Juan A Oliveira /
Un barco perdido en el Pacífico a principios del siglo XVI, un hórreo a 20.000 kilómetros de Galicia y un extraño árbol en A Coruña. Estos son los ingredientes principales del misterio de la carabela San Lesmes, la embarcación que según investigadores de nuestras antípodas podría reescribir el descubrimiento de Nueva Zelanda.
La historia oficial nos dice que el primer europeo en llegar a Nueva Zelanda fue el holandés Abel Tasman en diciembre de 1642, en su viaje de exploración al servicio de la servicio de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales. Y que James Cook fue el segundo en llegar allí 127 años después, en septiembre de 1769, tras observar ese verano el Tránsito de Venus desde Tahití.
Pero las investigaciones del autor australiano Robert Langdon (1924-2004) proponen una historia totalmente diferente. Langdon, nacido en Adelaida, era un veterano de la Segunda Guerra Mundial que abandonó la universidad en favor de su carrera de escritor. Tras pasar seis años en sudamérica y un frío invierno en Canadá, acabó en Tahití. Interesado por la historia del archipiélago y los atolones cercanos, Langdon investigó la procedencia de dos cañones encontrados en el atolón Amanu de la Polinesia Francesa en 1929.
En 1975 Langdon publicaba La carabela perdida, en donde proponía que los cañones pertenecían a la carabela española San Lesmes, perdida en 1526 en el Pacífico Sur. La San Lesmes era una de los barcos de la expedición de García Jofre de Loaísa, que el 24 de julio de 1525 partió de A Coruña con una flota de siete naves y 450 hombres con la intención de tomar las islas Molucas, ricas en especias y en disputa entre las coronas de Castilla y Portugal.
Entre los participantes de la expedición se encontraban marinos insignes como Juan Sebastián Elcano, que había completado la primera circunnavegación de la Tierra tan solo tres años antes, Andrés de Urdaneta, el más grande cosmógrafo de su tiempo, y que años después descubriría la ruta a través del Pacífico desde las islas Filipinas a México o tornaviaje, o Rodrigo de Triana, que avistó América en el primer viaje de Colón.
Aunque realizaron numerosos descubrimientos geográficos y marítimos, la expedición fue un desastre. No solo no conquistaron las islas Molucas, si no que tan solo regresaron 24 de los 450 hombres a España en 1536, once años después de partir; durante el viaje murieron, entre otros, el almirante Loaísa y Elcano. Entre naufragios y deserciones, tres de las naves no llegaron a cruzar el estrecho de Magallanes y sólo una, la Santa María de la Victoria, alcanzó las Molucas.
La San Lesmes era una carabela de 80 toneladas de peso muerto, capitaneada por Francisco de Hoces, y con una tripulación de entre 50 y 60 hombres, la mitad gallegos y el resto castellanos, vascos y flamencos. La carabela fue separada temporalmente de la flota durante el paso de la expedición por el estrecho de Magallanes, llevándola a cruzar hacia el Pacífico dejando el cabo de Hornos al norte y navegando por el denominado hoy en día mar de Hoces en honor de su capitán en el mundo latino, o pasaje de Drake en el mundo anglosajón. Aunque la flota volvió a reunirse, el 2 de junio de 1526 un temporal volvió a separar los navíos, que ya no volverían a juntarse.
El rumbo tomado por la San Lesmes a partir de ese momento es un misterio. En 1772, más de dos siglos después, la fragata Magdalena encontró una gran cruz antigua cerca de Tahití, lo que llevó al historiador Martín Fernández de Navarrete a concluir que esa isla o alguna cercana fue el destino final de la San Lesmes. Los cañones hallados en Amanu en 1929 corroborarían esta teoría, pero según diferentes hipótesis ese no sería el punto y final de su recorrido, sino que la San Lesmes continuó su viaje, llegando hasta Nueva Zelanda y Australia.
Para el conservador del Departamento de Mapas de la Biblioteca Nacional de París Roger Hervé la San Lesmes navegó hacia el oeste intentando alcanzar las Molucas, pero encontrando sin querer Nueva Zelanda y Tasmania, y bordeando Australia hasta ser capturados por los portugueses. Hervé presentó su hipótesis en 1982 en el libro Découverte fortuite de l’Australie et de la Nouvelle-Zélande par des navigateurs portugais et espagnols entre 1521 et 1528.
Para Robert Langdon, los cañones de Amanu son indudablemente de la San Lesmes. Los tripulantes tuvieron que tirarlos por la borda para aligerar el peso del barco tras quedar este encallado en los arrecifes del atolón. A partir de ahí el viaje continuó hasta Anaa, en donde algunos de los tripulantes se establecieron, y el resto continuó viajando al oeste hasta acabar en Nueva Zelanda. Langdon planteó sus conclusiones en sus libros La carabela perdida de 1975 y La carabela perdida explorada de nuevo de 1988.
El autor afirmaba que los náufragos de la San Lesmes y sus descendientes ocuparon una posición preeminente en las islas donde se establecieron, y que su influencia genética y cultural explicaría porque los primeros exploradores europeos se encontraron con indígenas de piel y ojos claros, pelirrojos o rubios, adoradores del dios Oro y que explicaban la creación del mundo según el Génesis y se referían confusamente al concepto de la Santísima Trinidad. Además eran los únicos nativos de aquellos archipiélagos que saludaban agitando las manos, tripulaban botes con velas latinas y realizaban construcciones similares a los hórreos gallegos en Nueva Zelanda denominadas pataka, utilizadas por los maoríes para guardar los productos del campo y sus riquezas más preciadas.
Y para finalizar, un último detalle. En el barrio de Monte Alto en la ciudad gallega de A Coruña, en el patio de la comisaría de la policía, se encuentra un metrosidero, un árbol originario de Nueva Zelanda que en opinión de especialistas por su forma y su tamaño podría tener entre 400 y 500 años. Quizá la semilla de este árbol la plantó un superviviente de la San Lesmes que de alguna manera consiguió completar su viaje y retornar a España tras su estancia en Nueva Zelanda. Quizá la historia de nuestras antípodas deba ser reescrita.
Juan A Oliveira es el responsable de las Áreas de Ingeniería Naval Aplicada y Estructuras en CT Ingenieros. Desde 2013 edita y coordina el blog de temática naval vadebarcos.net. Puedes conectar con él a través de Twitter o LinkedIn.
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