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sábado, 15 de abril de 2017

Historia de las fotos que corroboraron la muerte de José Martí



Fotografía de José Martí hecha en 1894.


Grandes momentos del fotorreportaje cubano




Jorge Oller Oller


Cuando José Martí cayó combatiendo en Dos Ríos, numerosos patriotas cubanos, especialmente los que estaban en Nueva York, dudaron de la veracidad de su muerte. No podían concebir la perdida de aquel espíritu indómito y luchador incansable que creara y organizara el Partido Revolucionario Cubano para alcanzar la libertad e independencia de Cuba. Varias semanas después, confirmaron la triste y dolorosa verdad. Dos fotografías, publicadas en aquellos días en la prensa habanera, corroboraron que Martí había muerto luchando por sus ideales patrios. Cronológicamente ocurrió así:

Domingo 19 de mayo de 1895. Alrededor de las 2 de la tarde, en un lugar donde confluyen los ríos Cauto y Contramaestre conocido por Dos Ríos, al norte de Palma Soriano, cayó combatiendo José Martí. Iba con el joven subteniente Ángel de la Guardia para unirse a los mambises que estaban peleando en la margen este del Contramaestre, cuando unos soldados españoles emboscados en una maleza dispararon contra ellos. Martí recibió un balazo en el pecho, otro en el cuello y un tercero en el muslo, cayendo del caballo que, también herido, se escabulló de allí. De la Guardia, aunque ileso, quedó atrapado debajo de su cabalgadura derribada por las balas enemigas. Cuando pudo liberarse del peso del caballo se cubrió detrás de unos arbustos para socorrer a Martí pero viendo lo inútil de su empeño optó por encontrar a los suyos y dar la fatal noticia a Máximo Gómez. El Generalísimo, que creía que Martí estaba en el campamento como se lo había pedido, reaccionó con repentina e irreflexiva furia y se lanzó solo a rescatar a Martí, sin siquiera reagrupar a su tropa. Casi muere en el empeño. No tuvo otra opción que replegarse con sus hombres, que habían corrido tras él, y buscar posiciones. A pesar de la bravura y patriotismo de los mambises les fue imposible rescatar el cuerpo del Apóstol que había quedado dentro de las cuantiosas fuerzas españolas.

Retrato de María Mantilla que llevaba el Apóstol el día de su muerte. Los soldados hispanos que dispararon contra los solitarios jinetes les llamó la atención que el caído vestía una chaqueta negra, pantalón claro y un sombrero negro de castor, una indumentaria extraña en aquellas tierras de nadie. Al revisar sus objetos personales, cartas, documentos, un pañuelo y un reloj con las iniciales J.M, se dieron cuenta que se trataba de José Martí. Los oficiales informaron rápidamente al Coronel José Ximénez de Sandoval, jefe de la columna, no sin antes quedarse con algún recuerdo, entre ellos el pequeño retrato de una niña.

Ximénez de Sandoval después de examinar la documentación y de ser identificado el cadáver por uno de sus oficiales, (el capitán Enrique Satué que lo conoció en Santo Domingo) y por el guajiro Carlos Chacón (apresado por colaboracionista y a quien Martí le había mandado a comprar algunas cosas días antes) no tuvo dudas de quien se trataba. Rápidamente ordenó salvaguardarlo y partir hacia Remanganaguas para telegrafiar la noticia a sus superiores en Santiago de Cuba. Durante el trayecto y bajo una fuerte lluvia, la columna española fue hostigada por las fuerzas del General Quintín Banderas que trataban de rescatar el cuerpo del Apóstol.

Lunes 20 de mayo. Ximénez de Sandoval logró llegar a Remanganaguas pasadas las ocho de la mañana y telegrafió al Gobernador militar de Santiago de Cuba, General Juan Salcedo, informándole sobre el combate y la muerte de Martí. El gobernador inmediatamente lo comunicó al Capitán General de la Isla, General Arsenio Martínez Campos, quien a su vez cablegrafió urgentemente a la Reina Regente y al gobierno de Madrid dando la noticia. Por la diferencia de los husos horarios la comunicación llegó a España tarde en la noche y después de una reunión extraordinaria del gabinete ministerial, el Ministro de la Guerra Marcelo Azcárraga dio a conocer a la prensa la muerte del “llamado Presidente José Martí”. Entretanto, el gobernador militar de Santiago había ordenado al medico militar Pablo Aurelio Valencia que se trasladara a Remanganaguas para exhumar, verificar la identificación del cadáver, embalsamarlo y traerlo a Santiago de Cuba para ser enterrado en esta ciudad.

Martes 21 de mayo. La prensa en todo el mundo publicó la noticia de la muerte de José Martí. En Nueva York, los miembros de la delegación del Partido Revolucionario Cubano quedaron consternados y se negaban a dar crédito a la noticia. Unos meses atrás Martí había partido de esa ciudad para encontrarse con Máximo Gómez y coordinar la guerra necesaria y aunque sin noticias de ellos no pensaban que Martí estuviera en Cuba. Es por ello que Gonzalo de Quesada decidió comisionar a Ricardo Muñiz, un revolucionario que tenia pasaporte norteamericano, para que esa misma tarde embarcara en el vapor Niagara rumbo a Santiago de Cuba y allí estableciera contacto con Desiderio Fajardo, conocido como El Cautivo, delegado oficial de la Junta Revolucionaria Cubana en esa ciudad, y confirmaran, sin lugar a dudas, si José Martí estaba vivo o muerto.

Miércoles 22 de mayo. También en La Habana los cubanos desconfiaban de las noticias de la muerte de Martí que divulgaba la prensa oficialista española. Y mientras Ricardo Muñiz navegaba rumbo a la capital santiaguera, José A. Rodríguez, Helio, director del bisemanario La Caricatura, una publicación cubana dedicada a reproducir las fotografías de actualidad,

Jueves 23 de mayo. Higinio Martínez partió para Santiago de Cuba con su pesado equipo fotográfico y unas cartas de presentación para las autoridades competentes de esa ciudad. Esa mañana, el general Gómez se dirigió a Camagüey para ampliar la guerra hacia esa provincia en tanto que Quintín Banderas se mantenía en los alrededores de Remanganaguas buscando alguna oportunidad para rescatar el cuerpo de Martí Esa tarde el Dr. Valencia le practicó la autopsia al cadáver.

Viernes 24 de mayo. Llegó a Remanganaguas una columna militar española que custodiaría al cadáver hasta Santiago de Cuba.
Recorte de la primera plana del bisemanario  La Caricatura del 9 de junio de 1895 con la fotografía del cadáver de Martí hecha por Higinio Martínez, el 27 de mayo.            
Sábado 25 de mayo. Las tropas españolas colocaron el cadáver de Martí en un tosco ataúd de madera, lo amarraron a unas cabalgaduras y avanzaron hasta Palma Soriano. Por el camino, las fuerzas de Quintín Banderas tirotearon nuevamente la columna, pero nada pudieron contra la superioridad numérica del enemigo. El cortejo militar español llegó a esa ciudad y expusieron el cadáver en el parque durante algunas horas antes de trasladarlo al cuartel. Mientras, Higinio Martínez que había llegado a Santiago de Cuba, obtuvo un permiso de las autoridades para realizar su labor foto-periodística.

Domingo 26 de mayo. Al amanecer la formidable columna española salió de Palma Soriano y avanzó hacia San Luis, hostigada siempre por la caballería mambisa que, a pesar de todos los intentos y del valor del General cubano y su escasa tropa, no pudieron rescatar el
cuerpo de su querido y respetado Jefe. Al llegar a San Luis el cuerpo del Maestro fue transportado por tren hasta Santiago de Cuba a donde llegó aproximadamente a las seis de la tarde. Inmediatamente fue trasladado al cementerio de Santa Ifigenia bajo una fuerte vigilancia y la mirada de un pueblo triste y silencioso.

Lunes 27 de mayo. El Gobernador militar de la plaza dispuso que el entierro se efectuara a las ocho de la mañana en medio de extremas medidas militares. Momentos antes, los cubanos Antonio Bravo Correoso y Joaquín Castillo Duany solicitaron al capitán español Enrique Ubieta, amigo de ellos y de Martí, que les permitieran identificar el cadáver. Ubieta se encargó de ello hablando con el Comandante de las fuerzas en el Cementerio quien atendía al fotógrafo Higinio Martínez. El jefe accedió y los cinco fueron al lugar donde estaba el ataúd y un soldado lo abrió. Los cubanos y el militar español Ubieta enseguida reconocieron a Martí mientras que Higinio Martínez aprovechó la oportunidad para retratar el cadáver. A la hora señalada el coronel Ximénez de Sandoval, que se encontraba allí por orden del Gobernador, preguntó a los presentes si alguien deseaba despedir e duelo y como no hubo respuesta el mismo dijo unas breves palabras, resaltando que Martí no se podía ver como un enemigo sino a un hombre “que las luchas de la política colocaron ante los soldados españoles”. Después el ataúd fue depositado en el nicho 134 de la galería sur de la necrópolis santiaguera. Durante este tiempo el fotógrafo Higinio Martínez retrató el nicho, el ataúd y la despedida de duelo de Ximénez de Sandoval. Cuando terminó la ceremonia fue a revelar sus fotografías para enviarlas a La Caricatura y también para obsequiar a los oficiales españoles que le habían viabilizado sus funciones de reportero grafico. No estaba presionado para enviar sus imágenes porque el bisemanario acababa de salir el del día 26 de mayo y el siguiente número, donde saldrían sus fotos, no se imprimiría hasta el domingo 9 de junio. Tenía tiempo de sobra.

Martes, 28 de mayo. Este día llegó el vapor Niágara a Santiago de Cuba. Muñiz, tan pronto se hospedó en el Hotel de Marcelina Reed, salió a buscar a unos amigos leales a la causa que se encargarían de avisar su llegada a Desiderio Fajardo el hombre que Gonzalo de Quesada le ordenó contactar.

Jueves 30 de mayo. Fajardo vino ver a Muñiz y éste le informó la misión que la Delegación del Partido Cubano de Nueva York les habían encomendado a los dos: comprobar si la muerte de Martí era cierta. Fajardo desconocía que Martí había sido identificado plenamente en Dos Ríos por la documentación que llevaba y gente que lo conoció y también por Antonio Bravo Correoso, Joaquín Castillo Duany y español Enrique Ubieta, en el cementerio de Santa Ifigenia, antes de enterrarlo. Es por ello que le explicó a Muñiz que sólo los españoles eran los que aseguraban que el cadáver era el de Martí y que los patriotas santiagueros, aunque no lo conocían físicamente recelaban de la noticia solo pudieron verlo de lejos. También le comentó que un oficial español, que participó en el encuentro de Dos Ríos, registró las ropas del caído y encontró en uno de los bolsillos del chaleco la fotografía de una niña que guardó como recuerdo. Esa foto la conservaba la esposa que vivía en Santiago. Muñiz se interesó muchísimo en el retrato y Fajardo le prometió hacer todo lo posible para obtener una copia.

Recorte de la primera plana del bisemanario La Caricatura del 9 de junio de 1895 con la fotografía del cadáver de Martí hecha por Higinio Martínez, el 27 de mayo.
Viernes 31 de mayo. Este fue un día muy activo para Fajardo. Encargó a una de sus colaboradoras, muy amiga de la esposa del oficial español que tenía el retrato, que tratara de que le prestara la fotografía, cosa que logró. Ya en manos de Fajardo fue rápidamente a la fotografía de unos amigos para reproducirla. La copia estaría lista a la mañana siguiente.

Sábado, 1 de junio. Fajardo recogió la copia en la fotografía y se la llevó a Núñez al hotel. Este, al verla, le preguntó si estaba completamente seguro de que ese retrato se encontraba entre las pertenencias que llevaba encima el baleado el día de su muerte y al afirmarle que si lo estaba, le dijo emocionado: “- Hemos perdido a Martí y la Revolución ha sufrido un golpe terrible, pero esto no significa que hayamos perdido la guerra"."Este retrato es de Maria Mantilla, una niña que vive en Nueva York por quien Martí sentía un gran afecto. Yo la conocí en Central Valley, en casa de don Tomas Estrada Palma, en el mes de septiembre del año 1892 y aunque no recuerdo haberla visto otra vez, no he olvidado sus facciones y sólo en poder de Martí podía encontrarse este retrato”. Por la tarde cablegrafió a Gonzalo de Quesada confirmándole. la irreparable perdida del Maestro. Fue así como la Junta Revolucionaria Cubana de New York tuvo la seguridad de que Martí había muerto.

Ese día, también el fotógrafo Higinio Martínez le envió las fotos del entierro de Martí y la siguiente carta al director de La Caricatura. José A. Rodríguez:

“Santiago de Cuba 1º de junio de 1895
Estimado Sr. Director: Después de obtener el correspondiente permiso de las autoridades, pase al cementerio de esta ciudad en donde se hallaba expuesto al público, para la debida identificación que le remito, por la cual de una manera absoluta se verá confirmada la muerte del actual jefe revolucionario.

“Aunque dicha fotografía está sacada –a los ocho días de muerto (…) en el combate de Dos Ríos no obstante los progresos de una rápida descomposición á causa de la humedad del terreno, todos han reconocido al revolucionario señor Martí, pues los rasgos distintivos de su fisonomía no han podido en ese tiempo ser borrados por la mano de la muerte.

“La frente espaciosa que daba á su rostro un sello tan especial, el cabello rizoso, y otras señales del cuerpo, convienen exactamente con los retratos que todo el mundo conoce y con los antecedentes suministrados por sus familiares, por lo cual el cadáver ha sido debidamente identificado”

“Al mismo tiempo le remito fotografías del cementerio, el ataúd en que fue conducido Martí desde Remanganaguas y el nicho en que reposa en la Necrópolis.

“Salgo con la columna del valiente coronel S. Sandoval y espero que se me ofrezca ocasión para remitirle algunas vistas,

“Queda a sus órdenes su amigo afectísimo

Higinio Martínez”

Martes 4 de junio. Sorprendente-mente el diario La Discusión reproduce el retrato de Maria Mantilla con el siguiente pie informativo:

“PRUEBA PLENA El retrato cuyo facsímil nos apresuramos á publicar – enviado al efecto por nuestros activos reporters en el teatro de la guerra – fue encontrado en uno de los bolsillos de la americana usada por Jose Martí. Alguno de los familiares del Sr. Martí á quienes lo hemos mostrado, han reconocido inmediatamente en él a la señorita Maria Mantilla, nacida en Nueva York, de 13 años de edad, huérfana de padre y de madre venezolana, ahijada de Martí y á la cual quería éste con entrañable cariño. La señorita Mantilla reside actualmente en Nueva York”.

El activo reportero del diario La Discusión en el teatro de la guerra era Eduardo Varela Zequeira, quien además era un revolucionario muy sagaz que luchaba secretamente por la libertad de Cuba. Obviamente estaba relacionado con Desiderio Fajardo, porque solo éste le podía haber entregado la copia del retrato de Maria Mantilla que Muñiz identificó. Precisamente, en aquellos días, Varela Zequeira había ido al lugar donde murió Martí y envió al diario una sentida crónica describiendo aquel sitio. Tiempo después, al descubrirse sus actividades conspirativas pudo escapar e incorporarse al Ejercito mambí alcanzando el grado de comandante.
Domingo 9 de julio. La Caricatura publicó en su primera plana el grabado de Martí captada en el cementerio de Santa Ifigenia junto con la carta y otras fotografías e informaciones que enviara Higinio Martínez desde Santiago de Cuba. No existía ninguna duda. Martí había muerto..

Lunes, 17 de junio. A los 29 días de su muerte y de regresar Muñiz para escuchar personalmente sus impresiones, de haber recibido noticias confiables de las jefes mambises y ver los diarios habaneros con las fotografías probatorias, fue que el Partido Revolucionario Cubano publicó la siguiente nota en el semanario Patria que fundara el Apóstol: "Ultima hora" “Al entrar en prensa el presente número, recibimos la cruel certidumbre de que ya no existe el Apóstol ejemplar, el maestro querido, el abnegado José Martí. Patria, reverente y atribulada, dedicará su número próximo a glorificar al patriota, a enaltecer el inmortal."

Fuentes:
• Periódico La Discusión 4 de junio de 1895
• Bisemanario La Caricatura 9 de junio de 1895
• Emilio Roig de Leuchsenring: De cómo el retrato de una niña sirvió a la delegación cubana de New York para comprobar la muerte de Martí. Revista Carteles, 2 de mayo de 1937 pp. 44,45,49 y 53
• Emilio Roig de Leuchsenring: ¿Cómo pudo ser identificado el cadáver de Jose Martí? Revista Carteles, 5 de julio de 1953 pp. 64 y 65
• Enrique Ubieta: Efemérides de la revolución cubana, Librería e Imprenta La Moderna Poesía, La Habana, 1920, t. IV,
Máximo Gómez: Diario de campaña, Talleres del Centro Superior Tecnológico, Ceiba del Agua, 1940, p. 335.

(Cubaperiodistas)

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