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Hace apenas seis décadas que los tranvías dejaron de ser el principal medio de transporte público con que contaba La Habana. Entonces unas treinta líneas eran servidas por cientos de carros eléctricos que recorrían diariamente miles de millas por toda la ciudad, enlazando áreas residenciales con parques industriales, hoteles con centros nocturnos, mercados y centros comerciales con escuelas y repartos. La vida iba a la par del tranvía. Paraderos, plantas eléctricas, estaciones y oficinas, eran elementos de un paisaje urbano desgraciadamente llamado a desaparecer...
Todo esto fue el tranvía. Raíles que horadaron calles y avenidas que llegan, inutilizados, a nuestros días, cables aéreos entretejidos en tupida red de cobre y bronce, ruidos y silencios sumergidos en la historia de los barrios y sus habitantes, huella arquitectónica, histórica y cultural reflejo de los ritmos trepidantes de la modernidad...
En esencia, un aval más que suficiente para ser recordados por todo lo que hizo por nuestra ciudad...
Los tranvías de la calle O`Reilly.
Dentro de la red vial de los tranvías de La Habana las calzadas y avenidas eran las arterias fundamentales de la circulación citadina. En las calzadas de Jesús del Monte, del Cerro y de San Lázaro junto a las avenidas de Carlos III y Línea, todas con un importante peso demográfico, económico y social, el tráfico tranviario era intenso y posibilitado por la circulación en ambos sentidos. Sin embargo la calle O`Reilly, sin representar para nada una competencia con éstas pues sólo servía de asiento de los raíles tranviarios por escasamente tres cuadras, desempeñaba un importante papel en la movilidad al interior de la ciudad. ¿La razón? Porque hacia posible el acceso mediante el tranvía a un espacio vital en la dinámica urbana de la capital, la plaza de Armas con su Palacio de los Capitanes Generales (Palacio Presidencial hasta la década de los veinte del siglo pasado y sede del ayuntamiento hasta los sesenta), el Palacio del Segundo Cabo (sede del Senado en los primeros años de la República) y el edificio Horter (embajada de los Estados Unidos en la década de los cuarenta), por mencionar tres de sus principales enclaves históricos y arquitectónicos.
A la calle O`Reilly los tranvías llegaban por los elevados de San Pedro, una importante obra de ingeniería construida por la Havana Electric Railway and Company a principios del siglo XX y que estuvieron en uso hasta el año 1942, cuando por decreto presidencial fueron demolidos. Los elevados permitían acceder al segundo nivel del edificio de la Lonja del Comercio, erigido en el año 1909 según proyecto del arquitecto valenciano Tomás Mur. Pasaban sobre la plaza de San Francisco, que tomó su nombre por el convento fransciscano allí establecido hasta mediados del siglo XIX y tenían además una parada reglamentaria en ese lugar, al cual se llegaba por una escalera.
Los elevados, también con doble vía al igual que las calzadas y avenidas, llevaban a los pasajeros hasta la misma entrada de la calle O`Reilly, justo a un costado del Templete, pequeño edificio conmemorativo neoclásico que rememora el acto de fundación de la ciudad en el lejano año de 1519. En la imagen puede verse el vagón del tranvía a la izquierda, y el Templete puede reconocerse facilmente por la enorme ceiba en su entrada, un árbol típico de los paisajes cubanos urbanos y rurales de simbólico valor para los orígenes de La Habana.
Luego de pasar al lado del Templete, ya en la calle O`Reilly, los carros eléctricos se encontraban con la explanada del Castillo de la Real Fuerza, otra importante edificación de los alrededores de la Plaza de Armas construida en la segunda mitad del siglo XVI y que tuviera diferentes usos (cuartel militar, archivo, biblioteca) a lo largo del siglo XX. En la actualidad es un museo dedicado a la arqueología subacuática y a la historia de la construcción naval habanera perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Ya terminando su breve paso el tranvía por la calle O`Reilly, al costado de la plaza de Armas, quedaba aún por encontrarse con el Palacio del Segundo Cabo, construido a finales del siglo XVIII y junto al Palacio de los Capitanes Generales, pilares del poder político colonial español en la Isla de Cuba. El Palacio del Segundo Cabo, actualmente en proceso de restauración arquitectónica, será un importante centro cultural sobre la influencia europea en la vida y cultura cubana y en el Palacio de los Capitanes Generales radica desde el año 1968 el Museo de la Ciudad.
Entonces para finalizar, en la intersección con la calle Tacón los raíles torcían a la derecha para desembocar en los alrededores de la plaza de la Catedral, alejándose cada vez más del corredor O`Reilly, pasaje breve pero preciso en la geografía habanera y una vez escenario privilegiado del tranvía eléctrico en la capital.
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