón, es, porque para mayor amaneramiento y falta de gracia, los paseantes no salen de ese corto tramo, apiñándose como si no hubiese más espacio. Todos andan graves y como pagados de su propia importancia; parece más que paseo una imposicion obligatoria que tienen las damas y los caballeros de codearse por el espacio de dos horas sin decirse oste ni agoste, y volverse a sus casas con tanto spleen como trajeron. Falta de las muchachas la naturalidad y el despejo que tanto realzan a las mujeres de las grandes ciudades y a los hombres el entusiasmo y la franqueza elegante de la juveatud europea.
Las damas que tienen carruage no se apean y pretextan escuchar la música, formándose por esta causa una molesta aglomeración de vehículos por la parte exterior de aquel indispensable tramo. Cuando se sabe que estas sibaritas no ejercitan sino muy raras ocasiones las piernas no puede uno menos que exclamar: ¡qué fastidio! Los amigos se acercan a saludarlas y a endulzar los oídos de la pretendida, y es el único conato de sociedad que se forma en el Parque aunque pocopropio en la forma, pues que quedan los caballeros obligados a permaneeer entre un maremagnum peligroso.
Algunos grupos de hombres se forman sin erubargo, y aunque en dos o tres de estos que son habituales se notan personas instruidas que cultivan con su conversación asuntos elevados, la mayoría son de jóvenes que no llevan otro objeto aparente sino reírse de sus propios dicharachos, siempre faltos de gracia y oportunidad y que molestan los oidos del hombre juicioso, dando pobrísima idea del estado mental de una generación que tiene elementos sobrados de perfeccionamientos. Con semejantes galanes, cómo han de brillar las mujeres!
Todo el rededor del Parque está poblado de vistosos edificios, alguno paralizada su construcción por causas imprevistas, yen el lado en que está el teatro de Tacón, de fama universal, están muy buenos cafés, restauranes y hoteles, resplandecientes de luz y de animación, mereciendo el café el Louvre por su fisonomía que le dediquemos uno de nuestros capítulos así como a la bulliciosa acera que toma su nombre y que se extiende hasta la calle de Neptuno.
Sigue después el paseo del Prado que nos lleva hasta el mar y que nada particular ofrece de mención a no ser su constante brisa y marítimo panorama. En este trayecto están el magnífico establecimiento hidrotepiraco de Belot, el Centro de Dependientes, sociedad de instrucción y recreo y el Círculo Militar, elegante casino de los hijos de Marte, con muchas comodidades yque como de reciente creación no se sabe aún de qué pié cojea.
Quiero dejar un testimonio de mi cariño por la ciudad que perdure más que ella misma, para que siempre podamos volver aunque sea por los caminos del espacio cibernético. Yo adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos, van marcando mi retorno… Y volver, volver, volver…
El hijo del Cerro, Caracas
Sigamos visitando este árbol espléndido que es solo una imagen fija, que no está en ninguna parte, para que sea de todos. Gracias a La Habana Elegante por mantener vivo el milagro de una ciudad que parece nacer de nuevo con cada entrega del Templete. Ojalá pronto podamos ser libres todos los cubanos y entrar y salir de la ciudad, no como extranjeros, ni como enemigos. Besos para todos.
Julia Jiménez, Orlando
Tomado de: Habana Elegante
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