René León
Para buscar el origen de los Carnavales y
desfiles de comparsas, tenemos que ir a los tiempos de la Colonia. Según los
historiadores de nuestras costumbres, para encontrar el origen histórico en
Cuba de estos desfiles de comparsas -que se les llaman, a partir de finales del
siglo XIX, carnavales- hay que buscarlo en la fiesta del Día de Reyes. El
Cabildo de San Cristóbal de la
Habana ordenó en 1573 que todos los negros horros se
prestasen a ayudar a la procesión del Corpus Christi “con invenciones y
juegos”, como los sastres, carpinteros,
zapateros, herreros y calafates. A través de los años ese día era escogido por
las autoridades para que los negros, esclavos o libres, desfilaran por las
calles de La Habana. El
6 de enero de cada año la Iglesia Católica
consagra la Epifanía
o la Adoración
de los Reyes Magos, comúnmente llamado Día de los Reyes.
Ese día, los negros africanos, vestidos con
ropas estrafalarias, su música por región, sus congas, sus lenguajes, cantos,
ceremonias y religión, se lanzaban por las calles de San Cristóbal de la Habana , reunidos por
nación, con los suyos y sus calaveras. Iban ataviados con las ropas que los
identificaban del país que eran. Los instrumentos sonaban: tambores, claves,
campanas, y los coros de aquéllos que llevaban el ritmo de la música. Algarabía,
bailes, saltos; ésos fueron los primeros desfiles de congas, llamadas con el
tiempo “comparsas” y luego al pasar los siglos, ese día de fiesta, era cuando
daban comienzo los carnavales.
El origen de los carnavales en general hay que
buscarlo en él mundo del Paganismo, las supervivencias contemporáneas de los
arcaicos ritos agrarios y resurrecciones, que, para propiciar la fecundidad
general, practicaban las religiones primitivas, pero que sería abolido por
el Cristianismo. En la Venecia del siglo XV, el
Carnaval, al que asistían miles de personas, consistía en un desfile de
góndolas por los canales de la bella ciudad. Iban adornadas con tapices, flores
y objetos en algunos casos; y en especial , las de las familias pudientes, de
oro. Surcaban los canales, y las personas se cubrían sus caras con máscaras.
Los balcones de los palacios se adornaban con banderas. A partir de entonces se
hacen populares en algunas ciudades del mundo.
Después que España se retira de Cuba en 1898,
los carnavales y las comparsas quedaron como una tradición en el país. En el
año de 1902 se celebraron los primeros Carnavales en la Cuba ya libre. El alcalde de
la ciudad, Don Carlos de la
Torre , dictó las instrucciones donde se estipulaba su
reglamentación. Hizo su aparición por primera vez en Cuba un automóvil,
propiedad de la familia Zaldo. En 1908 es elegida la primera Reina y seis Damas
de Honor que presidieron aquel carnaval. Fue elegida Reina la señorita Ramona
García, cigarrera de la fábrica “El Siboney”.
Sería hasta el 1912 cuando continuarían los
desfiles. El alcalde General Fernando Freyre
de Andrade, en el bando donde se regulaban los Carnavales, disponía que
las comparsas podían ese año salir de sus barrios límites. Debido a las
disputas de los grupos más conocidos: “El Alacrán”, que dirigía un tabaquero de
una de las grandes fábrica de la ciudad, y “Los Gavilanes”, que dirigía un
señor conocido por el “Fiscal”, la rivalidad de ambas llegó al extremo, que
terminaría en sangre; los “jierros” como se decía, dijeron la última palabra.
En la esquina de San Lázaro y Belascoaín se formaría la refriega. Hubo tres
muertos y numerosos heridos de ambos bandos. El alcalde Freyre de Andrade, por
una ordenanza municipal, suspendió los desfiles de las comparsas. No sería
hasta 1937, que volverían a desfilar por las calles de la bella ciudad
habanera, autorizadas por el alcalde Dr. Antonio Beruff Mendieta y decía:”…la
comparsa, desterrada de las calles por la tiranía ha triunfado plenamente, pese
a todos los augurios adversos. De todos modos, la cuestión de las comparsas
está definitivamente resuelta, y de acuerdo con el criterio sustentado por
nosotros…Pero es el caso que algunas personas han exteriorizado su repulsa a
esos festejos, calificándolos de contrarios a la educación y cultura populares
y provocadores de conflictos raciales y disturbios públicos”.
Según el diccionario de la Academia Española
una comparsa es un “Conjunto de personas que en los días de carnaval o
regocijos públicos van vestidas con trajes de una misma clase.”
Fernando Ortiz, al referirse a las comparsas
habaneras de 1937, por existir cierto grupo minoritario que se oponía a ellas,
dice en el informe que la Alcaldía
de la ciudad pide a la
Sociedad de Estudios Africanos: “Claro está que hay y habrá
personas a quienes las comparsas no gustan. Sobre materia tan movediza como el
gusto, nada puede imponerse. Hay quien desprecia los ritmos maravillosos del
bongó y hay quien bosteza al oir una romanza. Hay quien oirá a Beethoven y hay
quien se extasía con un son. Y hay quien gusta de ambos, según el sentir de las
horas y los días; pero a la masa del pueblo habanero le agradan las comparsas,
y no solamente al elemento de sencilla cultura, y esto sería bastante para
protegerlas, a menos que hubiera motivos de seria inconveniencia, que no los
hay.”
Manifestaban su oposición ciertos grupos de la Alta Sociedad Cubana
de la época y de extranjeros que creían dictar las órdenes y directivas de no
sólo la política, sino de nuestra cultura, “alegando pretensiones de una mítica
superioridad nórdica, o aria, o rubia, o celeste, o infernal, según los
caprichos o los momentos históricos de su agresividad o ensoberbecimiento.”
dice Fernando Ortíz.
Nunca hubo conflictos de raza en Cuba con
ocasión de las comparsas. En los grupos de cada una, participaban negros,
mulatos, blancos y hasta chinos. Estas comparsas no sólo las había en Cuba,
sino que en otras naciones se celebraban los carnavales; famoso era el carnaval
carioca de Río de Janeiro, donde las comparsas afrobrasileras daban muestra de
lo que era el folklore. En Nueva Orleans, el carnaval bellísimo era una fusión de la Mi-Carene francesa y comparsas de grupos
populares (hoy en día esas costumbres han ido decayendo). En los diferentes
países de las Antillas Británicas, famosas eran sus fiestas carnavalescas, con
los desfiles de bailarines y cantos populares.
En La Habana , eran famosas las comparsas: Los Moros de Venecia, Los Congos de Chavéz,
Los Turcos de Regla, Los Mandinga Moro Azu, y otras con nombres
emblemáticos de animales o árboles: El
Alacrán, La Culebra ,
El Pájaro Lindo, El Gavilán, El Jiqui. Otras eran: Las Gitanas, Los Mambises, Los Dandy, El Maja, las Fruteras, Los
Guaracheros, Los Príncipes del Rajah, Los Congos Libres, Las Jardineras, Las
Sultanas, y las Bolleras.
Recuerdo aquellas comparsas, y también que
teniendo 12 años me fui detrás de una de ellas, porque estaba enamorado de una
mulata con un cuerpo tremendo y cuando regresé a la casa mi madre me dio dos
pescozones, que no sirvieron para nada, porque la siguiente semana me fui otra
vez; la mulata aquella valía la pena.
El ritmo y gracia, movimientio de nalgas,
caderas, brazos, es sudor humano: el cornetín lanza su tara-ta-ta. Y las
comparsas van cogiendo su camino para el Prado de La Habana. El público se
agolpa en los balcones, las calles están de fiesta. Sonaba el cañonazo de las
nueve de la noche, ese público se quedaba asombrado de los bailes de los
participantes, y se ponía a bailar también. El rumor lejano de las diferentes
comparsas se va oyendo. Es un rumor apagado. Los ánimos se van poniendo tensos
y al unísono el público grita: ¡Ahí vienen, ahí vienen! Gritan todos. Van
resonando los cencerros, los tambores, con su tum-tum-tum-pa…las voces del
coro. El cornetín, su canto vuela por el aire, comunicando a los bailadores sus
pasos. Cada vez la música suena más armoniosa. Los faroleros, con sus farolas
de un lado para otro de la calle, haciendo piruetas; se dejan caer, se
levantan, para que el público vea los colores del grupo. La alegría se ve en el
rostro de los participantes; sudan, los músculos del cuerpo se ponen tensos. El
paso es alegre y cada vez más confiado. Se siente el rumor de zapatos y pies en
el asfalto. Hay olor a sudor y a hembra, las caderas se mueven al vaivén de la
música. Así, una tras otra las comparsas van por el Prado de la Habana. En su retirada
a sus barrios, el cornetín sigue con su sonido trepidante, bullanguero, la
sangre hierve y las caderas se mueven con sensualidad, las mujeres mantienen el
paso y su gracia trepida de entusiasmo: se oye cuando van de retirada el canto:
su a-la-la-la-la…Zumba, mama, la rumba y tambó…
Y en nuestra noche tropical, más azul y bella
que nunca, las estrellas siguen brillando; un lucero se mueve en el inmenso
espacio, y la brisa tropical acaricia el rostro, todo es alegría, hermandad y
paz en aquella inmortal Habana. Los Castillos del Morro y de la Punta parecen como si se
movieran en su guardia nocturna. En el cielo, las estrellas contentas, su
movimiento en el espacio es diferente en estas noches; pues ellas van marcando
el paso al compás de la música de las comparsas habaneras. Y nuestro cielo
reluce con ese azul límpido, íntimo, espiritual.
En mis noches de insomnios, me parece oir el
sonido de tambores, sartenes, y el canto melancólico de los cantantes; y
aquellas mujeres de diferentes color de piel, pero de sólo una raza, la cubana,
bailando delante de mí. Y mi corazón salta de alegría; por un momento vuelvo a
bailar detrás de las comparsas, y me veo rodeado de seres queridos…y en la
lejanía me parece seguir oyendo el repiquetear de tambores, y el canto, con su
ala-ala-ala- de nuestra Cuba Eterna y Querida.
Al leer este escrito sobre las Comparsas Habaneras, me parecio que bailaba detras de ellas por las calles de La Habana, mi ciudad bella y querida que ha sido destruida completamente. En aquellos tiempos se vivia en una Cuba con carino. Quisiera volver a ella, a la de antes par disfrutar de aquellos y despues morir.
ResponderEliminarAngel Travieso
Miami, Fla.
Esas fueron siempre las comparsas mas populares de nuestra querida Habana. Esa ERA LA CUBA ETERNA. Muy bien escrito lo e las comparsas. Nosotros los viejos siempre recordaremos los tiempos viejos, los tiempos nuevos es basura nada mas en Cuba.
ResponderEliminarJoaquin Gonzalez
orlando, Fla.
Muy interesante René como todo lo que publicas. Exitos.
ResponderEliminarBlanca M Segarra.
He vuelto a mi Cuba del ayer. Se vivia feliz con unos cuntos pesos, sin odio, sin temor. Esas comparsas eran las mas bellas que se veian. Se bailaba y se divertia. Todo era felicidad. Muy bien escrito por el senor Leon.
ResponderEliminarRamiro Gonzalez
Saratoca
espero este comentario llegue en estos tiempos nuevos ,acabo de leer esta obra de arte y estoy súper emocionado después de 7 años,soy nueva generación y llevo adentro la cuba de antaño ahí nama ,mi misión es rescatar la verdad y el principio de de nuestra isla ,lo que de verdad crearon ,sufrieron y forjaron nuestros pasados en tiempos de creación..soy comparcero y pronto estaré estrenando mi primer CD de música conga comparsa cubana estilo habana ,la añoranza y sentimiento es muy grande en la mayoría de los cubanos dentro y fuera de la isla estoy mas que seguro...a todas que vamos a reconstruir nuestra cuba de raíz con toda sus virtudes,es nuestra identidad y eso no tiene precio,somos cubanos con una historia de raíz maravillosa y vamos a por ello mediante la cultura ,la identidad ,el respeto,el conocimiento...en estos tiempos hay tantas caretas y desconocimiento ...ya no mas ,hay que rescatar y mostrar nuestro inicio como ser y adoptar esos consejos de vida y riqueza ancestral ...yo voy con la conga comparsa,de que voy voy...
ResponderEliminargracias por su articulo sobre las comparsas en cuba,me sirvió muchismo para el alma...agradecido