René
León
La historia del
té, es muy interesante y la importancia que tiene en la vida de Inglaterra. El
té de las
cinco, es una costumbre que la han llevado los ingleses a todas
partes del mundo donde ellos vivan.
Fue
cultivado el té únicamente en China hasta mediados del siglo XVIII, la planta
cuyas hojas aromáticas han servido de consuelo a la humanidad. Llevada a la
India, después a Ceylán, más tarde a otras partes del Imperio Británico. Se
populariza el té en Inglaterra siendo monarca el rey Carlos II y su esposa
Catalina de Braganza.
Se alabaron
sus propiedades maravillosas por miembros de la corte. El duque Arturo W.
Wellington venció a Napoleón en la
batalla de Waterloo, en 1815, y antes de dar comienzo reunido con sus ayudantes
les dijo “Caballeros, el té me despeja los ojos a tal punto que veo a Napoleón
derrotado…” Famosa fue la apuesta entre dos capitanes de los clippers llenos de
sacos de té, el “Ariel” y “Taeping”, de cuál sería el primero en llegar a
Inglaterra en su viaje desde la India. En aquellos tiempos el té era un
artículo de lujo y muchas veces los clippers o bergantines eran asaltados antes
de llegar a su destino, para luego ser vendida su mercancía, como de
contrabando.
El té es una
bebida inglesa, sus habitantes la beben una o más veces al día, se calcula que
un setenta por ciento la consume. El mejor té que llega a Inglaterra viene
procedente de Dorjeelinp en las vertientes del Himalaya, de cuerpo y exquisita
fragancia; del Ceylán de delicado sabor; de China, de perfume de flores. Los
catadores pueden diferenciar su calidad, sabor y procedencia. Las casas
empaquetadoras inglesas tienen fama mundial. Por ejemplo, el té que prefiero es
el ”Lipton, Yellow Label” empaquetado en Londres, procedente del Himalaya, su
calidad es excelente.
Los
catadores eran hombres antes, hoy en día se encuentran muchas mujeres cuya misión es la constante cata de numerosas
tazas de té, cada una de las cuales va especialmente marcada con un número, y
su procedencia. Se coloca en largas mesas un considerable número de tazas y teteras. En las teteras se echan
exactamente cuatro medidas y media de un octavo de onza de té en las tazas. Se
llenan luego de agua hirviendo y se calcula por medio de un reloj de arena de
tiempo que tiene marcado y se vierte el té en las tazas y las hojas que
quedaron en la tetera se echan en las tapas de estas teteras. Los catadores
toman una cucharadita de cada taza, y después de saborearla, la escupen en un
recipiente. Al hacer la prueba y finalizar con todas, en alta voz dan su
veredicto.
En
Inglaterra no hay una hora fija, la hora ritual es a las cinco de la tarde,
pero es tomado lo mismo en las comidas, o cuando se reciben visitas en las
casas. En Londres se conocía en 1957 un local llamado el “Café de Garroway” en
que se servía el té, lo sabemos por haberlo escrito en un diario el conocido Samuel Pepys,
que hace mención del té que en 1660: “Me he hecho traer una taza de té (bebida
china) y he probado esto por primera vez en mi vida”. Al principio el precio
del té, era muy elevado, y sólo era consumida por la clase media o rica.
Hoy en día
se sirve con dulce, o galletas de mantequilla, algunos le añaden un poco de
crema, y quizás azúcar, otros prefieren tomarlo sin mezcla. Antiguamente en
algunas casas había sirvientes que sólo preparaban y servían teniendo especial
cuidado con la vajilla y servilletas.
Sobre el té
se ha escrito mucho, y en especial han sido los escritores los que han llevado
en sus cuentos o novelas, en el cine y en las obras de teatro. Por eso el Té de
las cinco de la Tarde, es una costumbre en Inglaterra, esta aromática bebida
constituye algo especial para el paladar, y pretexto para cultivar a las
amistades. Recuerdo que cuando iba a visitar a mi gran amigo el Dr. Filiberto
Henderson (†) en Charlotte, North
Caroline, lo primero que él me hacía era prepararme el té de las cinco. Si
llegaba antes me hacía esperar, y daba comienzo la preparación de la famosa
bebida. Luego de haberme tomado mí taza. Su esposa que era cubana, me empezaba
a preparar el café cubano. Tenía que tomarlo para quedar bien con todo el
mundo.
Así era la vida. Todos quedábamos felices.
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