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sábado, 1 de abril de 2017

Aproximaciones al tema de la esclavitud en Pedro Blanco, el Negrero de Lino Novás Calvo. Conferencia en el VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, Providence Rhode lsland.(Extractada )


Rosa M.Cabrera

La presencia negra en las letras cubanas ha sido continua y persistente y se ha orientado en varios rumbos, según los momentos en que se ha producido y los objetivos de los autores.

Puede decirse que el tema negrista toma en la literatura cubana orientaciones bien precisas, clasificables en tres grupos, en cada uno de los cuales pueden incluirse algunas obras claves. Dichos grupos corresponden también, aproximadamente, a otras tantas fases en la evolución del tema, aunque a veces resultan paralelas.

Entrado ya el período republicano, aparece la segunda fase y la novelística tomará orientaciones distintas en su tratamiento del personaje negro, que aparecerá en algunos relatos como cimarrón, esclavo fugitivo de la maldad de sus amos.

Liberada ya la isla de la dominación española y eliminando el comercio de esclavos, se manifiesta el deseo de presentar al negro oprimido, lleno de rebeldías interiores, resuelto a escaparse de la crueldad de sus amos y burlar sus persecuciones.Parecen reivindicar estas narraciones al sumiso protagonista del siglo anterior, al presentarlo como capaz de activa protesta y de tomar venganza de los oprobios sufridos.

El conflicto entre el hombre blanco y el de color en la sociedad cubana se presenta en diferentes niveles, no siempre con resultados positivos. Aún el prolongado mestizaje, mitigador de diferencias, no trajo la integración social y espiritual deseada. El tema negro estaba en el ambiente y los autores se acercaron a él desde ángulos cambiantes y con propósitos diferentes.

Uno de ellos es el cuentista Lino Novás Calvo, nacido en Española, pero cubano por su formación y por el carácter de su obra. Su visión del hombre de color y de la cultura que lo respalda es acertada y penetrante. Entre sus cuentos, La luna de los ñañigos y El otro cayo, revelan su profundo conocimiento de la psicología del hombre africano y su estrecha relación con la naturaleza. Su novela, Pedro Blanco, el negrero, es de clasificación discutible, el subtítulo: Vida novelada de Pedro Blanco Fernández de Traba, no lo sitúa claramente, pues aunque reúne todas las condiciones de una novela, muchos la consideran como biografía novelada, entre otros, los críticos Otto Olivera y José Antonio Portuondo. Tal vez podríamos suscribir la afirmación de este último, que considera las tendencias negras en la literatura como: "...la versión cubana del indigenismo iberoamericano y del populismo mundial, que tiene expresión en la prosa y en la novela Ecué-Yamba-0 de Alejo Carpentier y en las colecciones de cuentos y de leyendas teogónicas negras, principalmente de origen yoruba, recogidos en varios libros por Romulo Lachatañere, Lydia Cabrera y Ramón Guirao. Cerca de esta corriente están los cuentos sobre negros de Gerardo del Valle y sobre todo, la biografía novelada de El negrero, por Novás Calvo".(1)

En las obras escritas a partir de la independencia hay una actitud positiva hacia el negro como un afán inconsciente de reivindicarlo y de hacer su presencia válida en la sociedad. Un sentido de culpa retrospectiva atraviesa la prosa y la poesía. El negro es aceptado como ser humano integral y sus rasgos físicos no causarán desagrado. Sus actividades rituales y folklóricas aportarán nuevos valores a la estrofa y a la música.

Lino Novás Calvo penetra en la corriente negrista a través de su afinada intuición y de sus profundos estudios del tema. Tiene el autor una capacidad increíble para sintetizar la abundante documentación sobre el tráfico esclavista y para fundir muchos de sus elementos con el hilo de la ficción narrativa.

Desarrolla su relato con especial maestría y, al mismo tiempo, introduce elementos del realismo mágico que caracterizan a la novela contemporánea en Hispanoamé­rica.

El tema, por histórico y alejado cronológicamente del tiempo presente, se revitaliza por la situación de su dinámico protagonista Pedro y de los personajes que se mueven abigarradamente alrededor de él. El fondo ambiental es vívido y nos permite observar las transacciones del comercio esclavista: la compra y captura de negros en el continente africano, el transporte en condiciones infrahumanas en los barcos negreros, el desembarque del cargamento en Cuba, su indigna venta en los mercados y, por fin, la llegada al ingenio azucarero donde continuarán los infortunios de los infelices.

El carácter de Pedro es inestable y su niñez está marcada por los signos del incesto Y de la marginación social. Nacido en España, tiene una breve oportunidad de asomarse al mundo de los estudios náuticos. Su curiosidad y su temperamento inquieto lo impulsan a escrutar la vida fascinante y aventurera de los marineros.

La prosa se mueve densamente, como la niebla que rodea a las embarcaciones o como las almas en el mar , impávido y letárgico. El estilo se hace fino Y ágil cuando el pasaje lo requiere, moviéndose en ondulaciones o en latigazos breves, como chasquidos de los castigos del mayoral.

Los compañeros del traficante Pedro son cómplices desalmados de sus manejos y Novás Calvo sabe animarlos, dando un cabal análisis de las motivaciones que los llevaron al nefando comercio.

Atribuye a los barcos cualidades casi humanas: un barco, una vez negrero, o es para siempre y nada puede separarlo de su destino. Los hombres también se tiñen por dentro de la trata que penetra en sus almas y no les deja apartarse de su misión. Pedro no puede sustraerse de su comercio y sólo la muerte de su hermana le impulsa a alejarse de las costas africanas y marcharse a España.

Volviendo a la tesis enunciada al principio de este trabajo, nos referiremos a la relación de Pedro Blanco con las novelas abolicionistas, que en el siglo XIX trataron de crear un estado de opinión desfavorable a la trata negrera. En su narración, el autor ofrece un cuadro repulsivo de las condiciones del comercio esclavista y del trato inhumano y despectivo a que eran sometidos los infelices africanos: "No es que a él le diera pena ver azotar a los negros: era que ya no le interesaba. El iba a la manigua a ver un raso donde colgaban algunos negros, con un gancho clavado debajo de las costillas, o los descuartizamiento sobre una cruz acostada y con piernas, o un negro atado por los pies y el cuello a las sillas de dos caballos que partían en dirección opuesta, espoleados por los jinetes".(2)

Se aprecia en este pasaje el desprecio por la vida de los esclavos y la crueldad con que se les trataba. La escena de la calimba, acto de marcar a los negros recién comprados con un hierro candente, despierta sentimientos de compasión y sorprende admitir que existieran condiciones sociales que aprobaran tales atropellos.

También han de aparecer en la novela personajes de piel oscura, mulatos o negros que han logrado abrirse paso como traficantes, negociando subrepticiamente. Uno de ellos, el mulato yanqui, marinero de un barco de cabotaje, le habla a Pedro de Cabo Mesurado, donde los negros regresan a sus tierras para volver a ser esclavos. Se refiere a los inicios de la futura república de Liberia.

Cuando el negrero cae enfermo en la factoría de Da Souza, en realidad el dueño del negocio es Cha-Cha, el príncipe de los negreros, a quien describe como "un mulato ancho, de ojos de lobo". Mas adelante explica el origen de su prosperidad: "Había desertado de la Armada Real y llegado a África como piloto de un negrero...Su madre habla sido esclava, y recobrado su libertad por dar muchos hijos. En África, Cha-Cha empezó a progresar por su carácter de mulato, de hombre doble. Con los africanos se hacía africano...con los blancos era blanco y trataba de hablar en civilizado".(3)

Otro personaje interesante es el cimarrón Marcos Mina, que podía ganar la voluntad de los esclavos y robarlos para Pedro. Hay una secreta venganza en la actuación del esclavo fugitivo y los conjurados acaban por escaparse porque ya eran "cimarrones por dentro", hombres que tienen como único objetivo la evasión al monte. Estos pasajes permiten apreciar la tesis de la segunda fase: ya el esclavo no es el hombre sumiso, sin rebeldías, en muchos casos, encumbrarse en una sociedad que lo desprecia o rompe definitivamente los yugos de la mansedumbre. Se cumple así la segunda parte de la teoría que esbozamos.

Las mujeres de piel oscura aparecen obsesivamente a través de la novela, a veces en abigarrados harenes o en grupos pintorescos. Al calor de la selva, se presentan en su reluciente desnudez y , en otras, en un contraste surrealista, bailando sobre un témpano de hielo, para salir volando después, milagrosa mente convertidas en blancas palomas.

El deleite sensual de las descripciones corporales, subrayando los rasgos que distinguen la raza negra, así como los vividos pasajes en que golpea la música de tambores y tantanes, la importancia de la brujería y de las superticiones, evidencian claramente que el autor no ha podido sustraerse a la corriente de musicalidad y fruición sexual que invadía el ámbito de la poesía cubana. Sin un propósito poético consiente logra efectos líricos centelleantes: "De cada nicho salió una mujer desnuda y lustrosa, con los senos llenos y el cuerpo todo rolando como una ola de espuma negra... esta danza la marcaban un bongó y una flauta indígena, y eran una cosa híbrida y acanallada".(4)

Empata así la prosa novascalvina, con la poesía de inspiración africana. Los contrastes de colores, de formas, de temperaturas, de texturas, de olores, entran en el rejuego estilístico del novelista y , con pericia, lleva al lector de un sórdido realismo a un ambiente de sutil fantasía, como los marineros que llevan los barcos por aguas cambiantes y azarosas.

Si las novelas antiesclavistas del siglo XIX nos permiten conocer la miserable existencia de los negros en los ingenios azucareros, Pedro Blanco, el negrero despliega el cuadro repulsivo de las transacciones previas que hicieron posible la terrible condición del hombre esclavizado por sus semejantes.

Myron Litchblau ha apuntado con acierto en su ensayo, Técnica narrativa de el Negrero,de Lino Novés Calvo: "...el área gris existe entre lo real y lo fantaseado, entre lo tangible y lo abusivo, entre lo inequívoco y lo ambiguo, entre lo obvio y lo irónico...en el Negrero se pueden notar algunos casos de aquella sutil mezcla de lo verosímil y lo imaginativo a medida que se describe la vida de Pedro Blanco por entre la superchería, la magia, los misteriosos ritos y las extrañas costumbres de la gente africana".(5)

La vida del traficante está llena de episodios que oscilan entre la brutalidad bárbara o lo sutilmente fantástico. Por sus descripciones repugnantes del comercio esclavista en todos sus detalles, podría haber servido, de haber sido escrita en otra época, como antecedente a la novela abolicionista, por testimoniar una expresión de protesta contra los abusos de la trata. Hay episodios de espeluznante verismo, como el del lanzamiento del cargamento humano en el mar para rehuir la persecución de la justicia, Lino Novás Calvo logra indignar al lector y consigue, tardíamente, los efectos que buscaban los novelistas del siglo XIX .

La rebeldía de muchos oprimidos pone en relieve la ira contenida que estalla por medio de la fuga y de la venganza. Reinvindica así el autor al negro, presentando su imagen de hombre valiente y capaz de protestar airadamente.
La exaltación de los rasgos negroides, tan notables en la poesía afroantillana, se acentúa en muchos pasajes de la narración. La mujer negra logra una apoteosis como en los mejores poemas de Alfonso Camin y de Nicolás Guillén.
Es Pedro Blanco, el negrero una culminación de movimientos que le anteceden, una concreción de un estado de consciencia que, además de encontrarse a través de la Literatura, late por siglos en la entraña misma de la tradición del pueblo cubano.


Nota:
1.- Portuondo, José A. Bosquejo histórico de las letras cubanas, Ministerio de Relaciones Exteriores, La Habana, 1960.pg.61


2.- Novás Calvo, Lino, Pedro Blanco, el negrero, Colección Austral. Espasa Calpe S.A., Madrid, Quinta Edición, 1973.pg 153


4.- Opus Cit. pg 77


5.- Homenaje a Lydia Cabrera, Ediciones Universal, Miami, Florida, 1978. pg.223

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