Nos trajo aquí la guerra y aquí nos mantiene el aborrecimiento a la tiranía, tan arraigado en nosotros, tan esencial a nuestra naturaleza, que no podríamos arrancárnoslo sino con la carne viva!
¿A que hemos de ir allá cuando no es posible vivir con decoro ni parece aun llegada la hora de volver a morir?... ¿A que iríamos a Cuba? A oír chasquear el látigo en espaldas de hombre,en espaldas cubanas, y no volar aunque no haya mas armas que ramas de árboles, a clavar en un tronco para ejemplo, la mano que nos castiga?
¿Ver el consorcio repugnante de los hijos de los héroes, de los mismos, empequeñecidos en la impureza, y los vicios importados que ostentan, ante los que debieran vivir de espaldas a ellos, su prosperidad inmunda?
¿Saludar, pedir, sonreír, dar nuestra mano, ver a la caterva que florece sobre nuestra angustia, como las mariposas negras y amarillas que nacen del estiércol de los caminos?¿Ver un burócrata insolente que pasea su lujo, su carruaje, su dama, ante el pensador augusto que va a pie a su lado, sin tener de seguro donde buscar en su propia tierra el pan para su casa?
¿Ver en el bochorno a los ilustres en el desamparo a los honrados en complicidades vergonzosas al talento en compañía impura, a las mujeres sin los frutos de su suelo, al campesino, que tiene que ceder al soldado que mañana lo ha de perseguir, hasta el cultivo de sus propias cañas?
¿Ver a un pueblo entero, a nuestro pueblo en quien el juicio llega hoy a donde llego ayer el valor, deshonrarse con la cobardía o el disimulo? Puñal es poco para decir lo que eso duele. Ir, a tanta vergüenza! Otros pueden:
¡¡NOSOTROS NO PODEMOS!!
José Marti
10 de Octubre de 1887
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