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En la hamaca, la existencia,
dulcemente, resbalando, se desliza.
Diego Vicente Tejera (1848-1903)
La hamaca es una de las pocas invenciones de los indios antillanos que han sido adoptadas por nuestra civilización occidental. Cuentan los historiadores que poco tiempo después del descubrimiento del Nuevo Mundo, los civilizados marinos europeos, que antes de realizarse este evento dormían sobre ásperas tablas en sus largos viajes, comenzaron a dormir en hamacas. El gran cronista de Indias Fernández de Oviedo la describe con lujo de detalles en su libro "Sumario de la Natural Historia de las Indias", publicado en 1526, y dice: "Las camas en que duermen se llaman hamacas, que son unas mantas de algodón muy bien tejidas y de buenas y lindas telas, y de tres en luengo, y algo más angostas que luengas y en los cabos están llenas de cordeles de cabuya y henequén, y estos hilos son luengos, y vanse a juntar y concluir juntamente, y hácenles al cabo un trancahilo, como a una empulguera de una cuerda de ballesta, y así la guarnecen, y aquella atan a un árbol, y la del otro al otro cabo, con cuerdas o sogas de algodón, que llaman hicos, y queda la cama en el aire, cuatro o cinco palmos levantada de tierra, en manera de honda o columpio; y es muy buen dormir en tales camas, y son muy limpias; y como la tierra es templada, no hay necesidad de otra ropa ninguna encima."
Durante las guerras de independencia, los mambises indudablemente dormían en hamacas, ya que, estando en constante movimiento por la manigua cubana, no podían transportar camas, y las hamacas eran fáciles de llevar. En este siglo nuestros guajiros siguen usando hamacas, especialmente los cortadores de caña que duermen en los barracones de los centrales azucareros.
Siendo la hamaca tan criolla, el Cucalambé le dedicó una bella composición, cuya primera décima expongo a continuación para cerrar este capítulo.
MI HAMACA
De una yagruma encumbrada
Y un corpulento mamey,
Con dos jicos de yarey
Con dos jicos de yarey
Tengo mi hamaca colgada,
En ella el alma cansada
Goza de dulce recreo,
Y cuando del cielo veo
Los deslumbrantes colores,
Y cuando del cielo veo
Los deslumbrantes colores,
Me divierten los rumores
De los montes que poseo
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