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jueves, 1 de agosto de 2013

Latina en el país de las maravillas; la Violencia, una cuestión cultural


 

  
Maribell Sarate

  Hace unos meses, una de mis estudiantes de la Escuela Secundaria entró al salón de clases visiblemente alterada. No quería hablar de su problema pero después me dejó saber que se había peleado con su novio quien al igual que ella provenía de familia latina. Yo pensé que era algo sin importancia y le dije que todo estaría bien. Días más tarde cuando le pedí que hiciera unas actividades en el pizarrón, note que tenía moretones en los brazos. Al terminar la clase le pedí que se quedara unos minutos más. Cuando le pregunté acerca de los moretones en los brazos ella me dijo que se había caído y salió apresuradamente.
  Una semana más tarde durante el almuerzo ella fue a buscarme, llevaba puestos unos lentes oscuros y el cabello suelto. Presa de los nervios comenzó a llorar, se quitó los lentes y pude ver los hematomas que tenía en la frente y el ojo izquierdo, que trataba de ocultar con el cabello. Al principio no quería decirme nada pero después admitió que su novio la golpeaba ya que era muy celoso y posesivo. Yo la abracé sin saber qué decir, sentí mucha ira en el momento y le pregunté cómo era posible que permitiera este maltrato. Le dije que estábamos en Estados Unidos, que en este país a las mujeres las protege la ley contra relaciones dañinas, y la invité a que buscáramos ayuda. Tristemente y para mi sorpresa ella me respondió: “No, señora, yo no se lo voy a decir a nadie porque usted ya sabe que los latinos somos así, siempre hemos sido así”.
  Esa respuesta me horrorizó, tanto por el conformismo de la muchacha, como por la verdad que estaba ante mis ojos. La tradición “machista-patriarcal” de nuestros países nos había perseguido hasta aquí, el “país de las maravillas”. Indudablemente hay tradiciones culturales que se transmiten de generación tras generación, tales como el patriarcado y el dominio masculino. La mujer latina siempre ha jugado el papel de la “buena mujer”, que acepta la voluntad de su hombre con sumisión y obediencia.
  Pero, ¿Qué hay detrás de ese velo de perfección? Maltrato físico y psicológico, ignorancia y miedo.
  Muchas de las mujeres latinas que vienen a este país son ilegales, no hablan el idioma y dependen económicamente de sus esposos. Estas mujeres están confinadas en sus casas ya que no tienen medios de transporte y la barrera del lenguaje les impide la comunicación; por otra parte, el temor de ser deportadas o de hacer  que toda la familia sea deportada por la policía les impide denunciar la violencia doméstica.
  Aunque estas mujeres lograran derribar las barreras del lenguaje sería muy difícil que denunciaran a sus maridos, porque la estructura familiar es un valor muy fuerte dentro de la cultura latina y ellas saben que las soluciones ofrecidas por este país son radicales y terminarían desintegrando su hogar: “La separación no garantiza la seguridad, enviando a las mujeres a los refugios, poniendo a los hombres en prisión, o confiando a los niños al sistema de tutela del gobierno. La desvinculación del hombre y la mujer como un primer proceso de intervención o requisito para recibir los servicios referidos a la violencia doméstica constituye una intervención culturalmente inadecuada”.(www.dvalianza.org./Alianza Latina Nacional para erradicar la violencia doméstica).
   Esta cultura de la violencia ha sido aceptada durante muchas generaciones y aprendida por las mujeres jóvenes, aun por mi estudiante quien con tan sólo 17 años, legal y bilingüe, sufre las consecuencias. El problema es más grave de lo que parece; debemos buscar soluciones dentro de las comunidades latinas. Debemos aprender a desaprender tradiciones culturales dañinas y a edificar la autoestima en nuestras jóvenes al mismo tiempo que construimos puentes de comunicación con los hombres latinos para que aprendan a reconocer a las mujeres como iguales y reconstruir sus relaciones con base en el respeto por el otro. Si esta dinámica de amo-esclava no se detiene, la sociedad latina en Estados Unidos se va a ver afectada ya que muy pocas jóvenes podrán alcanzar una educación superior. “We have to empower our latinas: teach them how to take responsability for their lives and how to overcome harmful cultural traits…” (Empowering Latinas, Yasmin Davidds-Garrido. Penmarin Books, 2001 p.45)
  Este círculo vicioso debe romperse con amor, educación y diálogo. El cambio no ocurrirá hoy pero es posible que usted, amigo lector, quiera dar el primer paso.


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