Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
La falta de comunicación es una enfermedad
pandémica, difícil de tratar, que afecta a un sinnúmero de países en especial a
los más desarrollados. El hombre está continuamente desprestigiando la cultura
del diálogo con su voluntario alejamiento de sus coetáneos. Cada día hablamos
menos. Cada día nos encerramos más y más dentro de un caparazón creado por
nosotros mismos. Una cubierta que nos aísla de los demás caminantes, del
entorno nuestro, del mundo cercano y lejano, al fin y al cabo, en donde
vivimos. “La práctica del diálogo, refiere Víctor M. Fernández, es un hermoso
ejercicio de amor y de apertura. Si nos atrevemos a dialogar, aunque a veces
nos cueste, terminaremos contagiando a otros con este estilo de convivencia y
ayudaremos a crear una sociedad mejor”.
Nuestras ideas y
pensamientos, nuestros sentimientos y deseos... nacen en el nido de nuestro yo
y en él mueren porque los forjamos sin piernas y sin alas y, sobre todo, sin
ese afán de apertura y entrega para beneficio nuestro y de la comunidad
(familia, vecindad, localidad, etc.), en donde nos hallamos inmersos.
Hacemos de
nuestra vida una isla en medio de un vasto océano. Nuestra palabra, la que
sirve, está siempre en su madriguera. Nuestra voz, lentamente, se oxida, se
bloquea por esa carencia de comunicación.
Unido íntimamente
a lo expresado, cultivamos otra negatividad para el hombre: el no saber o no
querer escuchar. En definitiva, no nos conocemos ni conocemos a aquellos que
nos rodean porque nos falta de raíz la conversación que profundiza, la
interlocución que nos da vida de pulpa sustanciosa.
Los seres humanos
sobrevivimos sobre un mundo donde el materialismo, como producto de la
globalización deshumanizada, reina por doquier, convirtiéndolo en un
tempestuoso mar de hombres que van perdiendo paulatinamente el arte de hablar
y, por lo tanto, también el de escuchar. Ante la decadencia de estas dos
facultades humanas tan necesarias como respirar y alimentarse, van creciendo
vertiginosamente en la psique del ser humano las malas hierbas de la
incomprensión y de la irrespetuosidad, de la insolidaridad y de la
indiferencia... ¿Encontrará el hombre el valor, el coraje, la entereza que le
falta para erradicar el mal de la incomunicación?
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