Dr. Rowland J. Bosch 1927 - 2015 |
Por: Leonora Acuña de Marmolejo
“Se ha roto un noble corazón”
-Horacio de Hamlet
Adios no te
hemos dicho; sólo hasta luego, amigo. / Estarás cual morcella, cual la chispa
que inspira, / que nos lleva a los cielos en noble desvarío, / tras el esquivo
sueño que acarició Martí. / ¡Arrivederci, hermano querido Rowland Bosch!; /no
has muerto entre nosotros, sólo cambiaste traje; / trascendiste a otro plano
cimero en las estrellas. / Te has ido por el áureo sendero de las grandes!
Tuve a gran honor el privilegio de conocer
a mi dilecto amigo Rowland J. Bosch y de
disfrutar de su leal y transparente
amistad, en una de las Peñas Literarias mensuales que sostenía el destacado cubano, Mecenas de nuestra
cultura Nibio Martínez en las
instalaciones de su librería M & N, y de su periódico “La Razón” en Union City, N.
J.
Desde entonces entablamos una bella,
sincera, y enriquecedora amistad, sosteniendo un diálogo constante ya fuera
telefónica o físicamente cuando en
compañía de su esposa, se hacía presente
en mis consabidas reuniones de verano con mis más caros colegas y amigos. Cual
oro obrizo y trigo candeal, Bosch era un ser como pocos: Talentoso, erudito,
conspicuo, sincero, y morigerado; y por supuesto: gentil y apreciativo como
todos sus coterráneos. Con su presencia transmitía una sabia serenidad crística,
a tal punto, que charlando con él, las horas pasaban inadvertidas dejándonos
luego una sensación de haber estado en un remanso de apacible calma. Pero lo
que más lo distinguía, su “muestra
personal”, era la nobleza y la rectitud de hombre probo.
Rowland nació en La Habana, Cuba. Allí,
en la Universidad de La Habana recibió su doctorado en Farmacia y Ciencias Físico-Químicas
. En 1968 se exilia en Los Estados Unidos. Ya radicado en el país, cursa
estudios superiores en la Universidad de Saint John, Long Island. Dedicó su
vida a nuestra cultura con admirable
tesón como escritor, poeta, ensayista, y crítico literario, dando esplendor con
su pluma enorgullecedora no sólo a sus conciudadanos, sino también a quienes
estamos felizmente amalgamados por
nuestra Lengua Cervantina. Bosch fue también ex-cantante, y una autoridad en el
arte vocal clásico, como lo atestigua en su libro “Veleidades Musicales”.
En su brillante andadura profesional, Bosch
se desempeñó como un apóstol -digámoslo así- en el devoto escandimiento del
soneto clásico exquisitamente rimado
dentro de un respetuoso manejo de propiedad lingüística, con una clara,
sencilla, y eufónica belleza en donde campea El Amor como la inconfundible
impronta de su inspiración y su entusiasmo líricos. Fue autor de varios libros
y poemarios entre los que se cuentan: Albores (1950); Nuevos Albores (1996); y Nuevos Albores II (1997);
Destellos y
Elucubraciones; Arpegios y Armonía; Crónicas Martianas; Veleidades Musicales;
Flores del Otoño; y Hurgando en el Pasado (2007).
Dentro de ese amor y paradógicamente, en un
binomio de estoicismo y amargura, en
algunos de sus
versos, reconoce la presencia del desamor, como cuando de nuevo cree volar en
las alas de Cupido. Así es como doliente le brota su Poema del desamor: “Te
burlaste de mí cuando toda la vida / te la iba yo dando gota a gota de amor . /
Ahora yo me río… y al verte compungida / pienso que por ser último, me he reído
mejor”.
Tuve el
placer de que él escribiera sobre mi obra , el apreciativo y
enorgullecedor artículo “Destellos de un alma en la poesía de Leonora Acuña de
Marmolejo”, en su libro “Destellos y Elucubraciones”
1998 (Artículos, Crónicas, Charlas, Ensayos). Asimismo me cupo el honor de
escribir el prólogo para su libro de poemas
“Nuevos Albores” 1996.
Sus artículos y poemas fueron publicados
en revistas y periódicos como por
ejemplo La información de Houston; El día; La razón; Pensamiento; Círculo del
CCP de Charlotte; Observador Iberoamericano; Nuevas Páginas etc. etc.
Tras de la muerte de su primera esposa
Nancy con quien él escanció en el cáliz del amor más profundo, y a quien como
ofrenda póstuma grabó en su lápida sepulcral los famosos versos de “La amada
inmóvil” de Amado Nervo, y después de un
largo transitar solo y acongojado, encontró en su sendero la inspiración y la
motivación cual un milagro para continuar: Milagros, la dama amorosa y tierna quien hasta
su deceso lo llenó de nuevo de amor y
entusiasmo por la vida.
Consciente del inexorable destino final
del ser humano, en “Eternidad” , su
poema del libro “Flores del Otoño” dice: “El sepulcro vacío de tinieblas y
olvido / me esperará muy pronto en viaje al fenecer / y con fervor iré a esa
tumba que es nido. / Una noche sin luna, la llenará mi ser”.
Adios no te hemos dicho; sólo hasta
luego, amigo, / que estás en las
estrellas y entre los grandes bardos, / envíanos destellos de tu alma limpia y
pura / que ennoblezcan el estro de los que aquí aún quedamos.
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