Portada y contraportada René León |
Emilio J. León (†) (1924-1989) es uno de los muchos prisioneros políticos cubanos que forma parte de la llamada “Literatura del Presidio de Cuba”. Fue detenido el 9 de mayo de 1962, condenado a 20 años de Prisión. Paso 17 años y 6 meses en las cárceles de Cuba. Indultado el 13 de noviembre de 1979.
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Edificaciones hay que llevan
en sí desde el inicio de su construcción el sutil e imperceptible efluvio
infernal o el aliento o espíritu de la época - de brutalidad y opresión - al
que deben su alumbramiento por una casta determinada.
Ni aun el sahumerio a base de
incienso, oraciones, el hisopo con agua bendita para santificarla por los
Santos Varones representantes del cielo en la tierra, sirven de exorcismo para
desarraigar de los inanimados bloques de piedra la perversidad incrustada en
sus poros, ni ahuyentar los lamentos y ayes de dolor adheridos en cada grano de
arena donde aquellas sientan, cuya argamasa fue amasada más con sangre que con
agua.
La poderosa mole de gruesos
muros, incontables túneles, fosos circundantes, sólidos barrotes de hierro,
oscuras galeras, enhiestas garitas, torres y torretas, yergue su imponente y
orgullosa figura en la boca del antiguo Puerto Carenas, sobre su margen
izquierdo al entrar por el canal, bañando el agitado mar su pequeña playa y
tratando de apaciguar con e l frescor los vientos alisios su incontenible y
duradera cólera.
El Gigante de Piedra, sordo, ciego
y mudo a todo clamor de súplica de la ciudad de San Cristóbal que le sirve de
pedestal, por siglos ha alimentado su voraz apetito con su población - sin
respeto a la cuna, privilegio, idea, clase ni fe - encerrando a miles en sus
lóbregas e insalubres ergástulas y muchos otros, inocentes o supuestos
culpables, han sido inmolados en sus fosos, recibiendo como ofrenda la sangre
de sus víctimas con cuyo rojo líquido fue bautizado desde su nacimiento.
El adusto y pétreo vigilante
adornado con frondosa cabellera de verdes pinos, obeso, largo y nervudo cuerpo,
moteado a trecho con grama, helechos arborescentes, jagüeyes, almendros, escoba
amarga, rabos de zorra y hierba de guinea, empotrado en su collado de
políperos, deja ver por la abertura de sus troneras los terroríficos colmillos
de fuego con hilera de poderosos dientes de hierro calibre treinta y cincuenta,
muestra su indiferencia al canto alegre de las golondrinas, al estridente
chillar de las gaviotas, al matutino y vespertino toque de la diana, al
retumbar del cañonazo de las nueve de la noche y al tronar de los fusilados.
Indemne al deterioro del
tiempo parece salvaguardar las riquezas, tranquilidad y libertad de los
moradores de la ciudad de un hipotético ataque del enemigo.
En el transcurso de años
gestando siglos fue mostrando su verdadera y diabólica naturaleza: Conculcador
de la libertad, devorador de hombres, profanador del sosiego público e
insaciable con el erario de la nación.
No siendo obra de Dios ni
Lucifer, sino del hombre, la inmensa e insensible edificación sigue guardando
en sus secretos laberintos a racimos de cubanos de distintas razas y en algunas
ocasiones contadas mujeres, solazándose con el lento e implacable deterioro
físico y con el espantoso sufrimiento espiritual de los mártires.
Enormes, feroces y asquerosas
ratas color atabacado, acarician con sus patas, puntiagudo hocico y escamosa
cola, de día y por la noche, el húmedo y maloliente cuerpo del Gigante.
Quien haya vivido dentro del
monstruo conocerá sus entrañas y parte de su historia...
Cuenta la tradición que el
ingeniero Antonelli constructor de El Morro, al subir un día al cerro de La
Cabaña, dijo: "El que fuese dueño de esta loma, lo será de La
Habana".
Ciento setenta años después, se
cumplió esta profecía. En 1762, cuando la escuadra inglesa, atacó a la Habana,
sus tropas tomaron posesión de dicha loma, colocaron sobre ésta sus baterías lo
que facilitó su ataque a El Morro y dirigiendo también el fuego a la plaza y
puerto, lograron la total rendición de la ciudad.
Recuperada la ciudad de La
Habana por España, por el tratado de paz que firmó Inglaterra con el Rey Carlos
III ordenó éste la ejecución de un Castillo sobre la loma de La Cabaña con
prioridad a cualquier otra obra pública.
El día 4 de noviembre de 1763
se comenzó la construcción del Castillo de San Carlos de La Cabaña, por los
ingenieros Abarca y Crámer, concluyéndose en 1774.
Con una extensión de más de
setecientos metros de largo y erizado de poderosos y pesados cañones fundidos
en Sevilla, que vomitaban esféricas balas de hierro llevaban (y aún conservan)
sus nombres a relieve, menos uno, el Innominado.Vasta familia de cañones cuyos
nombres completan un compendio de sabiduría y humor, de candor y grandeza: La
Parca, Póndaro, Fracaso, Finca. La Atropos, Ganímedes, Frontispicio, Garzota.
Herennio, Caudillo, Perpenna. Capitolino. Gaiogreco, Elveloso, La Hermosa,
Fimbria. Cepionio y por último el más renegrido y famoso: Luperto, el que brama
todos los días -desde siglos- a las nueve de la noche. En su culata aparece un
emblema que reza: VIOLA TI FULMINA REGIO"(El que ofenda al Rey será
fusilado).
La estratégica posición de El
Castillo de la Cabaña, dominando la ciudad, el canal de entrada y la bahía,
por un lado y el mar del norte por el otro, sus enlaces y cercanías con el
Castillo de El Morro, su formidable armamento y sólida construcción hacían de
esta fortaleza la más poderosa de la isla y la primera de América en la época
que fue edificada.
En un principio sus galeras,
que se comunicaban todas entre sí, fueron utilizadas como dormitorio para la
tropa que guarnecía la fortaleza o para alojar al retén como medida de
precaución a un posible ataque del exterior o por sospechas o delación de un
eventual desorden público de matiz político.
Con posterioridad en ellas
fueron encerrados peligrosos delincuentes comunes, principalmente los conocidos
por "Curros del Manglar", pertenecientes a la raza africana y criolla
y a la cruzada del barrio de Jesús María, famosos por sus costumbres relajadas
y por los asesinatos cometidos contra la población de entre y extramuros. Los
curros tenían una fisonomía peculiar que los diferenciaba de los congéneres de
su raza, largos mechones de pasas trenzadas cayéndoles sobre el rostro y el
cuello a manera de grandes mancaperros, dientes cortados a la usanza carabalí,
gruesas argollas de oro llevadas en las orejas de donde colgaban corazones y
candados del mismo metal, calzones blancos casi siempre o de listado de
colores, angostos por la cintura y anchísimos de piernas, se contoneaba al
andar meneando los brazos adelante y atrás y utilizaban un raro y ridículo
argot particular donde la ese (s) unida al inicio y final de cada palabra con
una i intermedia era siseada con aguda tonalidad y algo difícil de
entender.
Mucho después, durante las
guerras de independencia contra la Metrópoli, esa fortaleza sirvió - a falta de
hechos de armas gloriosas - de escenario para los fusilamientos y
decapitaciones. Y sus galeras y calabozos fueron mudos testigos del
hacinamiento y múltiples asesinatos de patriotas cubanos.
El 25 de agosto de 1871,
después de ocho meses de prisión en los calabozos de La Cabaña y de inmensa
angustia y torturas fue fusilado por los militares españoles Juan Clemente
Zenea.
La poesía y la Patria, fueron
sus grandes pasiones. Quién entre los cubanos no recuerda las estrofas cuyos
versos hablan de...
Mensajera peregrina,
que al pie de la bartolina
revolando alegre estás.
¿De do vienes, golondrina?
¿golondrina a dónde vas?
Has venido a esta región
en pos de sol y espumas
y yo clamo en mi prisión
por las nieves y las brumas
del cielo de Septentrión.
Bien quisiera contemplar
lo que tú dejar quisiste,
quisiera verme en la mar
ver de nuevo el Norte triste
ser golondrina y volar.
Quisiera a mi hogar volver
y allá según mi costumbre
sin desdichas que temer
verme al amor de la lumbre
con mi niña y mi mujer.
Si el dulce bien que perdí
contigo manda un mensaje
cuando tornes por aquí
golondrina, sigue viaje
y no te acuerdes de mí.
Que si buscas peregrina
do el ramaje un sauce inclina,
ningún sauce encontrarás;
y yo diré:- Golondrina,
golondrina, ¿adónde vas?
No busques volando inquieta
mi tumba oscura y secreta.
Golondrina, ¿no lo ves?.
en la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés.
Cuando en 1898 el membrudo
brazo del mambí blandiera el terrible y filoso machete, marchó victorioso de
uno a otro confín de la isla derrotando, por su tenacidad y heroísmo, a un
ejército de más de 200.000 españoles al mando de los mejores generales, las
fuerzas patriotas consiguieron que Cuba dejara de ser una colonia de la
Metrópoli, pero sin lograr la total soberanía del suelo patrio debido a la
declaración de guerra de los Estados Unidos a España, que tras la victoria de
aquellos, ocuparon Cuba.
Durante el período
intervencionista, la fortaleza de La Cabaña continuó siendo un bastión militar,
pero no una Cámara de torturas y crímenes.
Al izarse el 20 de mayo de
1902 en la cúspide del Castillo de El Morro el pabellón de la estrella
solitaria, el flamear histórico de sus llamativos colores proclamaba de hecho y
por derecho que Cuba era ya una República libre, soberana e independiente. Toma
posesión el primer gobierno constitucional de la incipiente nación republicana
y El Gigante de Piedra permaneció sumido en su sueño de hambre.
Ya a partir de 1906 negros
nubarrones comienzan por acumularse en el horizonte político nacional hasta
convertirse en desbastadora tormenta en un futuro: Revuelta popular por causa
de la reelección del Presidente, por cuyo motivo se lleva a cabo la segunda
intervención-y ocupación de la isla por los Estados Unidos (1906-1909):
elección del Presidente (varios) por el voto popular, (1910-1929): otra
reelección del Presidente (1930), derrocamiento de su tiranía (1933):
movimiento militar de los Sargentos llamado "4 de Septiembre" (1933):
Gobiernos Provisionales (1933- 1940): huelga general de los obreros (1935):
asume la presidencia el General Batista (1940-44): gobierno del Partido
Revolucionario Cubano (auténtico), el primero con sus lemas: "La cubanidad
es amor", "Dulces para Todos" y "Las mujeres Mandan".
y el segundo con la consigna "Concordia Nacional" (1944-1952): golpe
militar del"10 de marzo", firma de los Estatutos (1952): creación de
la Organización Auténtica, de matiz anti golpista (1952), asalto al cuartel
Moncada lidereado por Fidel Castro (1953): se funda el Movimiento 26 de Julio (1955):
desembarco de cubanos exiliados en el yate Granma (1956): ataque al Palacio
Presidencial (1957): sublevación de oficiales y clases de la Marina de Guerra,
en Cayo Loco. Cienfuegos (1957): asalto a pequeñas guarniciones militares en
el interior de la isla, liberación de poblados por algunas horas: fracaso de la
ofensiva militar contra las guerrillas de la Sierra Maestra: se abre el frente
de guerrillas en las lomas del Escambray, en Las Villas por las Organizaciones
Auténticas. Sabotajes, atentados, descarrilamiento del tren blindado y toma de
la Ciudad de Santa Clara por el 26 de Julio: repulsa general contra el régimen
y finalmente, precipitada huida del ex general y Presidente de la República y
derrumbe total del gobierno. Tanto desde 1906 como hasta diciembre de 1958, los
gobiernos provisionales, como los constitucionales, mantuvieron la fortaleza
de La Cabaña como unidad militar. Sus galeras, con intermitencias, continuaron
utilizándose para alojar a la tropa, prisión militar o residencia transitoria
para presos políticos.
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