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sábado, 15 de abril de 2017

Monumento a los ocho estudiantes de medicina

 Tomado de: Emisora Habana Radio

27 de noviembre de 2016
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Barracón de Ingenieros, 1900
Barracón de Ingenieros, 1900

La fabricación de tarjas y monumentos en los años inmediatos a la dominación española se convirtió en otra de las acciones urbanas para remozar los lugares y preservar, de una vez y para siempre, la memoria patriótica. Bajo estas ideas, en medio de todo el proceso reconstructivo de la capital, se suceden obras como la de conservar el fragmento de muro donde se dijo, fueron fusilados por el gobierno peninsular, el 27 de noviembre de 1871, los ocho estudiantes de medicina acusados injustamente de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón. Y es que, dentro del plan del gobierno interventor norteamericano (1898-1902) para embellecer el litoral, se había decidido demoler el antiguo Barracón de Ingenieros, en la zona militar del Castillo de La Punta y darle con ello mayor ensanche al Paseo del Prado. En su lugar, se construiría también una especie de pabellón o glorieta para abrigar los conciertos vespertinos de la Banda Municipal.

Prado (1901)
Prado (1901)

La Glorieta de La Punta, como se le conoció, fue la última de las obras arquitectónicas del primer período de intervención norteamericana en la Isla, al ser inaugurada con el nacimiento de la República el 20 de mayo de 1902. Vino a completar la nombrada entonces Avenida del Golfo, levantándose en la intersección del Paseo del Prado y el Malecón, frente a la vieja cárcel de Tacón todavía existente. Desde la colonia venía la costumbre de animar los espacios públicos con este tipo de bandas, baste recordar las noches de retretas que animaban la antigua Plaza de Armas, ahora solo se dotaba de un nuevo formato.

02 La Glorieta en Malecón y Prado, 1913 (Small)
La Glorieta en Malecón y Prado, 1913

La glorieta no era más que un pequeño templo circular rodeado por columnas, de aspecto clásico, elegante y bien proporcionado, al cual se accedía mediante una sencilla escalinata. Se construyó de hormigón armado considerándose por ello entre las primeras obras de su género en Cuba, una especie de ensayo de este sistema constructivo que comenzaba a difundirse a partir de las fábricas que los propios profesionales de New York habían iniciado en La Habana, como la quinta Las Delicias, en Palatino, y la casa de Prado No. 48, hoy 120, ambas de la familia Abreu.

Interior de la Glorieta. Al fondo el hotel Miramar
Interior de la Glorieta. Al fondo el hotel Miramar

Charles Brun, francés con educación en su país y largo ejercicio en Norteamérica, fue uno de los arquitectos que más influyó en el estilo de las obras del período y quien obtuvo el contrato de la glorieta. Así, el también autor de las obras antes mencionadas, diseñaría el singular edificio que, envuelto en las personas y los coches del momento, dio la bienvenida en la capital al primer presidente republicano, Tomás Estrada Palma. A partir de entonces, se convirtió en un sitio popular al que acudían personas de todas las edades para disfrutar, no solo de la retreta, también de las bondades del paseo marino que se iba dibujando con la delineación del malecón, la explanada de La Punta y el nuevo parque “de los Estudiantes” desde 1901. En 1926 fue necesario demolerla por dificultar el tráfico al continuarse el malecón hacia la Avenida del Puerto. El ciclón de ese año había causado estragos a la cubierta, así que maltrecha y sin aprovecharse, se eliminó por completo en 1928.

04Demolición de la Glorieta, 1927 (Small)
Demolición de la Glorieta, 1927

Al unísono de la construcción de la glorieta se proyectaba perpetuar el recuerdo y la inocencia de los ocho estudiantes de medicina ejecutados por el gobierno español. Según Eduardo Sánchez de Fuentes, en su obra Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica, ante esta disposición, el patriota Fermín Valdés Domínguez encabezó la iniciativa de dejar un testigo material de aquella ignominia, a lo que el gobernador provincial respondió: “…bien hacen en querer conservar sus recuerdos históricos, y mucho más cuando se trata de preservar la memoria de los mártires”. En poco tiempo quedó terminado el monumento: un fragmento de muro conservado, cercado de una verja de hierro, y señalado con varias lápidas de mármol recordatorias del hecho. Las obras corrieron a cargo del ingeniero Mr. Borden.

01Primer monumento, 1901
Primer monumento, 1901

Luego se le fueron incorporando otras lápidas que de igual modo vindicaban la memoria de los jóvenes. Asimismo, se le agregó un templete clásico que envolvió el fragmento de muro para darle mayor relevancia y solemnidad al monumento. Según reza en una inscripción de bronce colocada en el lugar, el mismo fue inaugurado en patriótico acto popular el 27 de noviembre de 1921, bajo la presidencia del Dr. Alfredo Zayas y Alfonso. Es un octágono de mármol soportado por ocho columnas estriadas que descansan sobre un zócalo irregular que bordea el obelisco, al cual se accede por dos sencillas escalinatas laterales. Al centro, la figura de un ángel parece velar por el reposo eterno de los inocentes.

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En 1997 fue intervenido por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana. Se le realizaron trabajos de limpieza, reparación, jardinería, se le colocó una nueva verja y se le dotó de un diseño de iluminación novedoso, autoría del ingeniero Félix de la Noval. El mismo consiste en un sistema de luces emitidas por ambos lados del paredón, donde el fuego de las armas está representado por una luz ámbar, la cual, simbólicamente, no puede apagar la luz blanca que encarna los ideales de independencia.

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Justamente, en aras de perpetuar esas ideas, José Martí dedicó varias piezas de oratoria y comentarios periodísticos a estos jóvenes que, si bien no fueron mártires del campo de batalla, se convirtieron en víctimas de la crueldad y supieron encarar la muerte con valentía. Su notorio discurso “Los Pinos Nuevos” fue pronunciado precisamente el 27 de noviembre de 1891, en el Liceo Cubano de Cayo Hueso. Pero la remembranza más clara del hecho que escribiera el Apóstol, es quizás aquella que todo cubano recuerda:

Fusilalamiento de los ocho estudiantes


Un mármol les negué que los cubriera,
¡Y un mundo tienen ya por sepultura!

¡Y más que un mundo, más! Cuando se muere
En brazos de la patria agradecida,
La muerte acaba, la prisión se rompe;
¡Empieza, al fin, con el morir, la vida!


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